English French German Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified
this widget by www.AllBlogTools.com

¡Feliz año nuevo! (nos vemos en la farola)

En Nochevieja teníamos la costumbre de, poco después de las campanadas y las uvas, reunirnos todos los amigos en la farola que había en la isleta central de la Avda. Donostiarra.,que era por así decirlo como el centro topográfico, o sea el verdadero centro, del barrio. Digo que había, porque con el tiempo acabaron quitándola debido al empecinamiento de algunos conductores de estrellar su vehículo contra ella (que parece que le habían cogido gusto, oyes, y no pasaban tres meses sin que ¡zas!, batacazo contra la pobre farola que solía quedar maltrecha). No solo los de MOH y la baska, también acabaron sumándose amigos y colegas del barrio y nos juntábamos una peña considerable con ganas de golgorio y de celebrar como es debido el Año Nuevo. Bacilábamos un rato, nos deseabamos y deseábamos a todo el que pasara por allí feliz año, entre el ruido de petardos y algún cohete (¡alegria, coño!) y luego se disolvía la festiva cuadrilla y cada grupo se iba a lo suyo.

La tradición, que eso es lo que nos parecía a nosotros, una tradición en toda regla, no era muy antigua. Veamos. Yo aquel año había cumplido los dieciocho añitos y salía en fin de año desde los quince, así que este era el cuarto año que salía. El primero fue a un guateque en casa de los padres de mi amigo Pato, que estaba monopolizado por los amigos y amigas de sus hermanos mayores que ponían una música de lo más hortera. El segundo a otro guateque en casa de los padres de su novieta, la novieta de mi amigo Pato se entiende, allí la música la poníamos nosotros: mucho Canned Head y mucho "Llena tu cabeza de Rock" y los padres entrando cada dos por tres para ver que demonios estabamos haciendo (y la verdad es que no estábamos haciendo nada de nada, salvo escuchar música). El tercero en la discoteca de la asociación de antiguos alumnos de nuestro antiguo colegio, a nuestra bola, aunque el cura también entraba de vez en cuando, pero menos que los padres de la novieta de Pato el año anterior. Y este era el cuarto.

Así que, seguramente, y a no ser que alguién se acuerde de otra cosa, la añeja tradición de quedar en la farola de mitad de la Avda. Donostiarra se remontaba nada mas y nada menos que ¡al año anterior!, pero a nosotros nos parecía algo que habíamos estado haciendo toda la vida, así de raro fluye el tiempo cuando se es jovenzuelo (y cuando se es un tarra, por cierto, que te da por acordarte de cosas que parecían olvidadas: los viejos amigos, las primeras chicas, las primeras fiestas... ). Lo cierto es que la costumbre perduró por lo menos los siguientes años, hasta que como digo, el Ayuntamiento retiró la dichosa farola que por lo que se ve era un poderoso imán para toda clase de conductores borrachos o simplemente distraídos. En fin, ¡feliz año nuevo!, y nos vemos luego en la farola...

No, si ya nos parecía...

De las cosas que se acaba enterando uno. Resulta que Papa Noel, no es en realidad Papa Noel, no confundir con Santa Klaus o San Nicolas, que ese es otro tipo que también acabó unido a la celebración de las navidades. No, yo me refiero al gordo ese de las barbas blancas que lleva una especie de pijama rojo, gorro de dormir incluido, se desplaza en un trineo tirado por unos renos ¡que vuelan!, se cuela por las chimeneas o por las ventanas en su caso, si no hay chimenea, y que al parecer vive muy cerquita del Polo Norte, por Laponia o por algún sitio de esos, donde no se iría uno a vivir ni loco (que hace una rasca que no veas).

Lo que ocurre, según dicen los enterados en estas cosas (que también hay enterados en estas cosas, oyes) es que finalmente se acabaron fundiendo dos leyendas, la de San Nicolas, un tal Nicolás de Bari que al parecer era un tío muy enrollao con los pobres y con los niños (además de obispo, según parece) y la del Abuelo Invierno muy celebrado entre las poblaciones del norte de Europa. Y también parece que fueron los colonos holandeses los que le llevaron consigo a America, aunque le llamaban, en su lengua, claro, o sea en holandes, algo así como Sinter Klaas (que, aunque parezca mentira no tiene nada que ver con los sintetizadores ni otros cacharros similares que solemos usar los rockeros).

El menda, al principio montaba un caballo que volaba, lo cual no deja de ser un flipe, aunque todos sabemos que en realidad se desplaza en un trineo tirado por renos, como he escrito antes. Además, antes de convertirse en un abuelete gordinflón de mejillas sonrosadas, parece que se le represantaba más bién delgaducho y escuchimizado, como una especie de duende que además vestía de verde. Y parece ser que fue un dibujante de tiras cómicas norteamericano, que se llamaba Thomas Nast, quién primero lo representó de esta guisa, como un duende o gnomo que, habiendo bajado de su trineo, se colaba cargado de un saco por las chimeneas el día de Navidad para dejar sus regalos, que el tipo puñao enrollao también era, pero tenía que subirse en un silla de puro chiquitajo.

Luego lo fueron dibujando cada vez más gordo y más grande (que al parecer le sentaron bien los cereales y los dulces que le dejaban) y le cambiaron el traje verde por uno rojo como el que lleva ahora. Pero siguió usando su trineo tirado por renos que vuelan. O sea, que un gnomo, convertido luego en regordete abuelo bonachón, va por ahí en un trineo mágico gracias a que los renos vuelan, como si tal cosa. Los gnomos viven normalmente en las setas, fundamentalmente en esas rojas con pintitas blancas que, mira tú por donde, son las que se zampan los renos y los ciervos para cogerse unos colocones que no veas. Así que ya sabemos como volaban los renos, que cuando llevas un colocón de espanto también te dicen que vas volao (a saber lo que va fumando en la pipa). Además, las setitas en cuestión suelen crecer debajo de los pinos y los abetos, que también hay que poner y decorar con bolas de colores y lucecitas muy majas para que venga Papa Noel. No si ya nos parecia...

P.D. Los gabachos le llamaban Bonhomme Noël, de donde viene Papa Noel, y la imagen actual tan hortera se la debemos a la Coca Cola (como tantas cosas...)

¡Felices Fiestas!

Eso, felices fiestas y mucha juerga, parranda y cachondeo del bueno, que no era precisamente lo que hacíamos nosostros, que ya os he contado que nos daba, por lo general, por ponernos melancólicos y hasta un puntito místicos (que siempre nos pareció, por lo menos por aquel entonces, unas fechas muy apropiadas para ponerse un poquito místicos). Como había sucedido ya el año anterior, que la tarde de Nochebuena estuvimos Rulo, Juan Carlos y mi menda escuchando música en la disco de la asociación de antiguos alumnos de nuestro antiguo colegio, en plan místico y depre como si tal cosa. Y luego nos fuimos a casa todo cabizbundos y meditabajos (¿o se dice al revés?).

Bueno tampoco conviene exagerar, no es que fueramos a sucidarnos ni nada parecido, que ni se nos había pasado por la mollera, oyes, sencillamente que eso de tener que alegrarse por decreto empezaba a parecernos una chorrada tremenda y como éramos un puñao contestatarios, pues no nos daba la gana, ¡ala!, que ya nos alegraríamos cuando nos saliera de las narices, o de cualquier otra parte del cuerpo menos pronunciable, y no cuando marcara el puñetero calendario. Aunque para mi las navidades si tenían algo positivo, y es que como ya estaba crecidito en vez de hacerme un regalo, mi vieja me soltaba pasta para que me comprara lo que quisiera y así iba y me pillaba algún disco.

Es por eso que algunos los relaciono con la Navidad, porque me los compré y empecé a escucharlos por esas fechas, como el "Stand Up" de Jethro Tull, el "Boogie con Canned Heat", el "Obscured by clouds", de Pink Floyd, el Living in the Past" también de Jethro, o el "Raw Sienna" de Savoy Brown. Así que un par de días antes de la Navidad me piraba al centro, a la tienda que había en los sótanos de la Gran Vía y cumplía uno de mis sueños preferidos, hacerme con un disco nuevo. Y ese era para mi el mejor regalo, música, música para escuchar y flipar con todos aquellos grupos que nos acompañaron durante esos años. Y para aprender. Atrás había quedado la época en que tocábamos villancicos en la misa del gallo de la parroquia del barrio. Ya no eramos unos chavalines. Eramos unos jovenzuelos muy dispuestos a comernos el mundo con nuestra propia música. Y aquellos discos eran alimento espiritual (y no exagero un pelo).

Y como ahora estamos en vísperas de las navidades os pongo otro villancico del disco de Joan Baez que teníamos (y aún tengo) en casa. Es la versión francesa (vamos, que la canta en gabacho, ve tu a saber porqué, que a mi por lo demás me daba lo mismo que mis conocimientos de la lengua de Chespir eran tan escasos como con la de Molier), con sus campanitas y todo (que lo de las campanitas es una cosa muy navideña) de "Away in a manger", una canción de navidad tradicional anglosajona, que los villancicos de siempre ya los estamos oyendo todo el día por ahí.





Pues eso, felices fiestas y larga vida al rock´n roll.

Cenando en el chino

Si ya se que hoy es algo absolutamente normal y que estaría fuera de lugar dedicarle atención al hecho en si de ir a cenar a un restaurante chino, que ahora los hay por todas partes, pero por aquellos años, estamos en 1972, no había tantos. Mejor dicho, no había casi ninguno, y si eso pasaba en Madrid que era la capital del país, imaginaos por ahí fuera. En Córdoba, por ejemplo, no se abrió el primero hasta mediados de los ochenta, o sea mucho después y fue objeto de gran regocijo para los cordobeses. Así que para nosotros, rockeros de barrio periferico que tampoco estábamos muy acostumbrados a ir por ahí de cenorrios, era todo un acontecimiento y de algo propio de alguna celebración especial. ¡Dabuti, al chino!.

Resulta que en el barrio teníamos un amigo, Esteban, que era chino (de que parte de China, ya no lo se, que el país es un rato grande) y su padre tenía un restaurante en la calle Reina, justo detrás de la Gran Vía, que aquí a pesar de la infame dictadura, seguímos todos los madrileños llamándola Gran Vía y nadie la llamaba Avda. de Jose Antonio como la habían bautizado los fascistas que mandaban, que se llamaba ·"Cantón" (hay como diez millones de resturantes chinos con este nombre por todo el mundo, sino mira en San Google, pero no creo que todos fueran de su padre) seguramente porque servían (iba a poner "daban", pero me he cortado porque dar no daban nada, que luego te lo cobraban antes de irte) comida cantonesa, que es una variedad de la comida china, pero por aquel entonces nosotros no estábamos al corriente de tales pormenores gastronómicos. Con ir a zampar, que estaba muy rico todo y era tela de exótico, bastaba.

