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Finales de noviembre

Pues aunque no lo parezca no tiene nada que ver con el día en que estoy escribiendo esto y que es el último del mes de noviembre, precisamente, pero que es una casualidad, que no lo tenía planeado ni pensado, sino que me ha dado por ahí, vamos, aunque la verdad es que viene a güevo, eso si. Se trata de una canción de Sandy Denny, que venía en un albúm doble que se había pillado el Rulo y se llamaba "El Pea", y que había sido grabado enteramente por gente de la Island Records. El título de la canción era "Late november" y pertenecía, aunque de eso nos enteramos luego, a un disco mágnifico que grabó en 1971, cuando ya había dejado Fairport Convention, y que se llamaba "The North Star Grassman and the Ravens", sencillamente genial.

Resulta que oíamos el disco de Rulo en todas partes, que nos había dado fuerte oyes, en su casa por supuesto, pero además lo habíamos grabado en una cinta de casete y lo escuchábamos aquí y allá, que tenía un montonazo de temas muy guapos y enrollaos. La canción de Sandy Denny, que a mi desde el principio me dejó conmocionado por su belleza, era la segunda de la cara A del primer disco, después del no menos magnífico "Empty Pages" de Traffic, un grupo a donde había ido a parar el teclista Steve Winwood, que antes había tocado en el Spencer Davis Group. Así que era la segunda que escuchábamos cuando Rulo ponía el disco o cualquiera de nosostros la cinta de casete.


No me negareís que es un temazo de los buenos y además tiene, no sé, como un lírica especial, además de su maravillosa voz, que me recordaba algo a la de Grace Slick de los Jefferson Airplane, pero mucho más suave y cálida sin perder por ello nada de fuerza. Como digo, escuchábamos la cinta en cualquier parte y aún recuerdo una tarde de otoño en el coche del Eme, perdidos en mitad de un campo en medio de ninguna parte, y la sensación de ser transportado por la canción de Sandy Denny, que luego cantó con Led Zeppelin en su cuarto album en "The Battle of Evermore".

Luego, un día en casa de un conocido de Quique que nos había propuesto tocar los tres en la fiesta de fin de curso de su colegio que estaba en Alcalá de Henáres (cosa que al final hicimos por aquello de que tocar era tocar aunque fuera en plan acústico y no sacáramos un duro, aunque a comer nos invitaron) escuchamos el albúm entero, que el tipo era forofo, y flipamos de lo lindo. Así que ahora no puedo resistirme a la tentación de poneros otros video de la Sandy. Este en directo con su anterior banda, Fotheringay, con la que había grabado otro disco estupendo pero que duró muy poquito (la bando, no el disco) pero sonaba igual de bien.


Pues eso, otra gran cantante y compositora, desgraciadamente malograda muy joven, que ha dejado una profunda huella. Yo aún la sigo escchando a menudo y he hecho todo lo posible por pillarme todos sus discos.

De Kabul a Tokio (sin movernos de Madrid)

Ya te digo. No es que estuviéramos todo el tiempo viajando de aquí para allá como unos locos, más bien al contrario, apenas nos movíamos del barrio y de Madrid, no por falta de inquietud viajera, que querer ver sitios nuevos claro que los queríamos ver, sino sobre todo por falta de pelas, que andábamos siempre semiarruinados y con más telarañas en los bolsillos que el desván de una casa de época victoriana. Así que de viajar porquito, que en eso estábamos acordes con el resto del país que tampoco es que se moviera mucho, salvo algunos jipis que conocíamos que se habían ido a Amsterdam (luego iría nuestro amigo Guillermo) o a Londres o a Ibiza, que caía mucho más cerca, y se estaba convirtiendo en el refugio de todo el jiperio. Nuestro amigo Antonio llegó hasta el Nepal, con tal de no hacer la mili, pero se salía de las estadísticas al uso.

