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¡Larga vida al Rock `n Roll!

Eso, ¡larga vida al Rock`n Roll!, a los rockeros de todo cuño y a los melenudos y demás frikis. ¡Larga vida al inconformismo, y al sonido a toda castaña!. ¡Larga vida al desmadre, al despiporre y, ¡ejem!, ¿como dices?, ¿que el Rock`n Roll es ahora mismo de todo menos inconformista y que muchos de esos abuelos melenudos están forraos de pasta?. No estoy de acuerdo, colega. Bueno algún caso habrá por ahí, pero aunque estés forrao de pasta, y no todos lo están, oyes, se puede seguir siendo un inconformista. ¿Que es difícil?, más mérito que tienen.

En cualquier caso, no es lo que nos sucedía a nosostros que éramos muy inconformistas y no estábamos forrados de pasta, más bien, andábamos siempre a la última pregunta, así que encajábamos perfectamente en el estereotipo (¿que será eso?, al principio pensé que se trataba de un equipo de música stereofónico, hasta que me dijeron que no, que no iban por ahí lo tiros) de rockeros inconformistas y sin un duro. ¡Claro está que no habíamos triunfado todavía!. Que en cuanto triunfáramos seguiríamos siendo rockeros inconformistas asquerosamente podridos de pasta.



No somos ninguno de nosotros, os los prometo

Que todavía no habíamos llegado a conocer a alguien que no le gustara la pasta, lo que tampoco quiere decir que estuviéramos todo el día pensando en ella como unos colgaos, que codiciosos tampoco es que fuéramos, más bien éramos mu intelectuales y mu leídos, oyes, y hasta teníamos nuestras inquietudes ecológicas y metafísicas de esas. En fin, más físicas (que no se pueden contar) que meta, pero inquietudes al fin y al cabo. Lo que pasa es que éramos jóvenes, muy jóvenes, y además no teníamos la culpa, nos encantaba la música y tocar en un grupo de rock. Si además de eso, nos hacíamos famosos y nos forrábamos ¿que hay de malo en ello?.

Desde luego, forrarnos, lo que se dice forrarnos no nos llegamos a forrar nunca o muy poco o nada, o a lo mejor es que nos hemos forrado y nos nos hemos dado cuenta que tampoco estamos siempre pensando en el vil metal (no el Heavy Metal, ¿eh?, que en ese si que pensamos a menudo) pero algo se notaría digo yo ¿no?, y lo de famosos, bueno, depende de como se mire, y si se mira mucho o poco, que también tiene que ver y que no es lo mismo mirar de lejos que de cerca o con el ojo mal acostumbrado, que en algunos sitios si que éramos famosos, si.

Pero seguimos siendo rockeros e inconformistas, sin forrarnos ni ná, que es algo que se lleva dentro, muy dentro, tan dentro que no sabes muy bien donde está, pero ahí está, muy, muy dentro, que lo sabes, pero no sabes donde ¿me explico?. Así que aunque ahora todos rondamos los cincuenta y tantos tacos, solo aparentamos cincuenta y pocos porque nos lo hemos montado de puta madre (como diría el Gran Wyoming, que ahora se puede decir, que son las tantas de la madrugada y no va a haber niños mirando el blog, y si hay alguno es culpa de sus padres que el angelico hace horas que tenía que estar en el sobre y no mirando tontadas por Internet) y además seguimos siendo mogollón de rockeros e inconformistas y tan campantes. Y en este plan.

¡Larga vida al Rock`n Roll!

Los Solitarios

En realidad el primer nombre (en inglés "The Loners") que se pensó para la más que famosa "Easy Rider". Una peli de culto para toda una generación americana que aquí conocíamos más por la banda sonora, con intervenciones de Jimmy Hendrix, Steppenwolf - con su famoso "Born to be Wild" (que en alguna ocasión habíamos versionado) y el magnífico "The Pusher", seguramente uno de los mejores blues progresivos (que sí, que también había blues progresivo, oyes, que en aquella epoca era todo muy progresivo y experimental ¿te enteras?) que se haya compuesto nunca, The Band o The Byrds.

La pelí, que era del 69 (el año) llegó tarde y mal, me refiero al solar patrio este, que hasta le habían cambiado el título y la llamaron "En busca de su destino", que puede significar cualquier cosa, y por supuesto, como era lo habitual, le habían metido unos cuantos cortes de nada, que había mucho desmadre, mucho sexo, mucha droga, y algún que otro jipi guarro de esos. Se trataba de una "road movy" (en cristiano: carretera y manta) tan en la tradición americana, desde Kerouac, que cuenta la historia de dos moteros de Los Angeles, interpretados por Peter Fonda y Dennis Hopper, que además dirigió la peli (y así le salió), que hacen un viaje por el suroeste de USA para asistir al carnaval de New Orleans. Y hasta salía el Jack Nicholson.

Y por lo visto les pasaba de todo, que a mucha de la baska que se encontraban no les molaba la pinta que llevaban ni que tomaran drogas, y se las hacían pasar canutas, ¡anda!, ¡pues igual que aquí!, que pensábamos que estaban más adelantados los americanos y que eran mucho más modernos, pero resulta que no, que en todos sitios cuecen habas (allí frijoles) y que los melenudos éramos denostados en cualquier parte.




Como no la pudimos ver en su momento, solo llegamos a conocer la banda sonora y que era una historia de moteros, lo que nos la traía un poco al pairo porque nosotros, aunque éramos más rockeros que nadie nunca fuimos moteros, mira tú, que no nos dió por ahí. Que si, que había algún amigo que le molaban las motos pero ya está (bueno, estaba el hermano de Oscar, un amiguete nuestro, que ahora no me acuerdo como se llamaba, que tenía una Harly Devinson, el tío). En eso no eramos como los de Bami, que tenían unas motos cojonudas, y tampoco les levantabamos las chicas a nadie.

La cosa es que fue un éxito tremendo en todas partes (menos aquí, por las razones obvias que ya he apuntado), recaudó un puñao de pasta y se convirtió en la peli favorita de los moteros y tip@s contraculturales de todo cuño.

Lo cierto es que cuando la ví, al cabo de muchos años, y sin la censura de entonces, me pareció un bodrio tomatero, que es de la peor clase de los bodrios, cosa que también me ha pasado con otras pelis que había visto y me habían gustado cantidad y al cabo de los años me parecían un bodrío, como por ejemplo, "El Graduado", que tienes que haberte quedado muy colgad@, tronc@, para que te siga molando el Easy Reader ese de las narices, que el guión no puede ser más malo y de los diálogos ni te cuento. Aunque la música si es buena. Lo único.

Y si algun@ no está de acuerdo con mi apreciación del filme, y aún creo que me he quedado corto, pues no tiene más que decirlo, con un comentario o un mensaje en el blog (en este claro, que si lo dejas en otro no me voy a enterar, aunque siempre puedes indicarme, por ejemplo, "te he dejado un comentario en el blog Mis Recetas Favoritas," aunque no pienso ir a verlo ya te lo digo, y en ese blog van a flipar), que está en su derecho y además es gratis, pero tengo el pálpito que me seguirá pareciendo un bodrio (tomatero) por mucho que me argumente.

¿Como no iba a gustarnos el Blues?


Nos gustaba el Blues. Aunque éramos un grupo de rock progresivo, experimental, y psicodélico (y luego sinfónico), nos gustaba el blues. La verdad es que no había muchas posibilidades por aquí de escuchar blues auténtico, o sea blues negro de los comienzos, pero algo llegaba: John Lee Hoker, Menphis Slim, por ejemplo, y ¡por supuesto!, nuestros adorados Canned Heat. Aunque estos eran blancos, pero con el corazón negro, bueno el corazón lo tenían rojo como todo el mundo, quería decir alma de negro. A todo esto, ¿como es un alma de negro?, si se puede saber. Por cierto ¿alguien ha visto el alma de un negro?. Mejor dicho, ¿alguien ha visto alguna vez un alma sea de quién sea?. ¿No se trata, precisamente, de una de esas cosas que no se pueden ver?. Pues eso.

A lo que iba, que nos enrollaba el blues, aunque no supiéramos muy bien la causa, porque negros no éramos (y no se trata de ninguna cuestión racista o xenófoba de esas, como se dice ahora, que a nosotros los hijos puta nos parecían hijos puta en todas partes, sin distinción de la etnia o del color de la piel). Pero, ¿no habíamos quedado que también había blues blanco?, como Canned Heat que tenían alma de... bueno déjalo. Si, si, pero es que nos gustaba el blues negro. ¿Que que pasa?. Eso digo yo, ¿que pasa?, que tampoco eramos chinos y, aquí si, no nos gustaba la música china. Sonaba muy rara, y no teníamos acostumbrado el orejo.

¡Eso va a ser!. Nos gustaba el blues, incluso el negro, porque nos resultaba familiar, al fin y al cabo la cadencia era muy parecida a la del rock, solo que más lenta, que aquí también pasaban de la quinta a la cuarta, en vez de a la primera como se había hecho toda la puñetera vida, lo que en teoría de la música resultó totalmente rompedor en su momento (esto me lo ha soplado mi cuñado ayer mientras nos trasegabamos unas cuantas birras, que está muy puesto el tío en esto, aunque sea informático de esos).

Así que los descendientes de los esclavos negros que se llevaron a currar a América inventaron una cadencia (sucesión de cambios de acordes, que hay que explicároslo todo) musical, el blues, que se cargaba todas las reglas conocidas de la música occidental, sin tener ni pajolera idea de solfeo, notación, cadencias y otras pamplinas similares y sin haber pisado un conservatorio en su vida. ¡Olé sus c... !. Y si, al principio era música de negros, pero luego llegó el rock ´n roll, que no es sino un blues (en la cadencia) acelerado y varias generaciones de jovencit@s blanc@s occidentales se pirraron por él y también por el blues. ¡Olé sus c... , otra vez!.