Las veces que íbamos a cenar, que tampoco eran tantas, sino más bien escasas, que ya he dicho que era una especie de acontecimiento, Esteban, que estaba ayudando a su padre con el restaurante, salía a recibirnos muy contento y nos atendían dabuti. Era un local grande con muchas mesas y se comía muy bien, no como en otros chinos que abrieron más tarde y que eran bastante cutres y hasta un poco guarretes (por decirlo suavemente), aunque no todos. Este era uno de los mejores y era frecuente encontrarse allí con el "Ballet Lazarov" que eran unos mendas que salían bailando en la tele, pero que iban a cenar como todo kiski y no a darse un bailoteo, y de vez en cuando también había algún que otro famosillo.

Nos gustaba mezclar los platos y comerlo todo junto, en vez de engullirlos por separado. Y nada de un vino bueno ni pijerías similares, ni siquiera uno malo, birra, mucha birra, que desde sempre es bien sabido la predilección de los rockeros por la cerveza. Así que mucha birra, que no falte, y rollitos de primavera, arroz tres delicias, cerdo en salsa agridulce, Tallarines con gambas, pollo frito al no se qué y cosas por el estilo, que nos sabían a gloria.

Lo más engorroso de todo era lo de los dichosos palillos, que no había manera de pillar bocado con aquellos trastos y, claro, podías usar el tenedor (que para eso lo habían inventado los romanos, oyes) pero no quedaba como muy propio, aunque ahora se ve de lo más normal (comer con tenerdor en un restaurante chino). A Salva, en cambio, se le daba cojonudamente, sería por lo de las baquetas, que para eso era el batería del grupo y siempre estaba tocando sobre algo cuando no tenía la batería cerca, y el tio los usaba con una velocidad y limpieza que parecía que no hubiera comido en su vida de otra manera. Y no solo agarraba con ellos los trozos del cerdo agridulce sino que se zampaba también de la misma guisa el arroz tres delicias, ante el pasmo y el asombro de todos. Y hasta los rollitos de primavera, que no se como se las apañaba para trocearlos sin usar el cuchillo. Y por más que yo le pedía que me explicara como se hacía, riéndose me lo enseñaba y decía: "es muy facil, mira, este se sujeta con el índice y este otro lo mueves con el pulgar", a mi no me salía ni a tiros. Y sigue sin salirme (cazurro que es uno).

Tiempo después abrieron otro restaurante chino más cerca del barrio, por el final de Bami o la Elipa, no recuerdo bien, y también fuimos unas cuantas veces (tampoco me acuerdo del nombre, sorry, "Jardín... de lo que sea). Allí es donde vimos y bebimos por primera vez el licor de lagarto, ¡con lagarto y todo dentro de la botella!, que a los chinos les debe parecer muy normal pero a nosostros nos daba un poco de yuyu. Lo cierto es que me supo a garrafón que te cagas (bueno, no me gusta el licor de arroz, que se le va a hacer), así que no me extraña que el pobre bicho estuviera muerto dentro.

No pasa nada (y villancicos rockeros)

No preocuparse, que no pasa nada. No es que se haya ido al carajo ahora "ReverNation" (que también sería un cantazo después del último fiasco, y de lo más chungo). Sencillamente es que he trasladado el "player list" que había aquí arriba a la barra lateral del blog, porque me parecía que quedaba más estético, que uno también se preocupa por esas cosas. Me gusta ver el título de la primera entrada justo debajo de la cabecera, que le vamos a hacer. Lo encontraréis facilmente y funciona exactamente igual. Lo bueno que tiene este sistema (y no recibo comisión alguna) es que según vaya añaniendo temas a nuestra lista en su página se publicarán automáticamente en el player, lo que es cojonudo, oyes. ¡Ah!, ¿que ya lo sabíais?, pues lo podíais haber dicho antes (claro que aquí no dice nadie ni mu, y sin embargo se que estáis ahí, que os veo en el mapita de abajo).

Bueno, para que veáis que no estoy enfadado (aunque supongo que tampoco ibais a dejar de dormir por ello) os voy a poner ahora un villancico de rockeros, aunque no es un rock`n roll (que en mi oponión no pega mucho para hacer villancicos, aunque ya se que hay más de uno por ahí). Este lo tocaban nada menos que Jethro Tull, uno de nuestros grupos favoritos, en su doble album "Linving in the past" y se llama "Christmas song", que originales fueron un rato con el título. Me encantó cuando lo descubrí por aquella época y todavía sigue sonando muy bien. Pues nada, que os guste y felices navidades rockeras.



Y por si fuera poco aquí tenemos al Ian Anderson con algunos añitos más, menos pelo pero igual de bacilón tocando con su banda y un pedazo de orquesta otro villancico, que es una pasada como suena.



Y para que veáis que hoy me siento generoso, y tela navideño, os pongo por último otro tema de los Jethro de su "Christmas Album", que es un pedazo de disco muy apropiado para oir y regalar por estas fechas (y tampoco me llevo comisión, sino que me encanta).


Canción de Navidad

Cuando llegaban estas fechas pillábamos vacaciones, primero en el cole, luego en la universidad, o en la escuela de turno, que casi todos éramos estudiantes además de rockeros y muy jipis. Aunque nos habíamos descreído bastante (no os vayáis a creer) desde hacía algún tiempo (en lo que los curas del cole realizaron con algunos una labor encomiable) la Navidad todavía guardaba un puntito de emoción para nosotros y sobre todo, nos daba, a algunos, por ponernos melancólicos. Además de eso, solíamos ir a la Plaza Mayor a ver el ambientillo de los puestos navideños. Todavía me acuerdo de una vez que pillamos el microbus (¡que era muy moderno!) en vez del metro y nos chupamos un atasco de más de dos horas.

Por mi parte, desde que lo descubrí de adolescente me encantaba leer esos días "Canción de Navidad" de Dickens (si ya sabéis, el del fantasma de la navidad pasada, presente y futura) que es el que ha inventado las navidades modernas tal y como las conocemos (y el que escribió el mejor cuento de Navidad de todas las épocas), además de la inestimable colaboración "desinteresada" de Coca Cola y El Corte Inglés. Así que me imbuía de tierno espíritú navideño y de una dulce melancolía que solía acompañarme hasta la noche de fin de año (de eso ya hablaremos más adelante). De pequeño, la vieja solía recitarme el cuento de "La pequeña cerillera", de Andersen, en una versión en verso (¡vaya que mal suena esto!) que ella se sabía. Pero, aunque me gustaba, me ponía muy triste. Prefería Canción de Navidad, donde el mezquino llega a convertirse en buena gente.

Las celebraciones en casa eran bastante modestas (antes pasábamos la Noche Buena, Navidad y Noche Vieja con mis primos) pero siempre había algo especial y nunca faltaba la rama de abeto que decorábamos con esmero con bolas rojas, verdes y azules, y algodón para simular la nieve. Hasta que me hice mayor y nos dejamos de chorradas, pero aún me seguía gustando oir villancicos. En casa no teníamos muchos discos de villancicos, pero años atrás había pillado el "Noel " de Joan Baez que me parecía una joyita. Aún lo conservo y aún me sigue gustando (creo que mis ancestros germánicos, por más que yo fuera un castizo madrileño de barrio periférico, han tenido bastante que ver en eso). Así que he ido y lo he buscado en el YouTube y ¡bingo!, ¡estaba!, bueno no completo, pero si algunos de los temas. Os pongo a continuación su versión del "Noche de Paz" que para mi es el villancico por excelencia (¡ah, los ancestros!) y lo canta estupendamente.



Aprovecho para desearos a todos unas felices fiestas y un buen año 2009, pero no os preocupéis, o preocuparos, no se, que yo seguiré estando por aquí dando la tabarra con la incomparable historia de MOH y de todas las cosas sin par que por aquellos lejanos años les sucedieron. Y con más música, por supuesto.

¡Listo! (y feliz Solsticio)

Bueno, acabo de volver a poner en el blog los tres temas de nuestra época más temprana, que como ya sabéis no son grabaciones originales, sino recreaciones hechas por mi mucho tiempo después. ¿Donde?. Donde habían estado desde un principio antes de que BooMp3 se fuera al carajo y nos hiciera la pascua (como era gratis, tampoco podías protestar). Si he tardado un poquillo es que además del curro que tengo me he pillado un trancazo de espanto que me ha dejado algunos días grogi. Ya estoy mejor, gracias.

Espero que el nuevo servicio, que todo sea dicho tiene mucho mejor pinta que el antiguo, sea más fiable, y no se vuelva a ir todo a la porra dentro de unos meses. Por si las moscas, me he apuntado a "ReverNation", que este si que está guapo y te permite hacer listas de reproducción y todo, como la que he puesto aquí arriba. Por cierto que tendré que cambiar la encuesta (bueno, un día de estos, ¡eh?), porque ahora hay más temas para elegir y votar. Ahora que se me ha pasado el trancazo seguiré explorando sus posibilidades, que parece que tiene bastantes. Y además también es gratuito, que es lo que más mola. Bueno, vuelta a la normalidad, quiero decir al normal funcionamiento del blog, que la normalidad esa no estoy muy seguro de cual es.

Como compensación a todo lo que habéis tenido que estar esperando (¡je!) entre sudores frios, noches en vela y nerviosismo agudo (oye, que este tipo es muy capaz de volver a ponerlas otra vez) os dejo aquí esta versión que he hecho con mis viejos teclados de la célebre "Gaudette", que se me antoja, mira tu, muy apropiada para estas fechas, mientras os vais preparando para celebrar el Solsticio, de invierno los de este hemisferio, (¡que no se diga!), que es cuando el sol está mas bajo y hace un frio que pela como en la fotico que he puesto arriba (que debe ser la tundra o algo parecido, ¿Laponia tal vez? por lo pelao que está), o el de verano, los que estáis en el otro hemisferio (¡que no se diga tampoco!) así que espero que os guste, o por lo menos que nos os disguste mucho.





P.D. Pues no, no tengo nada que ver con Waldo de los Ríos, ¿porqué lo dices?.

Bueno, ya esta arreglado (o casi)

Si, o casi, que ya he vuelto a poner todos nuestros temas tocados por nosostros (podéis encontrarlos en "nuestra música", si claro, es una etiqueta), para lo que me he tenido que currar el html ese, pero ya suenan otra vez. No así, las reecreaciones que había hecho de antiguos temas de los que (desgraciadamente) no se conservan o no encontramos las grabaciones.