¿Entonces?. Bueno Kabul era el nombre que tenía el perro de nuestra amiga Ana, de la cual yo había estado platónicamente enamorado de chaval, y se lo había puesto en honor a la capital del sitio de donde procedía unos de los mejores "humos azules" del mundo, que era una pasada tu, antes de que el país se fuera al carajo con la invasión rusa, los talibanes y todo el mogollón que vino después y aún continúa. Era un perro, bueno más bien un chucho (y lo digo con todo el cariño que yo le tenía) pequeño de color negro y muy simpático que siempre andaba con ella y con el que jugueteábamos y que de alguna manera representaba lo jipis y hasta lo bohemios que éramos, que éramos un puñao de jipis y bohemios como ya he explicado en otras ocasiones.

Tokio era al nombre de una cafetería que había en la calle de Felipe II, justo detrás y enfrente del El Corte Inglés de Goya (que "detrás" y "enfrente" no tienen porque ser contradictorios, que noto depende de como quiera uno explicar la cosa) que a Junajo le gustaba otro puñao y a la que solíamos ir de vez en cuando, sobre todo cuando él nos invitaba, dado el ruinoso estado de nuestro pecunio (que no se muy bien que es, pero creo que tiene que ver con las pelas). Era un sitio muy chic y glamuroso, aunque entonces no se decía así, que daban unos gintonic y unos sadwiches cojonudos (y, por supuesto, de gorra, que los pagaba todos Juanjo, que deberían haberle concedido el título honorífico de ONG andante, pero es que entonces las ONGs no estaban tan al uso y a la moda como ahora mesmo). Solíamos sentarnos en las mesas que había en la parte de arriba, cerca de la entrada, y a veces bajábamos a un salón muy grande que había en el piso de abajo, y se puede decir que los únicos greñudos de todo el local éramos nosotros.

Así que de Kabul, el chucho psicodélico y enrollao, a Tokio, la cafetería de gente guapa, que tampoco es que la frecuentara la jet esa, pero a nosostros todo lo que no fueran greñas y un cierto desaliño (solo un cierto, ¿eh?, que ducharnos nos duchábamos a menudo, pero había que mantener el tipo) nos parecía gente guapa y hasta pijos, que también había en nuestro barrio como ya os he contado alguna vez. Y no os creais que íbamos solo a pimplar y jalar, que también éramos un mogollón metafísicos, o por lo menos lo intentábamos, oyes, y recuerdo por ejemplo una noche hablando con Juanjo y Lourdes sobre la Nada y el Todo, como si tal cosa, aunque los gintonics le ponían su puntito.

Bueno, pues eso, de Kabul a Tokio sin movernos de Madrid, los dos polos antagónicos pero complementarios de nuestro particular imaginario geográfico y los dos polos, en fín, de nuestra juvenil existencia, En medio un montón de cosas para rellenarla, la música, el grupo, los amigos, los colegas, la baska, las chicas (todos, menos yo, ya se entiende), el barrio, los baretos, las cañas, los libros, el curro, la universidad, los grises... y unas ganas tremendas de tirar pa lante.

Un marxista convencido

Si, si, yo ya era por aquella época un marxista convencido. ¿El Capital?, no, que va. ¿Materialismo histórico o dialéctico?, no tampoco (eso llegaría más tarde), que todo eso estaba aquí muy mal visto por nuestras autoridades patrias y además resultaba especialemente peligroso, aunque jovenzuelos como éramos tampoco teníamos un sentido muy preciso del peligro. Me refiero al otro marxismo, el de los geniales Hermanos Marx, con lo que no he parado en todo este tiempo (y han pasado un puñao de años, oyes) de troncharme de risa. No es que no tuviera conciencia política, es que sencillamente no sabía aún lo que era eso. Por supuesto me jodía que los "grises" nos persiguieran como a conejos por la Universidad cada dos por tres, y tenía bastante claro que vivíamos en una dictadura hedionda, pero no había pasado de ese punto. Todo habría de llegar... Mientras tanto, mi marxismo no iba a cambiar el mundo pero podía alegrarme el día (o la tarde).