Comprendido. Nos gustaba (y nos gusta) el blues porque era la madre del rock, si, si la madre, que el padre era un irlandés borrachuzo que no se enteraba de gran cosa, aunque tuvo su pequeña aportación, mira tú por donde, al Country y hasta al "Blue Grass", casi como sin quererlo. Y para demostrar que no voy de boquilla y no me estoy tirando el moco, ¡que nos gustaba el blues, coño!, y hasta habíamos aprendido a tocarlo, os voy a poner un tema nuestro que es un blues urbano (de los madriles) y chamullaó en cristiano (que cosas más extrañas se han visto y hasta oído):



Pues, ¡ala!, ya podéis oirlo en este enlace:
http://www.reverbnation.com/tunepak/1548601

Se trata, una vez más, de un ensayo en nuestro local, de ahí que la grabación comience con el tema empezado (¡maldito botón del casete que se atascaba cada dos por tres!). Bueno, ahora ya no, que lo he arreglado con un programilla de edición de audio. Espero que os guste un blues de blancos a los que les gustaba el blues de los negros. ¿La letra?, cosas del momento...

Fliper

Es como se llamaba aquí por aquel entonces al Pinball, uno de los juegos de maquinitas preferidos de los rockeros (y de los que no eran rockeros también, ya que era al principio el único juego de máquinas que podías encontrate). Además tenía la ventaja de que no hacía falta ir a los futbolines (que eran bastante casposos y donde siempre te podías topar con el macarra de turno con ganas de pelea) para jugar ya que estaban en los baretos.

Nada menos que Tomasin (¿a que no suena tan chulo como Tommy?), el héroe de la ópera rock de los Who, era la caña el tío jugando a la maquinita del Fliper, cosa que yo no puedo decir, ya que he sido siempre un patoso considerable para todo aquello que requiera un cierto grado de coordinación manual.

Lo bueno del fliper es que ibas al bareto, te pedías una birra, echabas una moneda (al principio de un duro) y si eras bueno y te hacías varías partidas te podías tirar un rato largo jugando tan ricamente. Había auténticos expertos en endiñarle un meco para impedir que se tragara la bola, si no habías controlado bién, y poder seguir jugando. Así que aumentaron la sensibilidad de la dichosa maquinita y si te pasabas un pelo dándole caña, ¡TRRRIIIIIIIII!, te salía falta y se tragaba la bola tan contenta.

¿Que todo esto ya lo sabiáis?. Ya me supongo que no sois de otro planeta, pero a lo que iba: solíamos echar una partidilla de vez en cuando y jugábamos de dos en dos muchas veces, uno en cada mando de la máquina, que salía más barato oyes. Como yo era especialmente malo, era difícil que alguien quisiera jugar conmigo. Sin embargo una tarde que no se donde se había metido la baska, nos encontramos solos Lourdes y yo en el Zurich (que era un bareto, claro está, con su correspondiente fliper) y para matar el rato decidimos echar una partidita.

¡Que alucine!. Resulta que formábamos una pareja cojonuda (o que ella era tan buena que suplía con mucho lo malo que era yo) y nos hicimos una partida tras otra y nos tiramos toda la tarde jugando con una sola moneda y estábamos los dos que nos salíamos y no no lo podíamos creer. Tampoco se lo creyó el resto, cuando llegaron por fin a las tantas. Miraditas y gestos de ¡anda ya!, con lo mal que se te da a ti esto.

Bueno en fín que el fliper era un flipe hasta que llegaron otras maquinitas de las que hablaré en su momento, así que he puesto uno por si a alguien le apetece enrollarse un rato:









Sorry, you will need the <a href="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer/" target="_blank">Flash Player</a> to play this game.
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¿Que?, ¿tu tampoco eres Tommy?, no te preocupes que hay otras cosas en la vida y además a estas no se les pueda dar un meco para que no se trage la bola ¡mierda de cibernética!.

Camello

No, no es nada de lo que os estáis imaginando algunos mal pensados. Una vez más se trata del nombre de un grupo inglés, "Camel", si como la marca de cigarrillos, que nos dió a conocer, como no y una vez más, el primo de Rulo en una de sus visitas desde Londres. Puedo aseguraros que aquí no lo conocía ni el Tato (yo tenía un amigo que se llamaba Tato -no es broma- y desde luego, no los conocía), y que sus discos tardaron aún un tiempo en llegar. ¡Que país tan guapo era este!.

Bien pensado, al primo de Rulo habría que haberle hecho un monumento, nombrarle benefactor indiscutible de la nube que vegeta o algún otro tipo de agasajo similar, como, por ejemplo, invitarle a unas cañas. Bueno, creo que eso si lo hicimos alguna vez, pero ¿habrá sido suficiente muestra de nuestro agradecimiento por su continuas aportaciones de novedades musicales?. ¿Que habríamos hecho nosostros sin el primo de Rulo?, ¿eh?. Gracias tío, aunque hayan pasado unos añitos.

Los tal Camel eran un grupo de rock sinfónico británico (¿como que no?) un poco en la estela de grupos como Caravan que aquí también eran una cosa rarísima, claro que aquí todo lo que era normal por ahí fuera era una cosa rarísima, asi que no es raro. ¿Me explico?. Que a lo mejor tengo que decirlo otra vez: había una sequía cultural y musical de tres pares de narices, o de cuatro, mira tú, que la cosa culturalmente hablando estaba muy malita, y del rock que se hacía en otros sitios no digamos, mejor dicho no oigamos.

En fin, otro descubrimiento Camel, que tiraban mucho de teclados, para mi enorme satisfacción, y tenían temas realmente interesantes. A mi uno de los que más me gustaban se llamaba "Lady Fantasy" y es el que os pongo ahora para que os hagáis una idea de como sonaba esa gente:




Por cierto, que luego sacaron un album, que eso ya no se podía llamar LP mágnifico, que se llamaba "The Snow Goose", que era una suite completa todo el disco, y que luego incluyeron en su doble albúm en directo "A Live Record", con la London Shymphony Orchestra, una orquesta de música clasica puñao enrollada que ya había tocado con Deep Purple y otros rockeros similares, y que no veas como sonaba aquello de guapo. Así que cuando pude me los pillé (los albunes de Camel) pues al principio solo teníamos la cinta que el primo de Rulo nos había dejado. Y todavía los oigo de vez encuando, por ejemplo ahora.

Ptench Company

Los cuatro amigos rockeros integrantes de MOH no estábamos solos y desvalidos en este mundo. Nos apoyaba en nuestra singular singladura musical el complejo y vasto entramado de la Ptench Company: otro invento de Rulo, una compañía virtual dedicada exclusivamente a darnos todo su apoyo logístico y que solamente existía en nuestra imaginación (bueno, primero en la suya).

El nombre, "Ptench" procedía de algo así como un gigantesco muelle, cósmico y étereo a la vez, pero sumamente eficaz en su cometido, ¡ptench! que nunca supimos muy bien en que consitía exactamente. Con todo, era sumamente tranquilizador, ¡ptench!, saber que nuestras carreras, presentes y futuras estaban en tan buenas manos, que viniendo de la fértil imaginación de Rulo no podían se mejores, ¡ptench!.

Rulo, máximo Director Ejecutivo de Ptench Company

Si algun@s estáis considerando pensar que todo esto no era más que un bacile, ¡estáis muy equivocados!. Que nos lo tomábamos muy en serio, aunque fuera un bacile, y además era el sello distintivo de nuestra marca. La Ptench Company poseía sus propios estudios de grabación, virtuales por supuesto, por cuyo disfrute no teníamos que pagar ni un duro, sus propios medios de distribución, también virtuales, claro está, y que tampoco nos costaban un céntimo.Y más cosas, auditorio propio, residencias de verano, saunas con hidromasaje incluido, baños turcos, un bar cojonudo y en este plan, que puestos a echar a volar la imaginación..

Así que no se podía pedir más: una compañía inexistente nos prestaba sus servicios en exclusiva a cambio de unos inexistentes emolumentos. ¡Y todos tan felices!, y además ¡en exclusiva!. Lo que si era real era el logotipo, diseñado por el propio Rulo: un muelle saltando, ¡ptench!, del que estábamos sinceramente orgullosos. Figuraba en todos lo carteles que hacíamos, a mano (es lo malo de las compañías inexistentes), para anunciar nuestras actuaciones. A ver si podemos encontrar alguno.

La idea ha sido luego copiada por algunos listillos (incluidos algunos procedentes de la mejores familias, y también de las peores), solo que modificando una de los principales características con que Ptench Company funcionaba: por unos servicios inexistentes te cobraban una pasta. Así que el invento se les terminó yendo al garete y muchos acabaron en la trena (que no es un mal lugar para conocer gente de su calaña). Los otros andan por ahí en busca y captura.

Chicos de barrio

Si a estas alturas todavía queda alguien que no se haya enterado que éramos chicos de barrio que vaya corriendo a hacerse un test de inteligencia, no vaya a ser que sea una almeja. De barrio, barrio. El Barrio de la Concepción (la Ampliación), para más señas, cariñosamente conocido como "La Conce" o "La Concha", en la zona de Ventas, distrito de Ciudad Lineal. Allí transcurrió nuestra infancia y nuestra juventud. Luego muchos, cosas de la vida, nos marchamos. Pero es el barrio que aún se aparece nítidamente en mis sueños cuando alguna vez me traslado en sueños a aquellos tiempos.