Resulta que los tenía en el GarageBand ese y los convertí en mp3, pero luego, después de ponerlos en el blog, pues los borré (error tremebundo que no volveré a cometer). Así que, en cuanto tenga otro rato pues ya los pondré otra vez.

Para que no tengáis tanto trabajo en buscarlos os pongo (mientras veo como cae la nieve enmi pequeño jardín un acceso o player list en la lengua del Chespir (que me he pillao en una página muy guapa que he encontrado de pura potra y que aún me tengo que currar cuando tenga otro momento, hoy es domingo, ya se sabe, y son las tantas de la noche) a todos ellos (y aún faltan algunos, que iré poniendo con el tiempo, o sea poco a poco, para que no se me acaben en un pis pas) justo debajo de la cabecera del blog que está (por si algun@ aún no lo sabe, que de todo hay por ahí tan panchos y tan campantes como si nada) encima, justito, de esta misma entrada, que es lo que ahora estáis leyendo. No están en el mismo orden en que los puse la vez anterior, pero es que ¡no hay nadie perfecto!



Pues eso, que nos vemos

Se fue al carajo

No se porque extraña razón de repente han dejado de funcionar los reproductores (players) de los mp3 que con nuestros temas había ido poniendo en el blog.

Como les ha pasado a todos a la vez sospecho (que yo soy muy de sospechar) que tiene que ver con la página de alojamiento, que no es otra que BooMP3.

Así que lo investigaré en cuanto tenga un rato (que ando un poco pillado de tiempo) y si no me convence, buscaré otro alojamiento de mp3 en la red desde el cual se puedan escuchar nuestros temas.

Pido dsiculpas por el incoveniente (ya se que estáis todos locos por oir nuestros temas) y prometo solucionarlo lo antes posible.

Pues eso...

He consultado en "El escaparate de Rosa", mi blog de ayuda favorito, que de paso aprovecho para recomendaros a todos, y resulta que efectivamente, BooMP3 se fue al carajo como suponía, ya que le ha pasado lo mismo a mogollón de gente. Como no parece que lo arreglen voy a empezar a subir nuestros temas otra vez a un sitio que recomienda uno de sus lectores. Se llama MUZICONS y tiene buena pinta y es gratis como el otro (lo que es fundamental), aunque creo que no suena tan nítido. Espero que este dure más. Ya he puesto un player debajo de la cabecera del blog. Pero tardaré algo en subir todos los temas (ahora tengo mucho curro y poco tiempo), así que panciencia, please.

A hostiazo limpio

Por si no nos pasaran suficientes cosas chungas también nos cruzaron la cara. Vamos que nos dieron de hostias. A hostiazo limpio con Manolo, el hermano de Juanjo, y mi menda para más señas. Un tipo del barrio, al que conocíamos de vista. Un niñato guaperas de discoteca, todo moderno y a la vez hortera él, con su melenita recortada y sus pantaloncitos campana bien ceñidos, su chalequito abierto encima de la camisa con los picos del cuello por fuera, que se paseaba con dos chicas, cada una cogida de un brazo (que si las dos se cogían del mismo iba a resultar incomodo y tal vez hasta se escorara el tipo).

Parece ser que Manolo y yo, que íbamos a lo nuestro, tuvimos la tremenda osadía de mirar a las chicas según nos cruzábamos, así que el guaperas se nos acercó y nos inquirió en tono chulesco: "¿Qué, os molan las titis?", a lo que Manolo, pensando que estaba de coña le contestó: "Hombre, no están nada mal". Para que más. El guaperas le atizó un cabezazo en toda la naríz que lo dejó grogi y acto seguido se volvió hacia mí, que iba a espetarle algo, pero no me dió tiempo, ¡zas!, me endiñó un puñetazo y me puso un ojo a la virulé. A todo esto, una de las titis, nos decía a Manolo y a mi, "por favor no os peguéis, por favor no os peguéis", cuando hubiera sido más propio que se lo dijera a su furibundo acompañante.

No nos dió tiempo a reaccionar. El tipo se fue, con las titis cojidas del brazo, farfullando no se qué d así aprenderán estos a nos meterse con las chicas de los demás. ¡Pero si no habíamos hecho nada!. En todo caso una miradita de soslayo y nada más, que tampoco éramos un par de babosos que fueramos por ahí persiguiendo tías. Se ve que que quería lucirse y quedar de macho con ellas. Al poco llegó la baska y nos encontró en tan lamentable aspecto, Manolo sangrando por la nariz y yo con un ojo morado. Juanjo y Cesar querían ir a matarlo, bueno, un poco menos, a darle un par de hostias para que aprendiera el tío, pero ya se había esfumado. Así que aquella noche nos fuimos a casa conpungidos y doloridos.

Recuerdo que mientras iba en el metro a la uni a la mañana siguiente con el ojo que me escocía un güevo, iba pensando, lleno de rencor y de indignación, que aquello no me pasaría más. Tenía que aprender a defenderme y dejar de ser un ingenuo. Y un pacifista que huía de las broncas y las peleas. Y un cageta, que es lo que era en realidad, que lo de pegarme no me había molado nunca y había encontrado una justificación intelectual en lo del pacifismo. Pues no, aprendería karate, kung-fu, boxeo, lucha libre o cualquier cosa que me sirviera para romperle la jeta a tipos como aquel guaperas. ¡Vaya que si lo aprendería! (nunca lo hice en realidad).

En fín, al cabo de dos días estábamos en el barrio, que había sido el escenario de la escabechina, al mediodía (digo que entonces era al mediodía, el altercado había sido dos dias antes por la noche, sobre las nueve) cuando vimos llegar a Cesar muy sonriente. Le preguntamos que porqué estaba tan contento pero no nos lo quiso decir. Como insistimos bastante, que nosotros pesados podíamos ser muy pesados, nos contó que la noche anterior se había encontrado en un bareto con el susodicho guaperas y ni corto ni perezoso le había espetado "oye, ¿tu fuiste el que ayer pegaste a mis amigos?. No le dejó contestar, le soltó una hostia que lo tiró al otro lado de la barra. Luego salió del local. Desde entonces el tipo aquel, cada vez que se cruzaba con nosotros se cambiaba de acera (y no es broma).

P.D. 1 No os penséis que Cesar era un pendenciero. Jamás conocí nadie más pacífico y buena persona. Pero tenía la pegada de una mula.

P.D. 2 Ale, sin fotico hoy también, que no se guardan imágenes del evento y no era cuestión de poner cualquier ojo morado o similar alegoría sin más.

Un tunel sin fondo

Si, claro, podía haber dicho sin salida, pero no es lo mismo, si escribo sin fondo, significa que el tunel se parecía más a un agujero oscuro que a cualquier otra cosa. ¿Porqué no dije "agujero"?, sencillo, un agujero sin fondo evoca cosas (un desfalco, por ejemplo, y sin ir más lejos) que nada tienen que ver con lo que me pasaba. Y yo sabía bien lo que me pasaba. Qu estaba en un tunel sin fondo, lo cual quiere decir que el tunel iba hacia abajo y en caída libre. ¿Que, que me pasaba?. Estaba depre. Si, deprimido, amuermado, bajo, totalmente chafado de ánimos. y, ¿por qué?. Sus razones había, no os vayáis a creer. Y eso, que mi menda no ha sido nunca de tendencias depresivas, ni un ciclotímico de esos, por el contrario, los que me conocen creen que soy más bien un optimista. Pero ahora estaba jodido.

Para empezar, llevábamos meses, desde que Salva se fue a la mili, sin dar pie con bola musicalmente hablando. Todo lo que habíamos hecho desde entonces se me antojaba un desastre. O sea, lo que cualquier rockero desea con todo su alma, no tener batería y no poder tocar. Seguimos: no teníamos un local para ensayar. O sea que no ensayábamos. Y yo quería tocar (supongo que los otros, Quique y Rulo, también), pero es que yo, ¡quería tocar!, y sin local de ensayo estaba jodida la cosa. Muy jodida. No, no se podía decir que estuviera contento.

Mi flamente órgano Panther se había escacharrado, literalmente chasmuscado, y después del arreglo que me había hecho el Mauricio a precio de saldo, sonaba a cornamusa (y eso que yo nunca había oído hasta entonces una cornamusa, pero me imaginaba que no debía ser muy distinto). Así que un teclista sin teclado, sin local para ensayar, con un grupo mutilado (por la ausencia de Salva, oyes, que perder, no habíamos perdido ningún otro miembro, aunque yo me se de uno que para lo que me servía... )


Y además, ¡calabazas!. No, no me refiero a los suspensos en la uni y a tener que repetir curso, que eso me lo tomé en plan filosófico. Es que ese año se había consumado mi fracaso sentimental más profundo, hasta el momento, que luego tendría otros. Y es que la chica por la que me pirraba, Ernestina se llamaba, me había plantado (eso si, de muy buenas maneras) al día siguiente de darla yo un beso en toda la boca (que también se decía muerdo), que me había costado lo suyo, que mi menda era mogollón tímido además de cortado, porque el mamón del Bola había tenido la ocurrencia de declarasele la misma noche que yo (si, ya se que lo he contado en otro sitio, ¿y?, sucedió entonces, ese año, y era la gota que colmaba el vaso). Por si fuera poco, a los pocos día se lió (el Bola no, Ernestina) con un compañero de curso y aquello me dejó chafado totalmente.

Así que andaba depre, taciturno, amuermado, con el rostro torvo y el gesto chungo (¿o es al revés?). En fín, hecho una mierda. Metido en un tunel sin fondo. Sin ganas de nada, salvo que me dejaran en paz. El nuevo, y para mi, mismo curso empezaba, Salva no estaba, no teíaimos local de ensayo, y no íbamos a tocar en ninguna parte. ¿Quién da más?. Recuerdo que aquellos meses a menudo me cogía el rebote y me piraba a vagar por ahí sin sentido. O me sentaba en la plazoleta de Virgen de Lourdes bajo la lluvía hasta que me quedaba aterido. ¿Que podía hacer?. Nada, ¡a joderse tocan!.

Salieron los "grises" (pero se quedaron afuera)

Aquel otoño me matriculé en la Universidad de segundo de primero de Filosofía y Letras (ya he explicado que es donde había más tías y más melenudos, lo que para mi fue un argumento decisivo). O sea que repetía curso, pues me habían cascado tres suspensos gloriosos en griego (y eso que yo era de bachiller de letras), Historia del Arte y Lengua, por la sencilla razón de que me había tomado el curso bastante a cachondeo y me había fumado, literalmente, no pocas clases, sino muchas. Afortunadamente mi amigo Domingo repetía comigo y así no me sentía muy solo. Podía haber pasado de curso con tres asignaturas pendientes, pero no las tenía todas conmigo.