No, ahora, me refiero a que me pirraba el cine de los Hermanos Marx, con su humor absurdo y loco que a mi me parecía tan moderno y actual. Aunque lo cierto es que no aguantaba, y sigo sin aguantarlos, los solos de arpa de Harpo (¡anda mira!, acabo de caer en la similitud de los nombres. ¿Le pondrían Harpo porque tocaba el arpa?. Que en inglés arpa se dice "harp", que me he enterado muy a conciencia. Bueno, solo he tardado unos ciencuenta años en darme cuenta, no esta mál ¿eh?) que era una manía que tenía en tío, que en todas las pelis suyas, viniera o no a cuento -mayormente no venía- te endilgaba un solo de arpa de las narices que en mi opinión solo servía para cargarse el ritmo de la película. Si lo que querían es que supiéramos que el tipo tocaba fetén el dichoso instrumento, hubiera sido más gracioso (y menos cansino para los oidos) que en algún momento de cada película vistiera una camiseta con una leyenda del estilo: ¡eh!, que yo toco muy bién el arpa. ¡Un respeto!".

Pero en fín, dejando a un lado los tediosos solos de arpa de Harpo, que yo aprovechaba para ir al tigre, echarme un truja en el pasillo, o ir al bar a pillarme unas palomitas (que entonces no te clavaban el dineral que cuestan ahora, que más que palomitas parece que te estén dando perlas y lapizlázuli), lo cierto es que me molaban un montón las pelis de los Marx, Groucho, Chico, Harpo y Zeppo (que ya he dicho que a don Carlos y a su amigo Federico no los conocía aún por aquel entonces). Que los tíos bacilaban que daba gusto verlos y mi menda no ha visto bacilar a nadie en el cine con más gracia y ocurrencia que ellos. Y debe ser algo genético (que me gustaran los Marx), ya que algún tiempo despues mi hijo, que era a la sazón un enano de cuatro o cinco añitos, no paraba de ponerse en el vídeo sus peliculas y hasta se las aprendió de memoria.

Recuerdo que en una ocasión nos ibamos al cine la baska y no nos poníamos de acuerdo sobre que pelis ir a ver (en los cines de barrio de entonces echaban dos en sesión contínua, así que si te habían gustado podías repetir por el mismo precio, un chollo que ha desaparecido hace tiempo). Que si a mi esta no me gusta, que si esta otra ya la he visto yo varias veces y en este plan. Así que se me hincharon las narices y allí que les dejé plantados con la discusión. Me metí en el Carlton, un cine que estaba en la calle Ayala, no lejos de nuestro barrio) que ponían programa doble de los Marx: "Un día en las carreras" y "Tienda de locos" y me lo pasé pipa yo solito, que con aquella compañía en la pantalla, viendo como bacilaban a la pobre Margaret Dumont, que se ve que no se enteraba muy bien de que iba la cosa, y a quién se pusiera por delante, no se necesitaba más.

Tienes un amigo

En realidad espero que tengáis más de uno, cuatro o cinco, por lo menos, tampoco muchos más que entonces que seguro que más que amigos son amiguetes, y está muy bien tener muchos amiguetes, pero no es lo mismo que terner amigos, amigos de los de verdad, con los que has vivido un montón de cosas juntos, chungas o dabuti, para lo bueno y para lo malo, que de esos hay pocos (joder, que parece la letra de un tango, o de un bolero, de un rollo de esos sentimentales impropio de cualquier rockero que se precie), esos que sabes que aunque no los veas en mucho tiempo siempre estarán allí cuando los necesites, si es que los necesitas, sin pedir nada a cambio, ni explicaciones, ni tu compañía si están lejos, y lo mismo tu con ell@s. En fin, amig@s.

Bueno, en realidad me refiero a la preciosa canción de Carol King "You've Got A Friend" que venía en su albúm (ya quedamos que no volvería a llamarlos L.P.) "Tapestry" que salió en 1971 pero que aquí lo llegamos a conocer un añito más tarde como ya venía siendo lo habitual. Creo recordar que fue nuestro amigo Cesar el que nos la descubrió, pues le ponía cantidad (ella y su música). El disco fue un exitazo en todo el mundo, como el concierto que dió en el Central Park de Nueva York en 1973, o sea un año después más o menos de lo que estoy contando, donde reunió a más de 100.000 personas (¡ahí es ná!).