Por otra parte, no es que fuera una maravilla de la arquitectura y el urbanismo, no, que vá. Bloques de pisos más bien mamotréticos, con algún parquecillo y alguna plazoleta entre ellos, y con el edificio más feo de Europa, según concurso acreditado (y no es broma), un bloque de más de trescientos metros de largo, en la calle Virgen de Lourdes, que Almodovar tuvo a bien sacar en su peli "¿Que he hecho yo para merecer esto?" (cuando lo ví en el cine casi me da un pasmo), así que el barrio se hizo famoso, cinematográficamente hablando, por tener el edificio más cutre y adefesio.

Pero era nuestro barrio y tampoco estaba tan mal. Tenía grandes avenidas, con aceras muy amplias adornadas con setos, donde crecían plantas, arbustos y otras especies vegetales. Había muchos árboles ern las calles y también había un parque muy cerca, el Parque del Calero, donde solíamos ir de vez en caundo a solazarnos, aunque la verdad es que casi siempre estábamos por el barrio y la plazoleta.

El parque (del Calero)

Y además había cantidad de baretos (ya iremos hablando de ellos, que algunos fueron testigos mudos de esta historia) y de puticlubs. Cantidad de puticlubs, que luego, fueron desapareciendo con el tiempo. ¡Un ambiente muy apropiado para criarse!. Un entorno urbano típico de barrio periférico, que es lo que era al principio, pues no tenía ni metro (y había que ir a Ventas. junto a la Plaza de Toros, para cojerlo, pero luego pusieron uno en El Carmen, bastante cerca, y más tarde, otro, arriba, junto al Cine Concepción -tal era la emoción que sentíamos que a veces nos montábamos solo para comprobar que era real-), pero del que guardamos los mejores recuerdos de aquella época.

El barrio estaba separado del resto del mundo por el Puente del Calero, el antiguo puente, que luego lo tiraron para construir la M30, -antes Arroyo Abroñigal, pero que de arroyo no tenía nada, que jamás vimos una gota de agua y la leyenda decía que era subterráneo y esas cosas (ya se sabe, lo de las aguas subterráneas de Madrid- que al parecer era un proyecto de la II República (la M30, no el arroyo) que solo tardó casi unos cuarenta años en llevarse a cabo.

Al otro lado del mundo (o sea, del dichoso Arroyo Abroñigal, que ya hemos quedado que no era arroyo de ningín tipo)) estaba el Parque de las Avenidas, un barrio más pijo donde vivía el Bola (que pese a ello, no era precisamente un pijo). Nos separaba de Bami (barrio) la Avda, de Aragón (luego calle de Alcalá), que por lo que se ve, si tirabas palante, llegabas al cabo del tiempo a Zaragoza y hasta Teruel, que no era sino cosa de gastar suela de zapato. Justo al otro lado San Pascual, territorio fronterizo y prohibido hasta que conocimos a Cesar, y allende en la lejanía, Quintana y Arturo Soria.

Además el barrio, hasta ha merecido un estudio académico de esos, ¡ahí es ná!, que se llama "Delimitación de áreas sociales en el Barrio de la Concepción. Un ensayo de ecología factorial a escala microespacial" y que podéis pillar aquí: http://e-spacio.uned.es:8080/fedora/get/bibliuned:ETFSerie6-69E4AB2F-52BD-6745-0BE5-261A620F11C6/PDF y también hay un libro sobre la más antigua historia del sitio, antes de que se construyera el barrio y todo, y se puede consultar on-line, como se dice ahora, en Google books. ¡Toma ya moderneces!.

Y, mirá tú por donde, me acabo de encontar en la web un vídeo de YouTube donde sale parte del barrio:

y también me he encontrado unas foticos la mar de majas del barrio, así que os pongo el link para que os hagaís una idea: http://www.jorgetutor.com/spain/madrid/ventas/ventas.htm

¡Que está igual que entonces!, oyes, (menos la M30) con la plazoleta y todo y con el bar "El Yantar", que estaba en la misma plazoleta, y por lo que parece sigue estando (o lo estaba en febrero de 2005) y anda que no habremos ido allí veces (si no lo veo, no lo creo).

Así que he puesto la foto para el que no se crea que todavía existe el tal bareto y sea lo bastante vago para ir a comprobarlo en la web (y porque me ha dado la gana y me trae muchos recuerdos ¿vale?). "El Yantar", la plazoleta, el barrio (nuestro barrio), cuatro amigos y una ilusión común: la música rock. En fín, una historia típica de chicos de barrio...

Cábala (Nefasta)

Como ya he explicado antes, después de gilipollas me volví cantautor (que en este país era otra forma de hacer el gilipollas -recuérdese la canción de Aute: "Que me dices cantautor de las narices... "- solo que más peligrosa). Así que durante el tiempo que MOH estuvo paralizado por las dichosas milis de algunos de sus componentes, Quique y yo formamos un duo acústico, que salía además muy baratito, a base de dos guitarras, harmónica y voz (de vez en cuando Juanjo se agregaba a los bongos o al triángulo, si, si, ¡al triangulo!, que es un instrumento de percusión como otro cualquiera; está bien, como otro cualquiera no, pero se percute, al fin y al cabo).

Nos hacíamos llamar "Cábala", a lo que rápidamente Rulo añadió "Nefasta". "Cábala Nefasta", entre nosotros, para el público, solamente "Cábala", que no todo el mundo estaba preparado para las geniales ocurrencias del Mago Jarragus.

Quique, tal cual, de Cábala (y MOH)

Lo cierto es que teníamos un repertorio bastante extenso de temas propios y ajenos. Algunos bellos temas instrumentales de Quique, como "Porcelana", del que espero poder poner una grabación aquí algún día. Luego dos o tres canciones que yo había compuesto quejándome de lo chungas que eran las chicas, que no me hacían ni puñetero caso, con lo romántico y enrollao que yo era, y mucho Paco Ibañez, pero que mucho Paco Ibáñez, un toquecito de Cafrune ("Con su permiso voy a entrar aunque no soy invitao...) y quedaba la mar de maja la cosa.

Así que tiramos palente con "Cábala" y llegamos a hacernos un nombrecillo. Que tocamos en algunos sitios interesantes, como la Escuela de Magisterio Femenino (Quique se ha acordado del sitio, yo solo de que había muchas chicas) donde interpretamos, entre otras, nuestra version en español de "The Boxer" de Simon & Garfunkel, ante las miradas lánguidas de las espectadoras. Terminamos con "Andaluces de Jaén" y hubo que salir de najas porque alguien había avisado a los grises (¡para quedarse!).

También tocamos en Don Hilarión, un club muy progre por aquella época, con acompañamiento de Juanjo, que se le cayó el triángulo en medio de "Me queda la palabra... ", y quedó pelín raro, pero menos mal que no llevaba en ese momento una cornamusa, que hubiera quedado más raro todavía. ¡Y nos aplaudieron y todo!, y ahí no hubo que salir de najas por los grises, como era lo habitual.

Y hasta nos llamaron de una emisora de radio que estaba en la calle Juan Bravo, que no nos acordamos si era Radio Juventud o Radio Popular, pero la cerraban cada dos por tres por rojeras (de esto también se acuerda Quique) y grabamos, en su estudio, un programa en directo, y alguien debe tener la cinta digo yo, que había archivos sonoros en las emisoras esas, así que si lee esto por un casual, pues que se enrrolle y nos la mande.

Y hasta nos presentamos a un concurso de grupos folk en una discoteca (ni me acuerdo como se llamaba) y pasamos la fase de clasificación, con una buena puntuación, que íbamos los primeros o los segundos, pero luego, se complicó la cosa, no pude conseguir una guitarra acústica y me llevé la Hofner, que sin enchufar no era lo mismo, que no se oía una mierda, y además no estábamos ese día muy inspirados, o estábamos demasiado inspirados pero en otro rollo y la cagamos.

Bueno, fue genial mientras duró...

...pero antes (algunos momentos de gloria)

Antes de que nos cortaran el rollo abruptamente con lo de la p... mili, habíamos tenido nuestros momentos de gloria. Bueno, lo siento, ya se que no lo estoy narrando en orden, pero lo cuento como me acuerdo ¿vale?.

Uno de esos conciertos memorables fue en la sede del equipo de baloncesto Estudiantes (esto también me lo ha soplado Quique, que yo ya no me acordaba del sitio), ¡nada menos que el Estudiantes!, oyes, que ya nos codeábamos con la cream de la cream. Era algo especial para nosotros. La despedida (temporal) de Carmelo, el cuñado de Quique y nuestro mentor espiritual y muchas cosas más, que iba a estar ausente, por motivos ajenos a su voluntad, una temporada.

Mira tu por donde ya no teníamos local de ensayo. Que lo de la discoteca de la asociación de antiguos alumnos de nuestro antiguo colegio habia estado bien un tiempo, casi dos añitos de nada, pero al final acabamos hasta el gorro (que cambiaron al cura que lo llevaba) y nos fuimos igual que habíamos llegado, ¡con los bártulos y la música a otra parte!.

Así que ese día tuvimos que ir a uno de esos locales cutres que se alquilaban para ensayar por horas. ¡Y menos mal que los había!, aunque no muchos. Y allí nos plantamos los cuatro por la mañana con Carmelo, y lo cojimos, creo, por dos horas. Fue suficiente. ¡Estábamos inspirados!. El ensayo resultó realmente bien, a pesar de que el equipo que había en el local de marras era una mierda. Tocamos a gusto, relajados y con muy buenas vibraciones, como se decía entonces. Y muy compenetrados, que hasta improvisamos y nos entendíamos a la primera.