Cuando llegué a la Facultad el primer día de clase de ese curso, 1972-73, algo me llamó mucho la atención. Los "grises" que estaban en la puerta y nos pedían el carnet de estudiantes para dejarnos pasar, se habían ido. La verdad es que no se habían ido muy lejos, pero ya no estaban allí. Ni dentro, como antes, que tenían incluso un pequeño cuerpo de guardia según se entraba a la derecha en el edificio de Filosofía A, que es donde yo venía a mis clases. ¡Hombre, aquello ya no era los mismo!. Ahora, ¿como íbamos a llevar a cabo la acertada propuesta de Domingo de poner estudiantes en las puertas de las comisarias cuando cambiara la tortilla que les pidieran el carnet para dejarlos entrar?.

Pero como digo, tampoco se habían ido tan lejos. Se quedaron fuera de las Facultades, en el campus, bien visibles en sus jeeps y sus caballos y cuando había algún cachondeo que nos les molaba, ¡zas!, se liaban a palos como de costumbre, que era algo ya arraigado en ellos lo de deslomar a los pobres estudiantes, que éramos, como era sabido, unos rojos del copón y mogollón peligrosos. Así que, de vez en cuando, cuando la cosa se ponia fea, tocaba carrerita con los grises de perseguidores, aunque los que nos perseguían de verdad eran los antidisturbios, que eran mucho más bestias, y no habían echado, todavía, la barriga que distinguía a sus compañeros de armas.

Más de una vez tuvimos que ir jalando hasta Moncloa perseguidos por los susodichos antidisturbios con el único fín de que no nos tentaran losn huesos con sus porras y pasar una noche en los calabozos de la D.G.S., donde era noticia que las palizas también se prodigaban. Una vez en Moncloa, nos dispersábamos por las calles o nos metíamos en algún bareto, disimulando y poniendo cara de no haber roto un plato en la vida, como si la pinta no nos delatara como estudiantes, esto es, como unos rojazos muy, pero que muy peligrosos.

En una ocasión, Domingo, Jesús María, otro chaval y mi menda nos metimos en el primer bareto que vimos y, un tanto exhaustos, pedimos unas cañitas de cerveza como si tal cosa. Fuera se oía el fragor de la contienda (oyes, ¡que bien me ha quedado eso!). El dueño del bar, por precaución, cerró la puerta y puso el cartel de chapado, aunque dentro del local había gente. De repente a los pocos minutos, empezaron unos "grises" a aporrearla. Así que el hombre, con cara compungida, no tuvo más remedio que abrirla. Entraron y un cabo, entradito en años, que se ve que el hombre no tenía muchas luces para subir en el escalafón, empezó a gritar de malos modos que nos identificáramos. Y eso hicimos, bastante acojonados, la verdad, menos un señor mayor que al fondo de la barra siguió tomando su cerveza tranquilamente.

Ante tamaña desfachatez el furibundo cabo, se dirigió a él dando voces y le agarró por un brazo para que se volviera. Joder que si se volvió, y al tiempo que le pegaba un empujón que casi lo derriba, le puso un carnet ante las narices, ante lo cual el cabo, más pálido que un cadaver y medio balbuceando, solo acertó a decir algo así como: "...sus ordes mi, mi coronel. Ud. dis, disculpe, no sabía...". No pudo terminar. Le echó una bronca de órdago sobre que maneras eran esas de entrar en un establecimiento público avasallando a la gente, y acto seguido le pidió nombre y número. El cabo se los dió temblando y se fue con sus secuaces por donde habían venido. Hubo una explosión de aplausos, y también nos fuimos. Nos había salvado el pellejo. En fín, que me apetecía hoy contar alguna batallita.

Finales de noviembre

Pues aunque no lo parezca no tiene nada que ver con el día en que estoy escribiendo esto y que es el último del mes de noviembre, precisamente, pero que es una casualidad, que no lo tenía planeado ni pensado, sino que me ha dado por ahí, vamos, aunque la verdad es que viene a güevo, eso si. Se trata de una canción de Sandy Denny, que venía en un albúm doble que se había pillado el Rulo y se llamaba "El Pea", y que había sido grabado enteramente por gente de la Island Records. El título de la canción era "Late november" y pertenecía, aunque de eso nos enteramos luego, a un disco mágnifico que grabó en 1971, cuando ya había dejado Fairport Convention, y que se llamaba "The North Star Grassman and the Ravens", sencillamente genial.

Resulta que oíamos el disco de Rulo en todas partes, que nos había dado fuerte oyes, en su casa por supuesto, pero además lo habíamos grabado en una cinta de casete y lo escuchábamos aquí y allá, que tenía un montonazo de temas muy guapos y enrollaos. La canción de Sandy Denny, que a mi desde el principio me dejó conmocionado por su belleza, era la segunda de la cara A del primer disco, después del no menos magnífico "Empty Pages" de Traffic, un grupo a donde había ido a parar el teclista Steve Winwood, que antes había tocado en el Spencer Davis Group. Así que era la segunda que escuchábamos cuando Rulo ponía el disco o cualquiera de nosostros la cinta de casete.


No me negareís que es un temazo de los buenos y además tiene, no sé, como un lírica especial, además de su maravillosa voz, que me recordaba algo a la de Grace Slick de los Jefferson Airplane, pero mucho más suave y cálida sin perder por ello nada de fuerza. Como digo, escuchábamos la cinta en cualquier parte y aún recuerdo una tarde de otoño en el coche del Eme, perdidos en mitad de un campo en medio de ninguna parte, y la sensación de ser transportado por la canción de Sandy Denny, que luego cantó con Led Zeppelin en su cuarto album en "The Battle of Evermore".

Luego, un día en casa de un conocido de Quique que nos había propuesto tocar los tres en la fiesta de fin de curso de su colegio que estaba en Alcalá de Henáres (cosa que al final hicimos por aquello de que tocar era tocar aunque fuera en plan acústico y no sacáramos un duro, aunque a comer nos invitaron) escuchamos el albúm entero, que el tipo era forofo, y flipamos de lo lindo. Así que ahora no puedo resistirme a la tentación de poneros otros video de la Sandy. Este en directo con su anterior banda, Fotheringay, con la que había grabado otro disco estupendo pero que duró muy poquito (la bando, no el disco) pero sonaba igual de bien.


Pues eso, otra gran cantante y compositora, desgraciadamente malograda muy joven, que ha dejado una profunda huella. Yo aún la sigo escchando a menudo y he hecho todo lo posible por pillarme todos sus discos.

De Kabul a Tokio (sin movernos de Madrid)

Ya te digo. No es que estuviéramos todo el tiempo viajando de aquí para allá como unos locos, más bien al contrario, apenas nos movíamos del barrio y de Madrid, no por falta de inquietud viajera, que querer ver sitios nuevos claro que los queríamos ver, sino sobre todo por falta de pelas, que andábamos siempre semiarruinados y con más telarañas en los bolsillos que el desván de una casa de época victoriana. Así que de viajar porquito, que en eso estábamos acordes con el resto del país que tampoco es que se moviera mucho, salvo algunos jipis que conocíamos que se habían ido a Amsterdam (luego iría nuestro amigo Guillermo) o a Londres o a Ibiza, que caía mucho más cerca, y se estaba convirtiendo en el refugio de todo el jiperio. Nuestro amigo Antonio llegó hasta el Nepal, con tal de no hacer la mili, pero se salía de las estadísticas al uso.

¿Entonces?. Bueno Kabul era el nombre que tenía el perro de nuestra amiga Ana, de la cual yo había estado platónicamente enamorado de chaval, y se lo había puesto en honor a la capital del sitio de donde procedía unos de los mejores "humos azules" del mundo, que era una pasada tu, antes de que el país se fuera al carajo con la invasión rusa, los talibanes y todo el mogollón que vino después y aún continúa. Era un perro, bueno más bien un chucho (y lo digo con todo el cariño que yo le tenía) pequeño de color negro y muy simpático que siempre andaba con ella y con el que jugueteábamos y que de alguna manera representaba lo jipis y hasta lo bohemios que éramos, que éramos un puñao de jipis y bohemios como ya he explicado en otras ocasiones.

Tokio era al nombre de una cafetería que había en la calle de Felipe II, justo detrás y enfrente del El Corte Inglés de Goya (que "detrás" y "enfrente" no tienen porque ser contradictorios, que noto depende de como quiera uno explicar la cosa) que a Junajo le gustaba otro puñao y a la que solíamos ir de vez en cuando, sobre todo cuando él nos invitaba, dado el ruinoso estado de nuestro pecunio (que no se muy bien que es, pero creo que tiene que ver con las pelas). Era un sitio muy chic y glamuroso, aunque entonces no se decía así, que daban unos gintonic y unos sadwiches cojonudos (y, por supuesto, de gorra, que los pagaba todos Juanjo, que deberían haberle concedido el título honorífico de ONG andante, pero es que entonces las ONGs no estaban tan al uso y a la moda como ahora mesmo). Solíamos sentarnos en las mesas que había en la parte de arriba, cerca de la entrada, y a veces bajábamos a un salón muy grande que había en el piso de abajo, y se puede decir que los únicos greñudos de todo el local éramos nosotros.

Así que de Kabul, el chucho psicodélico y enrollao, a Tokio, la cafetería de gente guapa, que tampoco es que la frecuentara la jet esa, pero a nosostros todo lo que no fueran greñas y un cierto desaliño (solo un cierto, ¿eh?, que ducharnos nos duchábamos a menudo, pero había que mantener el tipo) nos parecía gente guapa y hasta pijos, que también había en nuestro barrio como ya os he contado alguna vez. Y no os creais que íbamos solo a pimplar y jalar, que también éramos un mogollón metafísicos, o por lo menos lo intentábamos, oyes, y recuerdo por ejemplo una noche hablando con Juanjo y Lourdes sobre la Nada y el Todo, como si tal cosa, aunque los gintonics le ponían su puntito.

Bueno, pues eso, de Kabul a Tokio sin movernos de Madrid, los dos polos antagónicos pero complementarios de nuestro particular imaginario geográfico y los dos polos, en fín, de nuestra juvenil existencia, En medio un montón de cosas para rellenarla, la música, el grupo, los amigos, los colegas, la baska, las chicas (todos, menos yo, ya se entiende), el barrio, los baretos, las cañas, los libros, el curro, la universidad, los grises... y unas ganas tremendas de tirar pa lante.