La verdad es que cantaba fantasticamente con esa voz que tenía un punto de cantante negra (aunque no tanto como Janis Joplin, claro) y eso que además de tener una pinta de jipiosa que no veas era más rubia que un arcangel (pero ¿alguién ha visto un arcangel alguna vez?, que no sea en "Dogma", a ver si va a resultar que son más morenos que "El Cigala") y sus temas, compuestos por ella -la verdad es que llevaba componiendo mucho tiempo junto con su ex (marido) Gerry Goffin y muchos de sus temas se convirtieron en éxitos en versiones de otros grupos, como los Monkees, los Animals e incluso los Beatles- eran realmente buenos. No, no era un cantante de blues, como Judy Roderick, de la que hablaré algún día, pero merecía la pena oírla.




Esto es lo que pasó precisamente con "You've Got A Friend", una de las mejores baladas que se han compuesto nunca, que se convirtió en un éxito en la boca del soseras del James Taylor, que yo no he visto un tío más soseras en mi vida, oyes, que la cantaba con muchísima menos garra que Carol King, y sin embargo se convirtió en el mayor éxitazo de toda su meliflua carrera como cantante de baladitas. Debería estar prohíbido. ¿Alguien lo entiende?. Pues eso, que a la baska no hay quién la comprenda muchas veces, que prefieren a un cantante dulzón y apagadito de baladas ñoñas, que en eso es lo que convierte lo que canta (aunque con "You've Got A Friend" no pudo de lo buena que era, pero si perdía gran parte de su encanto original), en vez de una voz vibrante y llena de matices. ¿Será que les falla el orejo?. Pues que se entrenen, coño.



P.D. En el último video que os he puesto ya esta un poquito más tarra, pero sigue cantando de puta madre la tía ¿que no?.

Parque de Atracciones

Resulta que en Madrid hay un Parque de Atracciones. No es Disney World, ni puñetera falta que hace, pero la verdad es que no estaba mal, por lo menos para aquellos tiempos que corrían. Y resulta que nuestra amiga Mayte conseguía a menudo invitaciones gratis para el Parque, por su padre creo, o sea que no págabamos en la entrada, aunque luego había que retratarse en cada atracción. Además de las atracciones al uso, como la Montaña Rusa a lo bestia, que se llamaba Jet Star o algo así, en la que Juanjo y yo no consentíamos en subir y otras por el estilo, como un invento diabólico que no me acuerdo como se llamaba que consistía en que te hacían girar como si te hubieran metido en una centrifugadora gigante, a las que tampoco subíamos (que no nos hacía ninguna gracia que nos cobraran por torturarnos y tampoco íbamos a sacarnos el carné de astronautas), había otras más clásicas y molonas, como el Tren de la Bruja o la Casa Magnética, que esta última si que molaba cantidad.

También había un auditorio bien grande al aire libre donde en las noches de verano se solían programar conciertos por la cara, o sea gratis, que si ya habías entrado en el Parque, de la manera que fuese, que eso ahora no viene a cuento, no tenías que pagar ni un duro. Y tenía restaurante y todo, que servían unos platos combinados que eran un mierda, pero a nosostros nos daba igual que ya nos llevábamos el bocata de casa. Allí vimos, por ejemplo, a Los Pekenikes (¡un respeto!, ¿eh?), como ya he contado aquí en otro sitio, y también a Joan Manuel Serrat, que dió un conciertazo muy guapo. Que sí, que éramos rockeros, muy rockeros y muy jipis, pero también nos iba el Serrat, oyes, que no hay nada malo en ello y el tío cantaba de puta madre y hacía unas canciones tela fardonas.