¡Dos horas!. Y luego un concierto. Esa fue toda la preparación, pues llevábamos algunos meses sin tocar juntos. Pero lo habíamos preparado hasta el mínimo detalle. Se habría el telón y el escenario aparecía a oscuras. Poco a poco se iba iluminando suavemente y allí estábamos nosotros, sentados, con nuestros instrumentos. Quique empezaba con un tema suave de guitarra acústica, luego nos incorporábamos todos en una fuga de resonancias bachianas (de Bach, Juan Sebastian, para más señas), luego sin solución de continuidad, un tema que sonaba a música medieval, luego uno pinkfloyesc0, todo unido, sin pausas, y así hasta unos veinte minutos.

¡Que gozada!, tocamos realmente bien. A pesar del pequeño inconveniente del principio. A Quique, vaya ud. a saber porqué, se le había olvidado que tenía que empezar él. Así que todos mirándole, y él, como que no sabía porque le mirábamos. Cuchicheos, y por fin Salva que se anima y le da la entrada a la voz de ¡empieza ya! (o algo así). Bueno, la gente pensó que estaba todo preparado, y lo cierto es que cuando terminamos aplaudieron a rabiar (es uno de esos conciertos que tengo grabados en la mollera y que no olvidaré nunca). Así que no debimos hacerlo tan mal.

Como cortaba el rollo (la p... Mili)

Justo en el momento en que estábamos preparados para comernos el mundo (teníamos equipo, local, y lo más importante de todo ¡habíamos aprendido a tocar!, llegó la mierda esa de cortarollos que era la p... mili. Claro, íbamos cumpliendo los dieciocho añitos y ¡ale!, al Servicio Militar de las narices, que la Patria contaba con nosotros aunque nosotros no hubiéramos contado con ella.

¡Vaya rollo más chungo!. Todos nuestros planes al carajo, las ilusiones en remojo, las greñas al garete y ¡todo por la patria!. Que eran otros tiempos oyes, no valía escaquearse, que te podía caer un marrón de no te menees, así que no quedaba más remedio que hacer de tripas corazón y cumplir como todo quisqui.

¡Por lo menos nos podía haber llamado a todos (los de MOH) al mismo tiempo!, tener un detallito, hombre, con las jóvenes promesas rockeras del país, que así habríamos terminado antes, pero no, de uno en uno según fecha de nacimiento, que para eso eran muy estrictos, de tal manera que cuando, no estaba el Salva, estaba el Rulo (que ya no me acuerdo del orden) y en este plan. Con todo, el Rulo tuvo suerte, que después del campamento, la madaron a la Capitanía General de Madrid y con pase "per nocta", que se decía entonces, y todo. Vamos que estaba un ratillo por las mañanas y se podía ir a sobar a su casa. Y tenía permido para segur los estudios y todo.

Yo como ya iba a la universidad, cuando me tocó, que era de los más jóvenes, pues fui pidiendo prórroga tras prorroga por estudios, y al final la terminé haciendo de tarra y ya casadito, ¡mira que bién!, que no hubo manera de librase (no preocuparse, que no os voy a contar la mili, al menos por ahora), aunque solo hice seis meses (que bien pensado es una bicoca), gracias a una tierna personita, pero bueno, que eso ya lo contaré cuanto toque.

Pues eso, parentesis en MOH por las dichosas milis de sus integrantes. ¡Que no hay derecho!, oyes, que así no hay quien siga una carrera musical de provecho.

Regreso a los comienzos

Quique me ha mandado esta y otras fotos que irán apareciendo en el blog. Esta en concreto me ha hecho bastante gracia y me recuerda algo que había olvidado. Ya os conté que nuestros comienzos musicales en público fueron acompañando al coro de la parroquia del barrio, que estaba dirigido por el padre de Salva. Apenas conservamos fotos de aquello, pero mira por donde Quique ha encontrado una. ¡Gracias tío!.

Aquí estamos con el coro dirigido por el que, durante un tiempo fue nuestro mentor, don Salvador (el padre de Salva), que es el que está de espaldas, Quique a la guitarra y yo sentado en el órgano, en el Colegio Montpellier, que era de monjas y al que iban algunas chicas del barrio, el día de Corpus Cristhi de 1971, tocando para la celebración de la Primera Comunión de las alumnas del centro. (Todo esto me lo ha soplado Quique, que yo ya ni me acordaba del singular evento).

La guitarra que se ve asomar por detrás de las piernas de don Salvador debe ser la de Salva, al que en la foto tapa su padre (y no es ninguna alusión de tipo freudiano), aunque también se le ven las piernas. Obsérvese nuestra atenta mirada a nuestro director musical, con partitura y todo, a fin de seguir a pie juntillas sus indicaciones. Lo que ya no recuerdo es que estábamos tocando, aunque seguro que no era el In a Gadda da Vida de los Iron Butterfly, ni cosas por el estilo.

Si prescindimos de las chicas del coro (pobrecicas) podríamos pasar por un grupo de rock acústico experimental, lo digo, sobre todo, por las pintas. Debió ser una de nuestras últimas apariciones con el coro. Al poco, como ya he contado, pegué la espantada y luego se fueron los demás. No estaba mal, para un principio, pero nosotros queríamos tocar rock progresivo de ese.

Vivir peligrosamente al límite

Nuestro particular paraíso psicodélico no evitaba que viviéramos peligrosamente al límite. En eso eramos iguales que el resto de los rockeros del mundo. Viviendo al límite y peligrosamente. Solo había una sutil diferencia con ellos (el resto de los rockeros del mundo), no era nuestro estilo de vida el que nos empujaba a vivir peligrosamente al límite, no. ¡Era el sitio donde vivíamos!.

Peligrosamente al límite... de ser empujado a las vías del metro por una turba desenfrenada cada mañana cuando ibas al curro o a la universidad, como si aquel fuera el último tren del mundo. Peligrosamente al límite... de ser literalmente aplastado contra la pared del vagón por la misma turba que, al parecer, tenía un extraño concepto de la capacidad elástica de los cuerpos y del espacio que estos suelen ocupar. Y si eras chica de que un sobón asqueroso te metiera mano, y tu calladita ¡guarra!, que si decías algo encima te podían sacar los colores (de ahí la costumbre de formar una guardia de corps alrededor de nuestras amigas, algo que acabábamos haciendo de forma inconsciente). Peligrosamente al límite... de la arcada que podían provocarte las emanaciones de ciertas glándulas corporales de algunos de los sujetos que integraban la susodicha turba y que al parecer no eran muy aficionados a la ducha (hasta el punto de tener que bajarte mareado en la siguiente parada a respirar).

Peligrosamente al límite de... recibir una paliza de órdago de manos de los de la pandilla de San Pascual (hasta que conocimos a Cesar, que entonces se acabó, el vivía allí y no había güevos de toserle) o de Quintana, que además venían a pegarse a nuestro barrio (los muy gilipollas, que se peguen en el suyo, oyes) y si te pillaban, por ejemplo en los coches de choque de la feria de verano, como una vez a Quique y a mi, empezaban a provocarte hasta que saltabas y ¡palizón garantizado!. Quique, que se había hecho daño en la rodilla, ya iba a darse de hostias, mientras que yo era más partidario de una retirada estratégica: salir de najas, pero no iba a dejarle allí sólo, que uno tiene su pundonor. Aquella vez nos salvaron los de Bami, medio colegas (los que nos habían levantado las chicas años antes y tenían mala conciencia, digo yo) que aparecieron con sus motos y los otros se acabaron largando.

Peligrosamente al límite... de morir descalabrado a manos de una panda de garrulos (hoy, con lo del lenguaje políticamente correcto serían "rústicos habitantes del agro") que te perseguían en cuanto ponías un pie fuera del autobús al grito gutural y estertóreo de: ¡Maricooooones!. Joder, no te ibas a quedar a vivir en su pueblo de mierda (perdón, quería decir en su agreste villa periféricamente alejada del impacto urbano), pero había que bajar a mear (aquí, si que no, se dice mear y punto) de vez en cuando.

Peligrosamente al límite... de pillarte un infección venérea y que se te cayeran las pelotas (perdón, testículos) no por hacer el amor de forma promiscua e indiscriminada (o sea, con todo bicho viviente), no, que va, sino por algo tan inocente como ir a echar una meada (sí, meada) en el tigre de cualquier bareto sin tomar las debidas precauciones, no tocar nada con la mano salvo la... (¿se dice minga? - no es sexista, es que el que escribe es varón, bueno por lo menos lo era cuando comenzó a escribir) y después del desahogo, lo mismo. Ni se te ocurra abrir el destartalado grifo del mugriento lavabo desde cuyo borde te saludaban las bacterias, del tamaño de cangrejos, cariñosamente. Las chicas lo tenían aún más crudo, burejos en la puerta incluidos, y eso cuando la puerta cerraba.

Peligrosamente al límite... de que te diera un soponcio cuando estabas una noche en el portal de Salva, charlando tan ricamente, y de pronto, coche blanco que se aproxima a toda hostia, frenazo con derrrape incluido y los guripas que salen y te apuntan con sus metralletas al grito de: ¡Identificación cabrones!, que por lo visto debía ser muy subvesivo que cuatro o cinco chavales de pelo largo, eso si, charlaran un rato en el portal de su amigo antes de darse las buenas noches y despedirse hasta el próximo día (si llegaba).

Escena que se repitió al menos otras dos veces más, con la diferencia de que vez de metralletas entonces fueron pistolas, inspector de policía de maneras chulescas repetido, en la plazoleta donde a veces nos juntábamos a echar un truja y en donde habíamos jugado desde niños (¡Peligrosos jipis de pelos largos!. Seguro que además de maricones son rojos).