Un marxista convencido

Si, si, yo ya era por aquella época un marxista convencido. ¿El Capital?, no, que va. ¿Materialismo histórico o dialéctico?, no tampoco (eso llegaría más tarde), que todo eso estaba aquí muy mal visto por nuestras autoridades patrias y además resultaba especialemente peligroso, aunque jovenzuelos como éramos tampoco teníamos un sentido muy preciso del peligro. Me refiero al otro marxismo, el de los geniales Hermanos Marx, con lo que no he parado en todo este tiempo (y han pasado un puñao de años, oyes) de troncharme de risa. No es que no tuviera conciencia política, es que sencillamente no sabía aún lo que era eso. Por supuesto me jodía que los "grises" nos persiguieran como a conejos por la Universidad cada dos por tres, y tenía bastante claro que vivíamos en una dictadura hedionda, pero no había pasado de ese punto. Todo habría de llegar... Mientras tanto, mi marxismo no iba a cambiar el mundo pero podía alegrarme el día (o la tarde).

No, ahora, me refiero a que me pirraba el cine de los Hermanos Marx, con su humor absurdo y loco que a mi me parecía tan moderno y actual. Aunque lo cierto es que no aguantaba, y sigo sin aguantarlos, los solos de arpa de Harpo (¡anda mira!, acabo de caer en la similitud de los nombres. ¿Le pondrían Harpo porque tocaba el arpa?. Que en inglés arpa se dice "harp", que me he enterado muy a conciencia. Bueno, solo he tardado unos ciencuenta años en darme cuenta, no esta mál ¿eh?) que era una manía que tenía en tío, que en todas las pelis suyas, viniera o no a cuento -mayormente no venía- te endilgaba un solo de arpa de las narices que en mi opinión solo servía para cargarse el ritmo de la película. Si lo que querían es que supiéramos que el tipo tocaba fetén el dichoso instrumento, hubiera sido más gracioso (y menos cansino para los oidos) que en algún momento de cada película vistiera una camiseta con una leyenda del estilo: ¡eh!, que yo toco muy bién el arpa. ¡Un respeto!".

Pero en fín, dejando a un lado los tediosos solos de arpa de Harpo, que yo aprovechaba para ir al tigre, echarme un truja en el pasillo, o ir al bar a pillarme unas palomitas (que entonces no te clavaban el dineral que cuestan ahora, que más que palomitas parece que te estén dando perlas y lapizlázuli), lo cierto es que me molaban un montón las pelis de los Marx, Groucho, Chico, Harpo y Zeppo (que ya he dicho que a don Carlos y a su amigo Federico no los conocía aún por aquel entonces). Que los tíos bacilaban que daba gusto verlos y mi menda no ha visto bacilar a nadie en el cine con más gracia y ocurrencia que ellos. Y debe ser algo genético (que me gustaran los Marx), ya que algún tiempo despues mi hijo, que era a la sazón un enano de cuatro o cinco añitos, no paraba de ponerse en el vídeo sus peliculas y hasta se las aprendió de memoria.

Recuerdo que en una ocasión nos ibamos al cine la baska y no nos poníamos de acuerdo sobre que pelis ir a ver (en los cines de barrio de entonces echaban dos en sesión contínua, así que si te habían gustado podías repetir por el mismo precio, un chollo que ha desaparecido hace tiempo). Que si a mi esta no me gusta, que si esta otra ya la he visto yo varias veces y en este plan. Así que se me hincharon las narices y allí que les dejé plantados con la discusión. Me metí en el Carlton, un cine que estaba en la calle Ayala, no lejos de nuestro barrio) que ponían programa doble de los Marx: "Un día en las carreras" y "Tienda de locos" y me lo pasé pipa yo solito, que con aquella compañía en la pantalla, viendo como bacilaban a la pobre Margaret Dumont, que se ve que no se enteraba muy bien de que iba la cosa, y a quién se pusiera por delante, no se necesitaba más.

Tienes un amigo

En realidad espero que tengáis más de uno, cuatro o cinco, por lo menos, tampoco muchos más que entonces que seguro que más que amigos son amiguetes, y está muy bien tener muchos amiguetes, pero no es lo mismo que terner amigos, amigos de los de verdad, con los que has vivido un montón de cosas juntos, chungas o dabuti, para lo bueno y para lo malo, que de esos hay pocos (joder, que parece la letra de un tango, o de un bolero, de un rollo de esos sentimentales impropio de cualquier rockero que se precie), esos que sabes que aunque no los veas en mucho tiempo siempre estarán allí cuando los necesites, si es que los necesitas, sin pedir nada a cambio, ni explicaciones, ni tu compañía si están lejos, y lo mismo tu con ell@s. En fin, amig@s.

Bueno, en realidad me refiero a la preciosa canción de Carol King "You've Got A Friend" que venía en su albúm (ya quedamos que no volvería a llamarlos L.P.) "Tapestry" que salió en 1971 pero que aquí lo llegamos a conocer un añito más tarde como ya venía siendo lo habitual. Creo recordar que fue nuestro amigo Cesar el que nos la descubrió, pues le ponía cantidad (ella y su música). El disco fue un exitazo en todo el mundo, como el concierto que dió en el Central Park de Nueva York en 1973, o sea un año después más o menos de lo que estoy contando, donde reunió a más de 100.000 personas (¡ahí es ná!).

La verdad es que cantaba fantasticamente con esa voz que tenía un punto de cantante negra (aunque no tanto como Janis Joplin, claro) y eso que además de tener una pinta de jipiosa que no veas era más rubia que un arcangel (pero ¿alguién ha visto un arcangel alguna vez?, que no sea en "Dogma", a ver si va a resultar que son más morenos que "El Cigala") y sus temas, compuestos por ella -la verdad es que llevaba componiendo mucho tiempo junto con su ex (marido) Gerry Goffin y muchos de sus temas se convirtieron en éxitos en versiones de otros grupos, como los Monkees, los Animals e incluso los Beatles- eran realmente buenos. No, no era un cantante de blues, como Judy Roderick, de la que hablaré algún día, pero merecía la pena oírla.




Esto es lo que pasó precisamente con "You've Got A Friend", una de las mejores baladas que se han compuesto nunca, que se convirtió en un éxito en la boca del soseras del James Taylor, que yo no he visto un tío más soseras en mi vida, oyes, que la cantaba con muchísima menos garra que Carol King, y sin embargo se convirtió en el mayor éxitazo de toda su meliflua carrera como cantante de baladitas. Debería estar prohíbido. ¿Alguien lo entiende?. Pues eso, que a la baska no hay quién la comprenda muchas veces, que prefieren a un cantante dulzón y apagadito de baladas ñoñas, que en eso es lo que convierte lo que canta (aunque con "You've Got A Friend" no pudo de lo buena que era, pero si perdía gran parte de su encanto original), en vez de una voz vibrante y llena de matices. ¿Será que les falla el orejo?. Pues que se entrenen, coño.



P.D. En el último video que os he puesto ya esta un poquito más tarra, pero sigue cantando de puta madre la tía ¿que no?.

Parque de Atracciones

Resulta que en Madrid hay un Parque de Atracciones. No es Disney World, ni puñetera falta que hace, pero la verdad es que no estaba mal, por lo menos para aquellos tiempos que corrían. Y resulta que nuestra amiga Mayte conseguía a menudo invitaciones gratis para el Parque, por su padre creo, o sea que no págabamos en la entrada, aunque luego había que retratarse en cada atracción. Además de las atracciones al uso, como la Montaña Rusa a lo bestia, que se llamaba Jet Star o algo así, en la que Juanjo y yo no consentíamos en subir y otras por el estilo, como un invento diabólico que no me acuerdo como se llamaba que consistía en que te hacían girar como si te hubieran metido en una centrifugadora gigante, a las que tampoco subíamos (que no nos hacía ninguna gracia que nos cobraran por torturarnos y tampoco íbamos a sacarnos el carné de astronautas), había otras más clásicas y molonas, como el Tren de la Bruja o la Casa Magnética, que esta última si que molaba cantidad.

También había un auditorio bien grande al aire libre donde en las noches de verano se solían programar conciertos por la cara, o sea gratis, que si ya habías entrado en el Parque, de la manera que fuese, que eso ahora no viene a cuento, no tenías que pagar ni un duro. Y tenía restaurante y todo, que servían unos platos combinados que eran un mierda, pero a nosostros nos daba igual que ya nos llevábamos el bocata de casa. Allí vimos, por ejemplo, a Los Pekenikes (¡un respeto!, ¿eh?), como ya he contado aquí en otro sitio, y también a Joan Manuel Serrat, que dió un conciertazo muy guapo. Que sí, que éramos rockeros, muy rockeros y muy jipis, pero también nos iba el Serrat, oyes, que no hay nada malo en ello y el tío cantaba de puta madre y hacía unas canciones tela fardonas.


Así que cuando la ocasión se presentaba, que tan poco solía ser muy a menudo, allá que nos íbamos la baska al Parque de Atracciones a flipar de lo lindo, en metro, claro, que estaba a tomar por c... del barrio y muy cerquita de la Casa de Campo, sobre la que ya hablaré en otro momento, que allí también flipamos de lo lindo (y era gratis). y, ¡ala!, a vacilar en el Pulpo, la Casa Magnética (que tenía luz negra como las discotecas y solo se te veían los piños, pero eso si, la mar de blancos), el Barco Pirata que también era un flipe, que había que pasar por una rueda que no dejaba de girar a toda leche, el Tren de la Bruja, que a mi me molaba cantidad, y cosas por el estilo, y hasta en Los Caballitos, oyes, que había que vernos con la pinta que teníamos.

Y recuerdo una vez que nos fuimos los cuatro MOH en plan iniciatico, que nos habíamos tomado un enteógeno de esos, y no veas si flipamos, aunque yo no me atrteví a subirme a todo, que siempre he sido un poco cageta, oyes, razón por la que he llegado tan sano a mi edad y sin ningún hueso roto, pero si que me monté, con los otros tres, en la noria, que era un puñao de alta y se eaía desde arriba todo Madrid y no veáis que alucine. Fue como una iniciación para los cuatro amigos rockeros, sin nadie más de la baska, como en otras ocasiones, y no lo pasamos de puta madre de bien.