Así que cuando la ocasión se presentaba, que tan poco solía ser muy a menudo, allá que nos íbamos la baska al Parque de Atracciones a flipar de lo lindo, en metro, claro, que estaba a tomar por c... del barrio y muy cerquita de la Casa de Campo, sobre la que ya hablaré en otro momento, que allí también flipamos de lo lindo (y era gratis). y, ¡ala!, a vacilar en el Pulpo, la Casa Magnética (que tenía luz negra como las discotecas y solo se te veían los piños, pero eso si, la mar de blancos), el Barco Pirata que también era un flipe, que había que pasar por una rueda que no dejaba de girar a toda leche, el Tren de la Bruja, que a mi me molaba cantidad, y cosas por el estilo, y hasta en Los Caballitos, oyes, que había que vernos con la pinta que teníamos.

Y recuerdo una vez que nos fuimos los cuatro MOH en plan iniciatico, que nos habíamos tomado un enteógeno de esos, y no veas si flipamos, aunque yo no me atrteví a subirme a todo, que siempre he sido un poco cageta, oyes, razón por la que he llegado tan sano a mi edad y sin ningún hueso roto, pero si que me monté, con los otros tres, en la noria, que era un puñao de alta y se eaía desde arriba todo Madrid y no veáis que alucine. Fue como una iniciación para los cuatro amigos rockeros, sin nadie más de la baska, como en otras ocasiones, y no lo pasamos de puta madre de bien.

Y también recuerdo otra vez, que Juan, el Bola y mi menda nos habiamos ligado a unas chicas (que ya era una cosa bastante rara en nosotros, y casi un puro milagro) en Moncloa, después de salir de la univerisdad, y las invitamos a ir al Parque de Atracciones y allí estuvimos haciéndo el ímbecil (que es lo que se suele hacer en esas ocasiones) y tirándonos el moco, a ver si colaba, y no lo pasamos mál, que las volvímos a ver un par de veces más (pero no nos comimos un rosco, eso sí), pero nada que ver con la otra vez que acabo de contar (y eso que no había chicas ni nada), ni con las otras con toda la baska, que eso de ligar al final era un muermo. Pues eso, a flipar de lo lindo en el Parque de Atracciones.

No necesito ningún médico

No es que me pase nada o me deje de pasar, es que acabo de acordarme, después de haber estado currando todo el puñetero día (acabado de terminar hace un rato) de un tema de Humble Pie, grupo formados por antiguos poperos que se habían pasado al bleus y el rock duro (¡bien por ellos!) y al que empezamos a escuchar por aquella epoca, que tenía una pegada tremenda "I don`t need no doctor" de su doble albun en directo "Performance Rockin The Fillmore ", que era una pasada total. ¡Hay que ver comoo sonaban los tios!. Bueno, la verdad es que es lo primero que escuchábamos de ese grupo y ni siquiera teníamos el disco, sino que alguien (ya no me acuerdo quién, oyes, que tampoco fue antesdeayer) nos había grabado una cinta de casete que nos poníamos a todas horas.

Resulta que los del "Modesto Pastel" que es lo que viene a sigificar literalmente su nombre en cristiano (si hay un juego de palabras oculto, mi menda lo ignora que tampoco es que esté yo muy versado en la lengua del Chespir) son considerados como el primer grupo de Heavy Metal de la historia, mayormente por la traya que metían en sus actuaciones en directo, que tiraban de decibelios que no veas, y hasta en el albún en cuesión (que no es el que aparece abajo, que ese es otro en el que se les ve mejor los caretos) había una etiquetita (que lo he leído en la Wikipedia esa, que ya dije que solo teníamos una casete grabada) con el lema de "Heavy Metal".



Luego el Peter Frampton, que había fundado el grupo con Steve Marriott de los Small Faces, se piró y empezó su andadura en solitario, mucha más floja en mi opinión (ya se que no todo el mundo piensa lo mismo, pero para mi que abusaba un tanto de temas un poco ñoños, aunque eso sí, tocaba la guitarra de puta madre el tío) aunque seguía teniendo un directo fortísimo con su banda, como demostró también con su doble album "Frampton Comes Alive" que se publicó en el 76, o sea un porrón de tiempo después. Pero ahora estamos en el 72, escuchando un disco (mejor dicho, una casete que nos habían grabado) del 71, lo que por aquí solía ser bastante habitual, como ya he contado en otras ocasiones.