Peligrosamente al límite de... ¡mandarlo todo al carajo y pirarse!. Pirarse lejos, a Holanda, de donde nos llegaban ecos de una libertad que de desconocida nos parecía un sueño. A Londres, más cercano por los Beatles y el primo de Rulo. Pirarse donde sea, pero pirarse.

Estábamos atrapados. No, no nos piramos, aunque algunos, como Guillermo, el hermano mayor del Pato si visitó Amsterdam y volvió flipando, o Antonio, el "Ruso", que se tiró un año largo en Londres porque no le daba la gana ir a la mili (¡mira!, tú, ¡uno de los primeros insumisos!). Así es que seguimos viviendo como antes. ¿Acaso no era eso vivir peligrosamente?.

La Psicodelia (III)

El nuestro era un mundo de colores (y de sonidos). En un país gris y mugriento un mundo de colores. Muchas veces esos colores solo estaban en nuestra imaginación. Otras veces en las fundas de los discos que escuchábamos, pocas en la ropa que llevábamos (el mercado local no daba para más). Y cuando no había colores, los inventábamos o los poníamos nosotros. Como las estrellas fosforescentes que Rulo había pintado en el techo de su cuarto. Como la foto de abajo (si está repe, pero esta mola un mazo) que era en grises y fue transformada al color por la magia del Mago Jarragus. Era un mundo de colores (y de sonidos armónicos).

Colores cálidos y brillantes, llenos de luz y de vida, que contrastaban con el perpetuo gris que nos rodeaba. Así que no es de extrañar que nos hubieramos construido nuestro pequeño paraíso a medida, con los medios de que disponíamos que, tampoco vamos a exagerar, no eran muchos. Un paraíso de colores y sonidos. Un mundo para nosotros donde nos sentíamos, cómodos, protegidos y partícipes de cosas desconocidas para los que no estaban en el rollo.

Tampoco es que estuviéramos en posesión del Arcano Mayor, ni mucho menos, pero nos sentíamos a gusto en nuestro particular mundo de colores, armonías sonoras y sensaciones diversas que normalmente brotaban a través de los sentidos. Un refugio, al fin y al cabo, que nos aislaba del cutre y ramplón mundo exterior, y lo que es mejor, un refugio que iba con nosotros allí donde nosotros fuéramos.

No, no estabamos aislados de la realidad, perdidos en un mundo de ensoñaciones. Por el contrario, eramos cada vez más conscientes de la realidad en que vivíamos, de la que había muchas cosas que no nos gustaban, ¡chungo!, pero éramos jóvenes y soñadores y queríamos un mundo de colores. No de una forma inocente, ni estúpida, conscientemente queríamos un mundo de colores. Así que nos fabricamos uno.

Nuestro mundo de colores y sonidos era un mundo psicodélico, influido por el popart y la música a la sazón. Lo más curioso de todo es que en el resto del planeta la corriente psicodélica empezaba a estar en retroceso (de lo cual, nosotros, claro, tampoco eramos muy conscientes ni estábamos muy informados) pero aquí, como siempre había llegado tarde, bastante tarde, y no estábamos dispuestos a dejar que pasara de largo.

Un mundo de colores y sonidos, un mundo donde los sonidos tenían color y los colores sonaban como la música. Psicodelia pura.

Frágil: Si, por supuesto

Más o menos por la misma época tuvimos un encuentro con la vanguardia del rock experimental y sinfónico británico. Un encuentro simbólico y sobre todo auditivo, se entiende, que esta vez, cosa rara, no vino de manos de Susy, el primeo de Rulo. Un amiguete del barrio, se presentó un día en el local de ensayo (que por aquel entonces todavía estaba en la discoteca de antiguos alumnos de nuestro colegio) con tres LPs que quería venderme, para irse a bailar a una discoteca (era viernes o sábado, creo recordar).

Así que gracias a la afición al bailongo de aquel amiguete me hice con los tres por un módico precio (por aquel tiempo yo mantenía un pique absurdo con el Bola sobre a ver quién conseguía tener más discos, así que no desaprovechaba ninguna oportunidad): Uno de la Mick Abrahams Band, primer guitarrista de Jethro Tull que tras ser sustituido por Martin Barre, grabó un disco imitando el sonido de Jethro Tull, pero que se quedaba en eso, una pobre imitación. El otro, ni me acuerdo cual era, pero el tercero resultó ser una maravilla.

Se llamaba "Fragile" y era de un grupo, del que, una vez más, no habíamos oído hablar jamás, a pesar de que venían funcionando desde 1968, año mítico, en que se fundaron otros muchos grupos como los propios Jethro, "Si". No, que se llamaban "Si", bueno en inglés de ese, o sea "Yes", y sonaban realmente bien, con un cantante de grandes cualidades como era Jon Anderson (no, no me he comido la "h", se escribe así), Chris Squire al bajo, Steve Howe como guitarra solista, Bill Bruford a la batería, que luego llegaría a tocar con Kin Crimson y Rick Wakeman a los teclados, antes de que se dedicara a hacer el hortera (ya me diréis si el dichoso "Viaje al Centro de la Tierra", no es una horterada pretenciosa).

¡Que pasada!. Quique flipaba con los solos de guitarra que no tardó en aprenderse. Al Rulo lo que le molaba era el sonido metálico del bajo (cada uno con su tema), yo alucinaba con los teclados del Rick Wakeman y con las greñas que lucía el tipo, y Salva, como siempre, despiezaba mentalmente cada pasaje de la batería para luego incorporar aquello que más le había gustado cuando tocaba.

Fue otro de esos discos que escuchamos una y otra vez (en casa de Rulo y en nuestra discoteca particular, que no estaba nada mal eso de tener una discoteca para nosostros, y además habíamos convencido a los curas que el equipo de sonido era un bírria y el Mauricio, un amigo mayor de Bola, nos había instalado uno la mar de guapo) hasta aprendérnoslo de memoría. Y luego aún vendría su siguiente LP. "Close to the Edge", en el que se sumaban a la corriente, entonces imparable, de los albunes conceptuales. ¡Pura delicia!.

P.D. Por cierto, que hay una excelente página en la Wikipedia (y en cristiano) por si alguién quiere enterarse de algo más , ¿Si?: http://es.wikipedia.org/wiki/Yes

Columna de Fuego

Tranquilos, no se está quemando nada. Es el nombre de un grupo con el que tocamos una vez en una de nuestras actuaciones. Si, los de la carátula que he puesto aquí encima (aunque no recuerdo que fueran tantos). Se trataba de un grupo colombiano que estaba por Madrid y nosotros compartimos actuación con ellos, ahora no recuerdo si en un colegio mayor o en otro sitio. Lo que si recuerdo es que llevaban un guitarrista muy marchoso.

Columna de Fuego

Resulta que, como me invadía la curiosidad, he búscado por ahí y he encontrado una página web que habla de ellos. ¡Bendito San Google!. Asi que aquí os dejó la dirección para que no creaís que me lo estoy inventando: http://digilander.libero.it/rockolombia/columna%20de%20fuego.html. Claro, que bien pensado, podría no estar inventándome el grupo y sin embargo estar inventándome la actuación. ¿Me seguís?. Pero por otra parte, ¿os habéis parado a pensar que ganaría yo con eso?, ¿eh?, ¿eh?.

Lo dicho, si alguien no se cree que tocamos con los colombianos Columna de Fuego, pues que no se lo crea, que yo voy ha dormir tan ricamente nada más que termine esta entrada, anotación , mensaje, post o como puñetas queráis llamarla. ¿Que por qué escribo tan tarde?, Joder, porque durante el día suelo tener otras cosas que hacer, a ver si os creéis que los del tinglado este del blog me pagan para manteneros todo el rato entretenidos con las mil peripecias de la nube que vegeta. Pues no, no pe pagan por eso, ni por nada. Vamos que no me pagan y si no preguntárselo a ellos. (Y además, no siempre escribo tan tarde).

Bueno el caso es con tocamos con ellos (todos juntos no, hombre, cada uno a su turno) y al guitarrista ese tan marchoso, que no me acuerdo como se llamaba, al parecer le moló bastante lo que hacíamos ya que, lleno de entusiasmo y exaltación rockera, nada más que terminamos de tocar, nos propuso allí mismo, encima del escenario, que le acompañáramos en una improvisación, que por lo visto les iba bastante ese rollo. Como resulta que a nosotros también nos iba bastante el rollo ese (el de improvisar), pues, nada, que nos pusimos a tocar con él, y el tipo nos iba indicando cuando teníamos que hacernos un solo, y hasta yo me marqué uno, que no debió salir tan mal, pues la gente aplaudió lo mismo que con los demás.

Y cuando terminamos, se pusieron en pie y siguieron aplaudiendo, y nosotros más contentos que unas castañuelas, que ya podíamos codearnos con los rockeros de al otro lado del charco.

¡Que mogollón!

Gracias a Quique estamos pudiendo recuperar algunas de nuestras viejas grabaciones (que aún no se había inventado el CD-ROM, ni nada por el estilo, o estaba en mantillas, y además, que no había grabadores de CD, ¡hombre!, no seas pesado)

Hoy toca la nueva versión de un tema antiguo "Esther was Blue", del que aquí y del motivo de su inspiración ya se ha hablado profusamente, convertido en una etapa más reciente en "¡Que mogollón!", su nuevo título, ya que ahora lo cantabamos en cristiano. Nosotros, ¡como los grandes!, nuevas versiones de temas antiguos, faltaría más.