Y también recuerdo otra vez, que Juan, el Bola y mi menda nos habiamos ligado a unas chicas (que ya era una cosa bastante rara en nosotros, y casi un puro milagro) en Moncloa, después de salir de la univerisdad, y las invitamos a ir al Parque de Atracciones y allí estuvimos haciéndo el ímbecil (que es lo que se suele hacer en esas ocasiones) y tirándonos el moco, a ver si colaba, y no lo pasamos mál, que las volvímos a ver un par de veces más (pero no nos comimos un rosco, eso sí), pero nada que ver con la otra vez que acabo de contar (y eso que no había chicas ni nada), ni con las otras con toda la baska, que eso de ligar al final era un muermo. Pues eso, a flipar de lo lindo en el Parque de Atracciones.

No necesito ningún médico

No es que me pase nada o me deje de pasar, es que acabo de acordarme, después de haber estado currando todo el puñetero día (acabado de terminar hace un rato) de un tema de Humble Pie, grupo formados por antiguos poperos que se habían pasado al bleus y el rock duro (¡bien por ellos!) y al que empezamos a escuchar por aquella epoca, que tenía una pegada tremenda "I don`t need no doctor" de su doble albun en directo "Performance Rockin The Fillmore ", que era una pasada total. ¡Hay que ver comoo sonaban los tios!. Bueno, la verdad es que es lo primero que escuchábamos de ese grupo y ni siquiera teníamos el disco, sino que alguien (ya no me acuerdo quién, oyes, que tampoco fue antesdeayer) nos había grabado una cinta de casete que nos poníamos a todas horas.

Resulta que los del "Modesto Pastel" que es lo que viene a sigificar literalmente su nombre en cristiano (si hay un juego de palabras oculto, mi menda lo ignora que tampoco es que esté yo muy versado en la lengua del Chespir) son considerados como el primer grupo de Heavy Metal de la historia, mayormente por la traya que metían en sus actuaciones en directo, que tiraban de decibelios que no veas, y hasta en el albún en cuesión (que no es el que aparece abajo, que ese es otro en el que se les ve mejor los caretos) había una etiquetita (que lo he leído en la Wikipedia esa, que ya dije que solo teníamos una casete grabada) con el lema de "Heavy Metal".



Luego el Peter Frampton, que había fundado el grupo con Steve Marriott de los Small Faces, se piró y empezó su andadura en solitario, mucha más floja en mi opinión (ya se que no todo el mundo piensa lo mismo, pero para mi que abusaba un tanto de temas un poco ñoños, aunque eso sí, tocaba la guitarra de puta madre el tío) aunque seguía teniendo un directo fortísimo con su banda, como demostró también con su doble album "Frampton Comes Alive" que se publicó en el 76, o sea un porrón de tiempo después. Pero ahora estamos en el 72, escuchando un disco (mejor dicho, una casete que nos habían grabado) del 71, lo que por aquí solía ser bastante habitual, como ya he contado en otras ocasiones.


Bueno, aquí tenéis el vídeo de un directo del 71, si después de esto alguien sigue necesitando un médico es que esta muy malito, pero que muy malito.

Brother Wolf

Aunque las cosas no estaban por aquí para mucha coña marinera (ni de ningún otro tipo), mira tu por donde que la gente de estos andurriales hemos tenido siempre por costumbre descojonarnos de todo aunque vinieran torcidas (tal vez por lo de que las penas con risas son menos penas) y esto fue lo que pasó ese añito del 72, en que los MOH andábamos sin local para ensayar, con Salva en la mili y un tanto perdidos, que habían sido muchos malos rollos en muy poco tiempo y aún no lo habíamos acabado de asimilar del todo. Como también hemos tenido por norma, salvo unos pocos que se pueden contar con los dedos de una mano, no significarnos mucho, no protestar, no denunciar, no nos vaya a pasar algo. Cosas de un país de súbditos.

Aquella primavera salió a la calle, sin previo aviso, o sea a traición, "Hermano Lobo" una revista que se dedicaba lisa y llanamente a cachondearse del regimen. No del gobierno, que también, pero sobre todo del regimen ese de mierda que llevábamos ya soportando tantos años. ¿Ah?, ¿que no os había dicho que este era un regimen de mierda?, pues lo digo ahora, ¡ale!, que no solo eran unos fachas del copón bendito (algo muy propio -lo de los copones benditos- del facherio) sino que eran cutres y rancios como ellos solitos. ¡Hay que haberlo vivido!, lo siento, es algo que no se puede contar en todo su mugriento detalle. Nosostros lo vivimos en el momento en el que, por la edad, no tienes miedo de nada, o por lo menos tienes menos que tus viejos y la gente de su edad.


Pues ahí estaba el Chumy Chúmez, un cachondo el tio y un rojo que no veas (o eso decían los fachas, que aquí si no eras facha eras rojo y no había más narices), con una serie de colaboradores como Forges, Perich (que ya había publicado su "Autopista" para cachondearse del "Camino" del fundador del Opus, que a mi mi había regalado tiempo atrás una vecina de mi madre que al parecer estaba preocupada por mi salud espiritual, la pobre, o que era una facha de tomo y lomo) y Manuel Summers, unos ya conocidos y otros que estaban empezando. A pesar de que no había tenido ningún tipo de publicidad fue eun éxito de ventas desde el primer día y habia que ir temprano al kiosko si no querías quedarte sin ella. Que "La Codorniz", que en su época había sido el único bastión humorista contra la caspa del regimen y había vivido tiempos gloriosos, andaba ya de capa caída, como si no le cogiera el pulso a la baska y a la calle.

La verdad es que retrataba, con mucho humor gráfico y poco texto (que aquí siempre hemos sido vagos para leer más allá de unas pocas líneas) con mucho cachondeo y un tono a veces un tanto bestia (pero menos bestia, eso si, que el regimen con el que se metía) la cutrería generalizada y los estereotipos (¿que coño será eso?) imperantes, que no dejaban títere con cabeza, y eso que había que andarse con mucho ojo si no querías acabar en la trena, así que hoy, sin que lo pretendieran sus creadores, se ha convertido en todo un tratado de sociología (dime de que te ríes y te diré como vives).

Fue como una bocanada de aire fresco en medio de la podredumbre general que se respiraba. El "semanario de humor dentro de lo que cabe", que así rezaba el eslogan debajo del título, nos alegró la vida, como nos la alegraban los discos de nuestros grupos de rock favoritos. Y cada semana, a esperar que llegara al kiosko para descojonarse de la risa. Y coleccionarlo, que luego, es una pena que no tuvieramos todos los números, que algunos no llegamos a tiempo para pillarlos, y que, tiempo después, en una limpieza tonta, nos desprendiéramos de los que teníamos (yo pocos, que lo leía de gorra por aquello de que siempre andaba mal de pelas y a la última pregunta), aunque ahora, gracias a la internet esa desde la que os doy la barrila, los podemos leer todos tan panchos. ¡Joder como han cambiado las cosas!.

Una escalera al cielo

Por aquella epoca escuchábamos mucho la que, sin ningún lugar a dudas, es una de las mejores canciones del rock de todos los tiempos "Stairway to Heaven" de los Led Zeppelin, uno de nuestros grupos favoritos, cuyo segundo y tercer álbunes habíamos escuchado miles de veces sin por ello cansarnos ni un poquito. El cuarto nos pareció algo más flojillo (teniendo en cuenta lo buenos que eran los otros, ¿eh?, no malinterpretar please) aunque tenía temas con mucha pegada, sobre todo "Rock and Roll", pero nada comparable con la maravillosa "Escalera al cielo". Si, ya se que hay gente por ahí que no le gustó mucho el III porque era demasiado acústico, pero a mi me parece casi tan bueno como el II (para gustos, colores).

El Robert Plant estaba que se salía, cantando al principio en tono melódico de balada rock para luego llegar con sus increibles agudos, que no ha habido un cantante de rock duro o Haevy Matal que suba lo que subía este tío y sin usar el falsete ni tirar de recursos, ¡a pelo!, el muy bestia. Y el Jimmy Page, que había estado en los Yardbirds, una auténtica escuela de rock y blues por la que habían pasado también Eric Clapton y Jeff Beck, estaba tremendo a la guitarra solista, que era un flipe verle tocar en directo con el cacharro ese de doble mastil, que aquí no sabíamos ni que existía, aunque aún tardamos un poco en ver las pelis de sus conciertos (¡cosas del país este!).




Ni que decir tiene del trabajito fino que hace el John Paul Jones al teclado de un Hammond, que parecen flautas de verdad, que no se como lo hace el tipo, aunque a mi, con mi cascado Panther me daba lo mismo, que no había manera de que sonara de aquella forma. Y el John Bonham atizándole a gusto a la batería. Además el clima que se iba creando hasta llegar a la parte más dura, puro haevy del mejor, te iba poniendo tono según la escuchabas. En fín, que la habremos oído unos cuantos miles de veces y siempre nos parecía (y me parece) una maravilla.

Y no se que chorradas andaban diciendo por ahí que si la escuchabas al revés había una invocación satánica, como que alguién en su sano juicio, con lo buena que era esta canción se iba a poner a escucharla al revés (que lo que se oye es una mierda y además te puedes cargar el tocata, oyes, y no estaban los tiempos para esas aventuras). Que siempre hay gente que tiene que andar sacándole la punta a todo (que había mucho desocupado por ahí fuera para dedicarse al rollo satánico ese, que aquí con que no nos partieran la crisma los "grises" ya teníamos bastante) en vez de disfrutar tranquilamente de lo que hay. ¡Que les den!, y nos dejen escucharla a gusto. Que aunque lo nuestro era el rock progresivo, experimetal y psicodélico, también nos molaba un güevo el rock duro, como se le llamaba entonces, y en eso los Led Zeppelin eran los mejores. Por mi parte, estaba encantado que un grupo de rock tan potente utilizara el teclado en muchos de sus temas.

P. D. En el video en directo que os he puesto, el Robert Plant no la canta tan bien (aunque tampoco lo hace mal el tio) como en la versión de estudio, pero que le vamos a hacer, el directo tiene estas cosas.

En la puta calle

Tirados en la puta calle, así pasábamos el tiempo cuando la casa de Rulo no estaba disponible (ya que su madre tenía la dichosa manía de volver cada día después del trabajo y a la mía no le molaba que trajera gente a casa, bueno, uno o dos para un rato, pero nada de invasiones). Se acabaron los tiempos felices de la discoteca del cole o de nuestro primer local de ensayo, en el sótano también de nuestro antiguo colegio. En la puta calle, que si hacía buen tiempo no era cosa chunga, pues nos íbamos a la plazoleta o al parque. Lo jodido era desde noviembre hasta marzo, ambos dos incluidos, oyes, que en Madrid ya se sabe: nueve meses de invierno y tres de infierno (cosas del puñetero clima continental ese de las narices).