Bueno, aquí tenéis el vídeo de un directo del 71, si después de esto alguien sigue necesitando un médico es que esta muy malito, pero que muy malito.

Brother Wolf

Aunque las cosas no estaban por aquí para mucha coña marinera (ni de ningún otro tipo), mira tu por donde que la gente de estos andurriales hemos tenido siempre por costumbre descojonarnos de todo aunque vinieran torcidas (tal vez por lo de que las penas con risas son menos penas) y esto fue lo que pasó ese añito del 72, en que los MOH andábamos sin local para ensayar, con Salva en la mili y un tanto perdidos, que habían sido muchos malos rollos en muy poco tiempo y aún no lo habíamos acabado de asimilar del todo. Como también hemos tenido por norma, salvo unos pocos que se pueden contar con los dedos de una mano, no significarnos mucho, no protestar, no denunciar, no nos vaya a pasar algo. Cosas de un país de súbditos.

Aquella primavera salió a la calle, sin previo aviso, o sea a traición, "Hermano Lobo" una revista que se dedicaba lisa y llanamente a cachondearse del regimen. No del gobierno, que también, pero sobre todo del regimen ese de mierda que llevábamos ya soportando tantos años. ¿Ah?, ¿que no os había dicho que este era un regimen de mierda?, pues lo digo ahora, ¡ale!, que no solo eran unos fachas del copón bendito (algo muy propio -lo de los copones benditos- del facherio) sino que eran cutres y rancios como ellos solitos. ¡Hay que haberlo vivido!, lo siento, es algo que no se puede contar en todo su mugriento detalle. Nosostros lo vivimos en el momento en el que, por la edad, no tienes miedo de nada, o por lo menos tienes menos que tus viejos y la gente de su edad.


Pues ahí estaba el Chumy Chúmez, un cachondo el tio y un rojo que no veas (o eso decían los fachas, que aquí si no eras facha eras rojo y no había más narices), con una serie de colaboradores como Forges, Perich (que ya había publicado su "Autopista" para cachondearse del "Camino" del fundador del Opus, que a mi mi había regalado tiempo atrás una vecina de mi madre que al parecer estaba preocupada por mi salud espiritual, la pobre, o que era una facha de tomo y lomo) y Manuel Summers, unos ya conocidos y otros que estaban empezando. A pesar de que no había tenido ningún tipo de publicidad fue eun éxito de ventas desde el primer día y habia que ir temprano al kiosko si no querías quedarte sin ella. Que "La Codorniz", que en su época había sido el único bastión humorista contra la caspa del regimen y había vivido tiempos gloriosos, andaba ya de capa caída, como si no le cogiera el pulso a la baska y a la calle.

La verdad es que retrataba, con mucho humor gráfico y poco texto (que aquí siempre hemos sido vagos para leer más allá de unas pocas líneas) con mucho cachondeo y un tono a veces un tanto bestia (pero menos bestia, eso si, que el regimen con el que se metía) la cutrería generalizada y los estereotipos (¿que coño será eso?) imperantes, que no dejaban títere con cabeza, y eso que había que andarse con mucho ojo si no querías acabar en la trena, así que hoy, sin que lo pretendieran sus creadores, se ha convertido en todo un tratado de sociología (dime de que te ríes y te diré como vives).

Fue como una bocanada de aire fresco en medio de la podredumbre general que se respiraba. El "semanario de humor dentro de lo que cabe", que así rezaba el eslogan debajo del título, nos alegró la vida, como nos la alegraban los discos de nuestros grupos de rock favoritos. Y cada semana, a esperar que llegara al kiosko para descojonarse de la risa. Y coleccionarlo, que luego, es una pena que no tuvieramos todos los números, que algunos no llegamos a tiempo para pillarlos, y que, tiempo después, en una limpieza tonta, nos desprendiéramos de los que teníamos (yo pocos, que lo leía de gorra por aquello de que siempre andaba mal de pelas y a la última pregunta), aunque ahora, gracias a la internet esa desde la que os doy la barrila, los podemos leer todos tan panchos. ¡Joder como han cambiado las cosas!.