Está grabado también en nuestro local de ensayo, eso sí, con la última tecnología al uso que consistía, a saber, en un grabador de casete mangurrino que además solo grababa en mono (y cuando le daba la gana). A pesar de eso, el resultado es bastante aceptable gracias a la singular maestría de los músicos (nosotros) y del que se desgañita (mi menda), que siempre he sido muy de desgañitarme, una consecuencia más de los micros tan buenos que habíamos tenido.


Podéis escucharlo aquí:
http://www.reverbnation.com/tunepak/1548578

No hay teclados, vuelvo a tocar la "rítmica", que ahora ya no se decía así, sino "segunda guitarra" (no, ya no tenía la Hofner que pasó a mejor vida en el local de Don Falismin, y me había pillado una Ibanez que molaba lo suyo), y los otros tres están que se salen cada uno en su instrumento. Fijarse sobre todo en la batería de Salva que no para un momento el tío, y en la guitarra solista, o "primera guitarra", de Quique o en el bajo de Rulo. La nube que vegeta en estado puro (o casi).

Fijarse bien, por otra parte, en el agudo sentido crítico de la letra que gira sobre las nefastas consecuencias de no tener un duro, de lo cual nosotros teníamos amplia y dilatada experiencia. Mayor despliegue de creatividad intelectual... ¡imposible! (¿cómo qué no?).

Denso como un ladrillo (o duro, o grueso)

Obviamente no me estoy refiriendo al relato que aquí se está narrando, con un éxito inimaginable por otra parte, a tenor de los miles de comentarios recibidos (si queréis me pongo a contar chistes, a ver si se anima alguien). Tampoco es una velada alusión al discurso cotidiano de alguno de nuestros más conspicuos próceres (ponle el nombre que te de la gana, que a mi para lo que me pagan...). No, no es nada de eso.

Se trata de un disco de Jethro Tull, el mejor disco de Jethro Tull (¿como que no, listill@?). "Thick as a Brick", que así se llamaba este LP, una obra conceptual de principio a fin, sin ningún corte en ninguna de las dos caras (del disco) que había que escuchar seguido. Un solo tema de casi 45 minutos. ¡Y que tema!. La cumbre del rock progresivo con un toque de rock sinfónico.

Bueno, los lumbreras de la industria discográfica pensaron, ayudados por vete tu a saber que clase de brebaje alcohólico, que si no difícil que se les hubiera ocurrido sólitos, que debía ser muy espeso un disco de esta guisa, sin cortes (canciones), así que cuando hicieron una reedición años después, que yo corrí a pillarla porque el antiguo lo tenía machacadito de tanto oírlo, los muy cretinos habían metido cortes (segundos de silencio) porque sí, donde les había venido en gana. Resultado: ¡se habían cargado el disco!, ¡una obra maestra!, concebida para escucharla sin interrupciones. Yo soy los Jethro Tull y los demando (Lo regalé a un amiguete y seguí escuchando mi antiguo LP todo bien ralladito, pero sin cortes).

El disco era original en más de un aspecto. La letra era de un chavalín inglés que había ganado un premio de poesía y luego se lo habían quitado porque según algunas mentes preclaras había algunas guarradas (¡que era un escándalo, oyes, para la gente de bien!) como aquella del "esperma que se desliza por la tubería", que a mi me ha parecido siempre una metáfora muy apropiada para describir el resultado de una "manola" (¿por donde coño querías los tipos esos que se deslizara el esperma?).

Bueno, en fin, que los Jethro cogieron la poesía y le pusieron su música y el resultado fue extraordinario, mejor que Aqualung, en mi opinion, y solo comparable con un disco suyo posterior que aquí no se escuchó casi nada (con deciros que lo pille en los saldos de el Corte Inglés. Si, ya existía el Corte Inglés, y las rebajas también, que yo creo que han existido desde siempre, como la sed o los malos rollos) pero que también era magnífico: "A passion play".

Además el disco venía dentro de ¡un periódico!. Si si, la funda reproducía un periódico inglés, "The St. Cleve Chronicle", y además en formato tabloide, como tiene que ser, que un periódico inglés si no es en formato tabloide no es un periódico inglés que se precie, donde se hablaba del chavalin, "Pequeño Milton" le llamaban, autor de la poesía al que, en el último minuto, le habían levantado el premio. ¡Ole tus... !. Era un flipe total, la música era buenísima, y además para mi regocijo los teclados estaban muy presentes, de la letra no entendíamos ni papa (para variar), pero bueno, que eso son menundencias sin la mayor importancia, y lo del periódico como funda del disco ¡total!.

Bueno, ¿que la historia del niño de la poesía era ficticia, y el periódico también (aquí, al principio nos la creímos de pe a pa), mejor aún. Cosas de genios.

P.D. El vídeo que he puesto es de unos añitos después, pero sigue sonando igual de bién.

Aquí pasa algo raro (así que dime algo)

Pasa algo raro. Muy raro. Me explico:

Según las estadísticas del blog cada vez lo lee más gente, lo cual no deja de producirme asombro, con una media en los últimos días de unas doscientas visitas diarias. ¡Ah!, ¿que no es mucho?. Pues vale, será para ti, que para mi es un mogollón de visitas, que al principio, hace dos meses, de cinco o seis diarias no pasaba. ¿Que es lo normal?, que se vaya conociendo con el tiempo, si pero...

Es que nadie dice ni mu. Vamos que lo de los comentarios se lo podrían haber ahorrado en mi caso. ¿Como es posible?. ¿Son todos los lectores de esta historia unos tímidos compulsivos?. ¿Saben leer pero se les ha olvidado escribir?. No les importa una mierda, entonces, ¿para qué lo leen?.

Sospecho, que yo soy muy de sospechar, que aquí pasa algo raro. Muy raro. Así que decidí hacer una verificación mediante una prueba empírica, que eso no suele fallar, oyes, que lo del empirismo lleva la tira de tiempo funcionando y hasta ha sido la base de algún sistema filosófico de esos (¡un respeto para los filósofos!, ¿eh?, que son gente que se pasan el día pensando, dale que te dale, con lo que eso cansa y envejece, y además ¡que está muy mal visto!, o acaso ¿conoces algún filósofo que salga en la tele rodeado de tías buenas?).

Pues eso, así que ni corto ni perezoso (en fín, esto último un poco, si) me pertreché del instrumento adecuado para realizar mi prueba empírica: un contador de visitas, como los que hay en muchos blogs y que aquí no hay manera de ponerlo donde quieras, pues no hay más narices que ponerlo en la parte de la descripción del blog, que es de los pocos sitios, junto con los mensajes, en que puedes introducir el dichoso código html de marras (¡Bien por los que han diseñado las plantillas!). Si, ese tan majo que está debajo del calendario, ¿que a que viene poner un calandario?. Bueno, como escribo de noche, a veces no se en que día estoy.

Resultado de la prueba: NO FUNCIONA, las estadísticas dan más vistas de las que marca el contador (y hoy 9 de julio, miércoles, ha vuelto a pasar: a las 12 h. 43 nuevas visistas que el contador no recoge, así que lo quito), lo que solo puede significar una de estas cosas:

1. El empirismo ese es un camelo que nunca ha servido para nada de útil ni de provecho (poco probable)

2. El contador que me he apañao es una birria y cuenta lo que le da la gana (poco probable, es el mismo que tengo en otro blog -púes claro que tengo más blogs ¿que te creías?- y allí funciona estupendamente)

3. Los lectores de este blog son una especie de espíritus translúcidos con una especial habilidad para dejar su huella en las estadísticas pero no en el contador (vete a saber, habrá que preguntarle al Iker Jiménez)

4. En realidad este blog no lo lee ni dios (bueno, dios a lo mejor, que en su bondad infinita... ) y a algún responsable del mantenimiento del tinglado este le ha parecido oportuno, por si me deprimía mucho, manipular las estadísticas y levantarme los ánimos (ésta va a ser)

Así que me decanto por la última, que además viene corroborada por otra prueba empírica: aquí, salvo Quique, no escribe un comentario ni el Tato (sólo dos, en plan anónimo y eso, pero para mi que es el mismo que me manipula las estadísticas).

¿Que parece poco probable?, pues dime algo....

Una profesión de riesgo

Llegados a este punto, no me queda más remedio que admitir que la de rockero es una profesión de riesgo. De mucho riesgo. No, no tiene nada que ver con el estilo de vida, ya sabéis, sexo, drogas y rock`n roll, que va. El verdadero riesgo es que puedes lastimarte tu solito facilmente mientras tocas. Y el local de ensayo resulta el sitio más peligroso.


¡Abstenerse pusilánimes!

Como no tienes un duro, no cambias las cuerdas hasta antes de una actuación y ¡zas! se rompe una y te da en un ojo o en su defecto en el lóbulo inferior del orejo que también duele lo suyo. Eso si no te atiza en el labio, que parece que les atraigan las partes más sensibles del careto. Sin contar las veces que te pinchas con ellas por no haber tenido la precaución de enrollarlas bien en el clavijero. No, hombre, que tú no estas para esas minucias, así que las dejas tal cual, todo tiesas, sobresaliendo lo suyo, y es cuestión de tiempo (poco) que te las claves tú o se las claves a alguien que ande cerca.

Si eres batería, no corres ese peligro, pero en cambio más de una vez te desollarás las manos, que estás todo emocionado tocando y te das un meco de espanto con el borde del timbal o el de la caja (este último duele más). ¿Que como puede ser eso?. Por querer hacer virguerías, que se te va la mano y no controlas y ¡toma!, un lindo pedazo de piel que te has dejado por el camino, y los parches chorreando sangre que es un escándalo. También se te puede romper una baqueta y atizarte en toda la frente, aunque eso es menos usual pero casos se han dado.