Así que nada, bien abrigaditos y al relente que no había otra alternativa. De más jovencillos habíamos alquilado, por una muy módica cantidad más las consumiciones, el sótano de un bareto para pasar el invierno y allí nos reuníamos hasta con tocata y todo. Luego fuimos a otro que tenía un pequeño reservado en el piso de arriba y también frecuentamos un tercero que también tenía unas mesas en el piso superior, y así pasábamos las tardes gélidas al abrigo del mal tiempo. No solía durar mucho. O se cansaban los dueños de que estuvieramos horas con unas pocas consumiciones o nos acabábamos cansando nosotros. Pues nada, a la puta calle, que le vamos a hacer.

Recuerdo un día que habíamos ido a dar una vuelta por el antiguo barrio de Rulo, que hacía un frío del carajo bendito. Estábamos congelados y no teníamos ni un duro para entrar en un bar y estar un rato calentitos, así que acabamos metidos en una cabina de teléfono hasta que se nos pasara un poco la rasca. Ibamos Cesar y mi menda, y creo que el tercero era el mismo Rulo. Otras veces nos metíamos un rato en el portal de alguién, por ejemplo en el de Salva, por aquello de que los porteros nos conocían y que su hijo, Juan, "Juanito", había sido "pipa" del grupo en sus mismísimos comienzos.

Pero no nos quedábamos en casa, no. Preferíamos estar juntos y congelarnos en la puta calle que no quedar para vernos. Cosas de la juventud y sobre todo de la amistad, que era como si no estuviéramos completos si no estábamos con los otros aunque fuera pasando frío. Y vueltas y vueltas al barrio, que andado se notaba menos que si te quedabas parado, y una vuelta más y risas y coñas, que aunque hiciera frio no nos iba a cortar el rollo, y de repente, por puro bacile, nos parábamos y nos poníamos todos a mirar muy serios hacia lo alto, y señalábamos con la mano, como si estuviera ocurriendo algo extraordinario, hasta que al final se hacía un corro de gente mirando, y entonces echábamos a reir a lo bestia, y seguíamos con lo nuestro (una vueltecita más).

En la puta calle oyes, y a veces, si había suerte, pues nos metíamos en el "seiscientos" de la madre del Bola, cuando podía pillarlo, o en el coche de Pilar, la novia de Salva, o en el mini ranchera que tuvo Quique una temporada, o en el de Juanjo o en el de Juan, que también era de su padre pero se lo dejaba de vez en cuando, así aparcados y todo para quitarnos un rato el frío, y no gastar gasofa y que tampoco teníamos a donde ir (aunque fuera en coche), si no éramos muchos y cabíamos dentro. Y recuerdo un día en el coche de Juanjo, que estábamos aparcados en el Barrio Blanco, cercano al nuestro, y estana tambien Manolo, su hermano, y nuestra amiga Chus, que no se muy bien que hacíamos, pero algo esperábamos, y caía una manta de agua del copón, que eso era aún más jodido, cuando llovía, y entonces nos metíamos en los soportales de la plazoleta.

Si no llovía, ¡a la puta calle! a gastar zapato y seguir con lo de las vueltas, por la Avda. Donostiarra y Virgen del Coro, que en Virgen de Lourdes hacía aún más frío y también una ventolera de espanto, que es como si estuviera en mitad de un páramo y mucho no le faltaba la verdad. Y las manos heladas hasta con guantes que costaba un güevo encender un truja. Y apurábamos el tiempo hasta el último minuto, por mucho frio que hiciese, que era como si no fuéramos a vernos nunca más en la vida y no quisiéramos despedirnos, y no al mismo día siguiente como era lo habitual. Cosas de amigos.

Su tabaco, gracias

Jodido fumeque. La verdad es que no me inicié pronto con los trujas, aunque había tenido un intento fallido de preadolescente de esos, o sea de niñato. Con catorce añitos Salva y yo compramos un par de cigarros rubios al tipo que vendía tabaco suelto (entonces se vendía también así, suelto, pillabas los trujas que querías y listo) además de chucherias y cosas por el estilo en la esquina de la Avda. Donostiarra con Virgen de la Alegría. Con nuestro botín recién adquirido nos fuimos al descampado detrás del Sampas (para que nos nos viera nadie y diera el chivatazo en casa), les prendimos fuego, dimos una calada y ¡puag!, ¡que asco!, que mal sabía aquello (eran "Bisontes", para más señas) que mal nos sentó y que mareo nos pillamos. Así que pasó bastante tiempo hasta que nos decidiéramos a probar otra vez.



La verdad es que no volví a fumar hasta la univesidad, donde un compañero de clase se encargó de "iniciarme" dejándome un cigarro junto a la hoja en que tomaba apuntes cada vez que él se encendía uno (¡la madre que lo... !), lo que ocurría con bastante frecuencia. Si, se podía fumar en clase (en el cole nos dejaron fumar en el último curso, el famoso "preu", aunque solo en un rincón del patio destinado a tal efecto) y prácticamente en todas partes y también le vendían tabaco a los chavalines (¡muy sano todo!). Aunque al principio pasaba de cojerlos, y luego, sin más, los tiraba al suelo, el seguía erre que erre, que debía tener comisión de la Tabacalera, me imagino yo, total que finalmente acabé cogiendo uno y fumándomelo, y así es como me enganché, de la manera más tonta (ahora solo fumo puritos -puritos, no purazos- y pocos).

Por aquella época todos los demás ya fumaban, así que creo que fuí el último en incorporarme al vicio del tabaco, aunque tenía cuidado de no fumar en casa para que no se mosquease la vieja que no había fumado nunca y no quería que yo fumase. Las chicas solían fumar tabaco suave y mentolado que a mi me sabía a rallos (prefería el negro) y los chicos se repartían entre los que fumaban rubio (Bisonte y Lola, sobre todo) y negro (Rex o Ducados, salvo el bestia de Antonio "el Ruso" que fumaba Habanos, negro fortísimo). Y es que estaba bien visto lo de fumar, y era de mayores, no como ahora que pareces un apestado y un terrorista de la salud, así que fumábamos incluso cuando estábamos tocando (una caladita y dejábamos el cigarro pillado entre dos cuerdas en el clavijero).

Un día que estábamos en casa de Juanjo, se derramó sobre el último paquete de tabaco que teníamos una cerveza o un cubata y fue y se mojó todo. ¡Que espanto!, sin tabaco y además eran las tantas y estaba todo cerrado, así que no se podía ir a por más. Pues nada, que pilló Juanjo un secador de pelo y los fue secando uno a uno (los cigarros, que estaban empapaditos) con mucho cuiadado y mucha paciencia y se acabaron secando pero cogieron una pinta de lo más raro, como si ya se los hubieran fumado aunque estuvieran enteritos, y lo peor es que también sabían a demonios (que no creo que nadie se haya fumado un demonio pero tampoco deben saber muy bien). Pero ¡que se le iba a hacer!, que era tabaco al fin y al cabo (que peor sabía la picadura o sopilcaldo), que ya se sabe lo chungo que puede resultar el dichoso mono.


P.D. El dibujo de arriba lo he pillado de un blog que se llama "Mis pequeños descubrimientos". Si no quieres que lo use en este, dímelo y pondré otra cosa.

¿Crisis?, ¿Que crisis?

No es por la que está cayendo ahora, que mi menda ya lleva unas cuantas crisis de esas a sus espaldas, y aquí sigo tan campante, aunque con más canas y menos pelo, y en pleno furor rockero (para variar), y pienso salir de esta como he salido de las otras, que no me van a conseguir amargarme a estas alturas, que siempre nos quedará el rock`n roll (aunque algunos estén podridos de pasta). Pues por aquella época, si, si, también tuvimos nuestra crisis, ¡faltaría más!, que el jodido capitalismo de mierda ya se encarga de fabricar una cada tantos años para cagarse en los derechos de los currantes y poder seguir haciendo negocietes cono si tal cosa.

Ahora que lo pienso (cosa que solo hago de vez en cuando, que está muy mal visto y es puñao de cansao) tal vez me esté anticipando un poco, que la jodida crisis del 73 comenzó en otoño de ese añito por aquello de la enésima guerra entre árabes e israelies y porque los primeros se cogieron un rebote de la hostia y cerraron el grifo del petróleo, ¡que te vas a enterar, coño!, que si quieres petroleo lo vas a pagar a lo que yo diga, que yo tengo y tu no, ¡chinchate!, y yo estaba contando lo que hacíamos allá por el 72.

Total, que me he saltado un año por todo el careto, que para eso soy yo el que escribo el rollo este de blog (que me ha dado por ahí, oyes, ya deberías haberte dado cuenta) con la matraca esta de MOH, el mítico grupo de rock progresivo, experimental y psicodélico, y madrileño para más señas, que ya volveré a lo que nos pasó en aquel año del 72, pero ahora voy a hablar (que me apetece y ya está) de la puñetera crisis. ¡Que no, coño!, que de esta no, de aquella, la que vivimos con apenas dieciocho o diecinueve abriles (aunque algunos ya habían cumplido los veinte) y estábamos por comernos el mundo (que para eso habían puesto el mundo ahí, para que nos lo comieramos, si no ¿para qué?).

Que la cosa parece que estaba muy chunga, que nuestros viejos no hablaban de otra cosa, y nosotros, aunque no estábamos muy al loro, algo pillabámos, que tampoco es que fuéramos imbéciles y de algo nos coscábamos, pero lo cierto es que ya estábamos tan acostumbrados a las estrecheces que ni nos parecían estrecheces ni nada, que como nunca teníamos un duro, eso de la crisis nos sonaba a chino mandarín. Así que hubo crisis, ¿que crisis?, que nosotros seguimos sin un duro y pensando más en el rock que en otra cosa, que no hay nada como ser tan joven, no tener un duro y estar locos por la música rock.

Así que nosotros estábamos en crisis económica permanente, sin saberlo ni padecerlo, además de la existencial muy propia de la edad, por lo que ya estábamos mas que acostumbrados a las penurias, y no nos parecía nada raro ni del otro mundo. Todo lo contrario, lo raro era pillar pelas y darse un homenaje, muy de vez en cuando, como aquella vez que me empleé de profesor de guitarra echándole mucho morro (que ya no me acuerdo si lo he contado, así que ya lo repasaré otro dia y si no lo he contado pues ya lo contaré y si ya lo he contado, pues no). Vamos, que nos importaba un carajo que la crisis hubiera empezado en otoño del 73. ¿Crisis?, ¿que crisis?.