Yo en cambio, como era teclista, y cada vez cogía menos la guitarra, estaba relativamente a salvo de pinchazos y contusiones, pero me acechaban otros peligros igualmente. Que era el que cantaba, y el micro tampoco es que fuera una maravilla de la técnica, que oir se oía y ya era para darse con un canto en los dientes. En los dientes no, pero en la boca... Te descuidabas un poco, pegabas los labios al micro y ¡ay!, ¡me cago en... !, calambrazo que te crió y no veas como te cortaba el rollo.

Y para que hablar de cuando ibas a soldar el jodido cable ese y te quemabas con el soldador o con el estaño, que a más de uno le ha pasado y no me estoy inventando nada. ¿Que exagero?, se nota que no has tocado en tu vida, chaval... que anda que no era peligroso ni nada eso de ser rockero, que podías salir hecho un ecce homo tan ricamente despues de haber estado toda la tarde tocando, con pinchazos, magulladuras, cortes, quemaduras y otros daños similares, además de haberte quedado medio sordo porque eso si, se ensayaba con el volumen a toda pastilla, que como es bien sabido es excelente para la salud, y te tirabas tres días oyendo piiiiiiiiiiiiiiiiiii.

TCRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR!

Otro de los momentos álgidos de felicidad en la carrera de todo rockero que se precie es el que voy a describir a continuación:

Estás tocando con tus colegas, y como es normal, te dejas llevar por el frenético ritmo que escupen vuestros instrumentos y te convulsionas como un poseso, cuando de pronto ¡zas!, TCRRRRRRRRRRRRR. ¡La madre que...!, la mierda del cable que se ha soltado.

Esto nos solía pasar tres o cuatro veces al día cuando estábamos ensayando, hasta que aprendimos que si lo pillábamos (el cable) con la correa que sujetaba la guitarra había menos posibilidades de que con un tirón se fuera a paseo.

Claro que también se podía soltar del ampli aunque el resultado no era el mismo, en ese caso no había TCRRRRRRRRRRRRRR, sencillamente tu instrumento dejaba de sonar, pero eso no era lo peor. Lo peor es que los puñeteros cables tenían la maldita costumbre de desoldarse por la clavija, que estrictamente se lllamaba jack, si, si la clavija se llamaba jack, no esta, todas, es que no se les decía clavija sino jack.

A lo que iba, ni siquiera hacia falta el tirón. Llegabas tan contento y prometiendote a ti mismo que aquella iba a ser una sesión memorable. Sacabas la guitarra del estuche con mucho mimo, y el único cable que tenias para conectarla al ampli -no olvidar el estado de nuestra economía referido más atrás- con más mimo si cabe, cuidadosamente conectabas el cable a la guitarra y al ampli, encendías este último, subías poco a poco el volumen y TCRRRRRRRRRRRRRRR, ¡El puñetero jack se había desoldado!, si, si, él solito, y simplemente para fastidiar.

Así que junto con los alicates imprescindibles para reparar las cuerdas rotas, otro cachivache que no faltaba nunca en nuestro local de ensayo era un soldador. Y, ¡ale!, ahí que te las veías tu, que te las habías prometido tan felices, dándole al soldador de las narices y teniendo todo el cuidado del mundo en hacer una soldadura, como si fuera este tu único cometido en la vida, lo más pulcra y resistente posible, lo cual no siempre resultaba compatible, que si no quedaba bien y hacía contacto TCRRRRRRRRRRRRRR.

Cuestión de sexo

No os vayáis a creer que por vivir donde vivíamos no sabiamos lo que era el sexo, que siempre ha estado muy ligado a los rockeros, aún jovencillos como nosotros. Esto es lo que sabíamos nosotros (en un principio) sobre el sexo:






















Pues eso (luego fuimos progresando).

¡Vaya marrón!

Aunque lo pasáramos cojonudamente tocando, tampoco es que fuera todo un caminito de rosas. Vivíamos donde vivíamos, de eso no cabe la menor duda. Y en este caso, lo de todo tiempo pasado fue mejor (¡habráse visto frase más reaccionaria!), pues que no del todo. Éramos jóvenes, si, teníamos muchas ilusiones, si, pero también teníamos... mejor dicho, no teníamos un duro.

Bueno alguno teníamos, que tampoco éramos pobres de la caridad, pero todo costaba un güevo. Las cuerdas por ejemplo (si, las de las guitarras, ¿cuales vana ser si te parece?). Tenían la puñetera costumbre de romperse cuando menos te lo esperabas, ¡clack!, ¡a tomar por c... !. Y aún salías bien librado si no te daban en un ojo. Sobre todo la prima y la tercera (que nunca he sabido porqué se la llamaba "prima", prima ¿de quién? y no "primera", pero si ibas a la tienda de música a comprala, que normalmente estaba en la otra punta de la ciudad, que no se te ocurriera decir "deme una primera", que te miraban como si fueras un marciano o cualquier otro bicho raro de esos).

¡Vaya marrón!. Como no había para comprarse los juegos completos de cuerdas, que tenían que ser guapos (Fender o Gibson) para que aquello no sonara a cuerno, las comprábamos de poco en poco. O sea, según se iban rompiendo. ¿Y mientras?. Pues un apaño. Normalmente cascaban por la parte de las clavijas, que si cascaban por otro lado no había nada que hacer. Así que las empalmábamos. Si, como lo estáis leyendo, ¡las empalmábamos!.

Con en tiempo habíamos adquirido una destreza considerable. Cogíase cada trozo roto de la cuerda en cuestión, y por el extremo que se había ido al carajo se hacía como un pequeño lazo trenzándola sobre si misma, con ayuda de unos alicates, eso sí (que facilitaba mucho la cosa). Luego con el otro trozo, antes de proceder igual, se pasaba por el lazo así conseguido, y cuando se tensaba en el cavijero para afinarla, el trenzado quedaba prieto y, normalmente resistía. ¡Ya podíamos seguir tocando!, en los ensayos, que para las actuaciones procurábamos llevar todo nuevecito, si se podía, aunque alguna vez alguna cuerda se fue a la mierda en mitad de una actuación, ¿A quién no le ha pasado?.

En eso Rulo tenía más suerte, la verdad, aunque bien mirado, las cuerdas del bajo duraban más, pero también eran más caras cuando había que cambiarlas, así que no se. Y Salva, preocupado que no se le jodieran los parches de los timbales, y de la caja ni te digo, que esos si que costaban un pastón. Lo que si que se cargaba a menudo eran las baquetas, que no ganaba el pobre para baquetas ni nosotros para cuerdas. ¡Mira!, una ventaja de ser teclista, que las teclas no acostumbran a caerse ni se rompen sin ton ni son. Y además ¡no había que afinar!, que ya venía afinado de fábrica, que afinen los demás. Bien pensado, esto de haberme pasado al teclado, aunque de vez en cuando tocaba la "rítmica", era todo ventajas.

Recreando que es gerundio

Nada que esta noche estoy lanzado, y eso que ayer me acosté a las tantas, pero han sido muchas emociones últimamente y estoy que me va a dar algo.

Me ha entrado una frustración muy grande (lo que no voy a deciros es por donde me ha entrado) de que no queden grabaciones de nuestras primeras épocas, así que ¡ale!, os voy a poner una recreación de uno de nuestros primeros temas, de cuando éramos unos chavalines, pero ya éramos MOH, que esta historia es muy larga. Se trata de una baladita a la que yo llegué a tener un especial cariño.

Ya se que solateras en mi casa con mis viejos teclados y el GarageBand (¡es una joya!, oyes) no va a sonar igual, pero para hacerse una idea basta. Si, luego, conseguimos encontrar algunas de esas viejas grabaciones, que haberlas las hubo (no pierdo la esperanza, no me da la gana, soñar sale muy barato al menos hasta que te despiertas), pues ponemos el original y listo.




Se llamaba "Conocí una chica", que conocer había conocido unas cuantas pero no me comía muchas roscas, como ya he explicado largamente. Era cantada, en español (mejor no me pidáis la letra) y en esta recreación es toda instrumental. ¿Razón?. Hace tiempo que no canto un carajo ¡jodido fumeque! (de ese también). La melodía principal, con la harmónica de Quique, sigue siendo la misma. Los solos de flauta, los he puesto yo luego, pero, bien pensado, igual se los podría haber marcado Juan Lacal, y hubiera molado un mazo, aunque a él le conocimos más tarde. Y el solo de órgano, tampoco estaba, que por aquella época aún no teníamos teclado (¿se ha notado mucho?).

En fin, es lo que hay, recreando que es gerundio, mientras no aparezcan las dichosas grabaciones esas.

¡Ojo al manojo!

Mirad lo que me acabo de encontrar fisgoneando por la web esa: http://www.coz.es/portal/index.php?Itemid=58&id=101&option=com_content&task=view

Se trata de las "memorias" de Enrique Ballesteros, de Coz. Parece que hemos vidido lo mismo, ¿eh tronco?, pero además parece que hemos conocido a la misma gente, o parte de ella. Resulta que Burning eran de La Elipa, que no estaba lejos de nuestro barrio, y llegamos incluso a tocar con ellos, antes de que se llaman Burning, en una ocasión (ya lo contaré en otro momento).

Juan Lacal ("mangada" de su propia web, disculpa, tronco)

Juan Lacal, que además tiene su propia web y todo, bueno ahora nosostros también, es amiguete nuestro, efectivamente sigue cantando, incluso opera y zarzuela creo, y me lo encontré en el bareto que abrió Rulo en el pueblo donde vivo no hace mucho tiempo. Antes tocaba la flauta travesera, en plan Ian Anderson, y Quique y él hicieron un concierto juntos, en plan acústico (del que también hablaré cuando me parezca) y también nos acompañó en alguna otra actuación tiempo después. Nos conocimos un día en el Retiro que nosostros estábamos dando la matraca con las guitarras y él apareció, entre la floresta, tocando la flauta. A este le mado un "emilio" ahora mismo (se lo acabo de mandar, por eso he tardado un poquillo).

También conocíamos a José Decler, que era un extraordinario guitarrista y tenía una Gisbson SG que nos moríamos de envidia. Pero lo mejor de todo, yo toqué durante unos meses con Decler y "El Simi" en Don Falismin, que tenían el local de ensayo a tomar por c..., y Moises, el batería, que vivía en el barrio de Barajas, me venía a buscar todos los días para irnos juntos. Y seguro que me dejo a alguien, pero ahora no me acuerdo.

En fin, que me ha hecho gracia la cosa.

Nada, que no hay manera

Tras el reencuentro con Quique, ¡un milagro cibernetico!, oyes, y tras escuchar nuestro "En plan gilipollas", me han entrado unas ganas locas de subir algún tema de nuestras etapas anteriores, más o menos de la época por la que ahora va la historia que os estoy contando. Pero, nada, que no hay manera. Quique tampoco conserva ninguna grabación más antigua. Me faltan Rulo y Salva, y los amigos, pero ¿donde andarán?. Bueno al Rulo lo tengo localizado que no vive lejos y nos vemos de vez en cuando, aunque tampoco mucho.

A Quique hace muchos años que no le veo, de ahí la alegría del reencuentro (¿que pasa?, seré un ex-rockero, pero también tengo mi corazoncito) y a Salva todavía más, desde que se fue a vivir a Valencia. Miento, una vez vino a verme, cuando yo todavía vivía en Madrid. Fue una visita fugaz, pero emocionante. Y los amigos, la baska, pues no sé. Juanjo y su hermano, Manuel, creo que viven en Canarias. Del Bola se que está bien, porque me lo cuenta Rulo, como Emeterio, que creo que también está bien. Y de los demás no se prácticamente nada. Podría contratar a Paco Lobatón, pero no es plan, que es capaz de encontrarme algún pariente indeseable el tío, y encima cobrarme por ello.

Bueno, ya sabéis, corred la voz, se buscan antiguas grabaciones de MOH y a las personas que puedan tenerlas, si es que hay algún colgao que las ha guardado como oro en paño, que de todo hay en este planeta. Se recompensará con unas cañas, en fin, unas cañas y unas tapas, vale invito a cenar y punto, que no está el presupuesto ni los tiempos para muchas alegrías (diga el Zapatanzas lo que diga). ¡Animo!, venga, que no es dificil, seguro que entre los tropecientos millones de internautas alguién sabe algo del asunto. Y si lo reducimos a los de aquí, que no me imagino que puede estar haciendo alguién en Bankog con una grabación nuestra, pues mucho más sencillo.

Y mientras ¿que?. Pues seguiré contando esta historia, que tengo para rato, y poniendo fotos, que alguna encontraré hombre, no seáis cenizos, y a falta de la música original, la primera, que parece que se ha perdido, pues pondré alguna recreación moderna, aunque no es lo mismo, ya lo se, y que queréis que haga ¿que me la invente?.

¡Reencuentro!

¡El Quique está aquí!. ¡Como mola!, Si, si, no es broma, ¡El Quique está aquí!. Para que luego digan algunos que esto de la Internet es una pérdida de tiempo. ¡Nada de eso!, y me ha enviado una grabación de MOH que conservaba. Se ha tomado el curro de pasarla de cinta de casete a mp3 y ¡está aquí y ahora!. En directo, bueno se grabó en nuestro local de ensayo, con la presencia de algunos amigos, pero es una grabación Live, ¡en directo!, desde nuestro local de ensayo, sin trucos ni apaños de estudio.

Quique, en plan acústico

¡Aunténtico y genuino sonido MOH!, Que viene al pelo con lo que estaba contando, ¿Que pasa, no te lees las entradas anteriores?, pues no te vas a enterar de nada.

Rock`n Roll genuino, con un toque tejano, ¡Que por eso nos molaba el Johnny Winter!, pero en cristiano ¿eh?, que también tiene su mérito, y con su punto crítico, no te vayas a creer, que éramos rockeros pero no gilipollas. Es un tema de nuestra última época muy en consonancia con lo que escribí en la entrada anterior. Sigo buscando alguna grabación aún más antigua que pudiera haber quedado por ahí.

Bueno, que no se que pasa con el puñetero código HTML de las narcies, que no queda bien, y deja un güevo de espacio en medio, pero que yo no soy programador de esos y además ¡Son las cuatro de la mañana!, así que mañana vuelvo y lo arreglo ¿eh?.

Arreglado. Ahora se ve bien. Espero que os guste la faceta más rockera de MOH, que también está la otra, la psicodelica, progresiva, experimental y hasta sinfónica. Todo a su tiempo.

Juanito Invierno, ¡Diez años después!

No Juanito Caminante, no, que ese es otro. ¿A que dicho así no queda tan bien como el original?. Pues claro, Johnny Winter, no podía tratarse de otro. El blusmen albino, que parecía un brujo de alguna saga de esas, y era un excelente guitarrista y de Texas. A Juanjo y a mi nos dio bastante fuerte con el tipo. Hacía un blues salvaje y desgarrado y también tocaba rock `n roll, a lo bestia.

Así que tan pronto como pude me pillé un disco suyo, que por aquí no había demasiados la verdad. Se llamaba "Johnny Winter And Live", y es que la banda que llevaba por aquel tiempo se llamaba así "And", que sería como decir aquí Mike Kennedy y (por Los Bravos) o Teddy Bautista y (por Los Canarios). Estaba, claro, grabado en directo y era una bronca de disco con el que me dediqué a dar la barrila una temporada a propios y extraños.

Y esto último no es coña, no, que me plantaba allí donde fuese con el disco de marras y no había más narices que escucharlo enterito, que era yo muy persuasivo y hasta pelín coñazo para esas cosas. Y algunos flipaban de lo lindo porque les molaba un montón y otros flipaban cantidad también por la bulla que metía el tío, que les dejaba hechos polvo, y es que no tenían el orejo preparado para semejante huracán sonoro.

La verdad es que solo conocíamos otro guitarrista que fuera tan rápido y tan bronca, aunque en esto (lo de bronca) ganaba el Winter cuando se ponía, y éste era Alvin Lee de Ten Years After, que también se habían buscado un nombrecito de lo más guapo los mendas, "Diez años después", después de ¿que?, que la cosa no quedaba nada clara, aunque no creo que fuera del descubrimiento de America.

Una banda británica en este caso, de Nottingham, para más señas, como el sherif de Robin Hood, con el que, sin embargo, no guardaban al parecer ningún parentesco. El vídeo que os he puesto corresponde a su célebre actuación en Woodstock y están que se salen tocando " I'm Going Home", con un solo de guitarra un güevo largo y que no se cansa ni se equivoca el tío, ni na (aunque el Winter tampoco era manco en esto de solos largos en directo). En fín, nosostros aún no habíamos llegado a ese punto, pero estábamos en ello.

Un jardín en las alturas

Ahora que estamos en verano, aunque hoy no se nota mucho aquí, la verdad (lo del calentamiento del planeta ¿no será al revés?, no se, no parece que se caliente, que para mi que se está enfriando,) me he acordado de la casa del Pato, bueno la de sus padres, pero para el caso es lo mismo. (Así, entre nosotros, no le hacía ni puñetera gracia que le llamáramos de esa guisa, un mote que le habíamos puesto, que el chaval se llamaba José Antonio, como media España, y era un buen tipo (y además no tenía la culpa de como se llamara) y tenía un hermano, bueno tenía más, pero éste, Guillermo, que era algo más mayor, terminó siendo tronquete nuestro).

El caso es que la casa era un ático con un pedazo de terraza que no veas, toda llena de plantitas, muy monas ellas, que parecía un jardín en las alturas. Y allí pasábamos muy buenos ratos, cuando no estábamos en casa de Rulo, y, sobre todo, cuando hacía buen tiempo y no estaban sus padres, que no era cosa de pelarse de frío en pleno invierno por muy buenas que fueran las vistas, ni de cortarse ante la presencia de sendos progenitores.

Algunas de las fotos que he puesto (mi sobrina Maya dice que ponga más, muuuuchas más) fueron sacadas allí con una cámara que era un portento de lo mala que era, que era del todo imposible que fuera peor, por ejemplo la de Juanjo y el ¡Escarramia!, y otras, o la que está justo aquí arriba, en la que la única que sale medio bien es Lourdes, que a los demás los han pillado como en un renuncio y ahora no me acuerdo, pero me parece que la foto la hice yo (¡glup!). Y como ya ha salido el sitio varias veces, alguno se va a pensar que es que vivíamos allí en plan comuna jipi y eso, que la caseta del fondo queda de lo más apropiado.

Pues no. Era la terraza de la casa de los padres de un amigo. En fín, que allí hacíamos nuestras fiestas y lo pasabamos en grande, que para eso eramos jóvemos, aunque no fueramos ricos ni famosos (todavía). Ya veces se juntaba toda la baska y la panda, ya que el sitio era amplio y se prestaba a semejantes tumultos , y oíamos música y tocábamos canciones y un día hasta nos hicimos una sangría (la que se bebe), y nos cogimos una curda la mar de salada, oyes.

Que éramos un grupo serio de rock psicodélico, progresivo y experimental (¡ah!, ¿lo había dicho ya?), pero precisamente por eso lo pasábamos dabuti con los amigos y no teníamos un pelo de muermos, si no más bien todo lo contrario.

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