La Boite del Pintor

Estaba en Goya 79 y era una de las mejores discotecas de Madrid. Bueno la verdad es que tampoco había muchas por aquella época, que aquí también las discotecas habían llegado tarde como todo lo demás. La primera se inaguró en la calle de Don Ramón de la Cruz, rapidamente rebautizada coomo "Moncho Street" por los pijos al uso, esa especie a la que detestábamos. Ya no me acuerdo como se llamaba (si alguno lo sabe no estaría mal un soplo, please) y además creo que nunca llegamos a ir a ella (yo por lo menos, que me acuerde).

"El Pintor", era una discoteca con clase, o sea de pijos, pero tenía la ventaja de que su discjokey (entonces se llamaban así y ponían música de grupos en vez de destrozar lo que otros han compuesto) pinchaba buena música. Juanjo, nuestro amigo del barrio, el de la baska, no el nuevo batería que reemplazaba a Salva mientras estuviera en la mili, era un asiduo (le conocía el portero, los camareros, el pincha, y creo que hasta el dueño, ¡hasta tenía botella propia con su nombre y todo el tío!, lo que nos parecía toda una grandiosa hazaña) y en ocasiones nos invitaba (como no solíamos tener un duro casi siempre le tocaba a él) a tomar un cubata (yo un "San Francisco", que era mi copa preferida por aquel entonces) y echar un bailongo.

Así que entrábamos, precedidos por Juanjo, bajábamos la estrecha escalinata y ya estábamos allí, todo muy moderno, con sus luces y la bola giartoria y todo en la pista (como tienen que ser) que flipabas un güevo, y con la consumición te regalaban una cajetilla de cerillas de publicidad (que de eso me acuerdo), que es esa misma que estáis viendo (bueno la misma no, que esta la he pillao por ahí en la internet esa).

¡Había que vernos!, con las greñas y las pintas de jipis undreground que nos gastábamos, en medio de aquellas chicas bien, muy monas ellas, y los chicos tan atildaditos. Pero las copas eran buenas (no echaban garrafa) y la música más que aceptable. Así que, ¡ala!, a la pista de baile a mover el esqueleto y desmadranos un poco. Juanjo solía marcarse un par de numeritos a lo Joe Cocker, que le salía dabuti, oyes (si no sabes de que va no merece la pena que te lo explique, porque tampoco te vas a coscar de mucho) y el resto hacíamos lo que podíamos. ¿Ligar?, ni una mierda, que yo recuerde, bueno, él sí, quiero decir nosotros, que en eso seguíamos, sobre todo yo, lo que ya era nuestra pauta habitual.

Un día el pincha, o sea el discjokey, me dejó entrar en su cabina con Juanjo (ya he dicho que se conocían) y aluciné de lo lindo. ¡Yo quería ser discjokey!, además de rockero y jipi underground greñudo. Que siempre me había ido lo de poner los discos en los guateques (así por lo menos, ya que no me comía una rosca, escuchaba lo que yo quería, y no la mierda esa de los Bee Gees o el puto sonido "chicle" de los c... ). ¡Como mola!, claro que yo ya sabía algo del negocio, no en vano me apropié de las tareas del pincha en la disco del cole y además, lo más importante, mucho antes ya había pinchado en un infecto garito situado en el sótano de un bareto del barrio. Pero eso lo cuento otro día (si es que me apetece).

P.D. Resulta que el sitio en cuestión todavía existe, despues de haber sufrido un incendio en el 81. En la actualidad tienen cuatro barras y dos pistas de baile (o sea que ha crecido igual que nosotros, que yo no recuerdo tanto derroche). ¡Gracias San Google!.

En plan acústico

Pues eso, en plan acústico andábamos, que al no tener local para ensayar es lo que pasa. Con la guitarrita española a cuestas a todas partes (o casi) que por tocar no quedara. En la plazoleta, en el parque del barrio, en los pinares de La Elipa, en la Fuente del Berro o en El Retiro, a dar la matraca con las guitarritas, que por oficio que no quede. Y cuando no estábamos tocando por ahí las guitarritas es que estábamos oyendo música, otra de nuestras aficiones favoritas (bueno, si, de vez en cuando, también estudíabamos un poco, pero bien poco ¿eh?, que cuando se ha visto que los estudiantes quieran estudiar).

En esas estábamos cuando Juan Lacal concibió la prodigiosa idea de dar un concierto acústico para flauta y guitarra. El tocaba la flauta, que no lo hacía mal el tío, oyes, y Quique la guitarra clásica (que queda mejor que "española", sin sabor a copla y todo eso), que se le daba dabuti, y yo me apunté por todo el careto o la jeró de técnico de sonido. ¡Si, si!, ¡de técnico de sonido! , ahí es ná, que iba a tener menos trabajo que un sastre en un camping nudista.


A todo esto, Juan Lacal estaba entusiasmado (la verdad es que casi siempre que lo he visto estaba entusiasmado) con el proyecto y no hacía sino repetirnos, ante nuestras miradas atónitas e incrédulas, que el sonido eléctrico estaba muerto, que lo que molaba era lo acústico, que ya estaba bién de atronar al personal con los amplis y esas mandángas, que donde estuviera la armonía y delicadeza de los instrumentos acústicos... ¡Eh!, ¡un momento!, pero tu ¿que clase de rockero eres, tío?. A lo que respondía que el rock estaba acabado y otras lindezas por el estilo, hasta que Quique, muy oportunemente le insinuó que si su reconversión a la música acústica no guardaría alguna relación (siquiera coyuntural) con el hecho de no tener un duro para comprar un buen equipo.

Bien, pues llegó el día del concierto, que el tío se lo había currado muy guapamente, y allí que se plantaron en medio del escenario los dos, flauta y guitarra clásica (o acústica, que también se puede decir, aunque no sea lo mismo, todo menos "española", que las guitarras que yo sepa no tienen patria ni pasaporte ni rollos de esos -seguro que sale alguno y me lo rebate- y a ver si alguien le ha preguntado al instrumento por la tierra de sus ancestros y sobre todo si este le ha respondido alguna vez), que no me acuerdo muy bien del sitio, pero me parece que no estaba lejos del Retiro, aunque a lo mejor Quique se acuerda mejor que yo (¿donde te has metido tronco?) que dos molleras, aunque sean de las nuestras, siempre hacen más que una.

Total, que empezó el concierto como si tal cosa y parecía que los dos no habían estado haciendo en toda su vida nada distinto, de lo bién que sonaba aquello, todo instrumental (que la música, me parece la había compuesto casi toda Juan, aunque a lo mejor también me equivoco en esto) y sonaba como muy del bosque (como la foto que he puesto arriba, que no se me ocurría otra cosa, sorry) y mitológico y hasta New Age, y eso que aún no se había inventado la música New Age (y si se había inventado no nos habíamos enterado) y ahora que lo pienso me parece que en aquella ocasión habían inventado ellos la música New Age pero no llegaron a percatarse del asunto, ¡lastima!, que ahora van por ahí diciendo que la han inventado otros.

Y yo estaba, sentadito en una silla, a los mandos de una etapa de potencia que alguien nos había prestado, que habíamos colocado justo delante del escenario, y a la que habíamos enchufado los dos micros y así le iba dando más volumen a uno o a otro, según el caso, metiendo un poco de rever y en ese plan. Y es una pena que tampoco haya registro sonoro de aquello (¿lo hay?).

¡No se mueva nadie!

Un día de aquel año, nuestro amigo Juanjo, que era también el que reemplazaba a Salva en la bateria mientras estaba en la mili, nos propuso presentarnos a un concurso de grupos noveles que habían organizado en su barrio o a una selección de grupos para tocar en las fiestas, o, en fín, algo parecido, que, la verdad ya no me acuerdo muy bién. Así que allá que nos plantamos, en metro claro que no estaban los tiempos para exquisiteses, Quique y yo con nuestras respectivas guitarras eléctricas (mi Hoffner de toda la vida y la Fender que le había comprado al padre de Salva), Rulo no venía, tampoco me acuerdo muy bién porqué, y Juanjo con sus baquetas, que el sitio al parecer disponía de amplis y una batería (¡mira tu que bien!).

Así que llegamos y ¡joder!, era nada menos que la Junta Local del Movimiento (que nunca he sabido muy bien porque razón a "aquello" lo llamaron "Movimiento", cuando lo que pretendía más bien es que no se moviera nadie un pelo). Después de tragrar saliva y de echarle una mirada asesina a Juanjo, que no nos había dicho nada al respecto de los patrocinadores, decidimos, haciendo de tripas corazón, entrar que para eso habíamos venido (en metro) y ya que etábamos allí plantados como unos pasmarotes lo mejor era echarle güevos y tirar pa dentro.

Nos recibió un tipo mayor con camisa de falangista y todo que parecía que se había escapado de otra época, que ya no era muy frecuente ver sujetos de semejante guisa por ahí, y el tío debió flipar de lo lindo al ver las pintas y las greñas que nos gastábamos Quique y yo (que en eso Juanjo era más recatado). Nos explicó por encima de que iba lo cosa (que tampoco me acuerdo, pero no porque se me haya olvidado, sino porque estábamos alucinando y no le captamos la onda). Así que, ¡a tocar chavales! (siempre me ha jodido el puñetero paternalismo que se gastaba esa gente).

Bueno pues si había que tocar se tocaba, ya que habíamos llegado hasta la boca del lobo lo peor que nos podría pasar es que nos mordiera. Enchufamos las guitarras, Juanjo se sentó en la batería y ¡ala!, nos arrancamos con "La mujer que yo quiero" de Joan Manuel Serrat, que había salido el año anterior en su album "Mediterráneo" (yo me lo había aprendido de memoria que las chicas solían ponerse tiernas si cantabas algo de Serrat, ¡total!, para lo que me servía...), y era uno de los temas que habíamos preparado (por indicación de Juanjo) para la ocasión, que ya se sabe que era el autor favorito del régimen (¡la madre que lo parió!, para haberlo sabido, oyes).

Terminamos de tocarla, que tampoco es que la bordáramos de las pocas ganas que le poníamos, y el tipo aquel con gesto adusto (que no se muy bien lo que significa pero creo que es algo chungo) nos dijo que ya nos dirían algo, que era una manera muy gupa de decirnos que nos largáramos. ¡Y hasta hoy!. ¡A quien se le ocurre ir a cantar a Serrat al local de los falangistas del barrio!. La verdad es que salimos convencidos de que no teníamos nada que hacer y, la verdad, nos importaba un pimiento, ya que aquello era lo mñas cutre que nos había pasado en mucho tiempo.

¡Compártelo!