Una escalera al cielo

Por aquella epoca escuchábamos mucho la que, sin ningún lugar a dudas, es una de las mejores canciones del rock de todos los tiempos "Stairway to Heaven" de los Led Zeppelin, uno de nuestros grupos favoritos, cuyo segundo y tercer álbunes habíamos escuchado miles de veces sin por ello cansarnos ni un poquito. El cuarto nos pareció algo más flojillo (teniendo en cuenta lo buenos que eran los otros, ¿eh?, no malinterpretar please) aunque tenía temas con mucha pegada, sobre todo "Rock and Roll", pero nada comparable con la maravillosa "Escalera al cielo". Si, ya se que hay gente por ahí que no le gustó mucho el III porque era demasiado acústico, pero a mi me parece casi tan bueno como el II (para gustos, colores).

El Robert Plant estaba que se salía, cantando al principio en tono melódico de balada rock para luego llegar con sus increibles agudos, que no ha habido un cantante de rock duro o Haevy Matal que suba lo que subía este tío y sin usar el falsete ni tirar de recursos, ¡a pelo!, el muy bestia. Y el Jimmy Page, que había estado en los Yardbirds, una auténtica escuela de rock y blues por la que habían pasado también Eric Clapton y Jeff Beck, estaba tremendo a la guitarra solista, que era un flipe verle tocar en directo con el cacharro ese de doble mastil, que aquí no sabíamos ni que existía, aunque aún tardamos un poco en ver las pelis de sus conciertos (¡cosas del país este!).




Ni que decir tiene del trabajito fino que hace el John Paul Jones al teclado de un Hammond, que parecen flautas de verdad, que no se como lo hace el tipo, aunque a mi, con mi cascado Panther me daba lo mismo, que no había manera de que sonara de aquella forma. Y el John Bonham atizándole a gusto a la batería. Además el clima que se iba creando hasta llegar a la parte más dura, puro haevy del mejor, te iba poniendo tono según la escuchabas. En fín, que la habremos oído unos cuantos miles de veces y siempre nos parecía (y me parece) una maravilla.

Y no se que chorradas andaban diciendo por ahí que si la escuchabas al revés había una invocación satánica, como que alguién en su sano juicio, con lo buena que era esta canción se iba a poner a escucharla al revés (que lo que se oye es una mierda y además te puedes cargar el tocata, oyes, y no estaban los tiempos para esas aventuras). Que siempre hay gente que tiene que andar sacándole la punta a todo (que había mucho desocupado por ahí fuera para dedicarse al rollo satánico ese, que aquí con que no nos partieran la crisma los "grises" ya teníamos bastante) en vez de disfrutar tranquilamente de lo que hay. ¡Que les den!, y nos dejen escucharla a gusto. Que aunque lo nuestro era el rock progresivo, experimetal y psicodélico, también nos molaba un güevo el rock duro, como se le llamaba entonces, y en eso los Led Zeppelin eran los mejores. Por mi parte, estaba encantado que un grupo de rock tan potente utilizara el teclado en muchos de sus temas.

P. D. En el video en directo que os he puesto, el Robert Plant no la canta tan bien (aunque tampoco lo hace mal el tio) como en la versión de estudio, pero que le vamos a hacer, el directo tiene estas cosas.

En la puta calle

Tirados en la puta calle, así pasábamos el tiempo cuando la casa de Rulo no estaba disponible (ya que su madre tenía la dichosa manía de volver cada día después del trabajo y a la mía no le molaba que trajera gente a casa, bueno, uno o dos para un rato, pero nada de invasiones). Se acabaron los tiempos felices de la discoteca del cole o de nuestro primer local de ensayo, en el sótano también de nuestro antiguo colegio. En la puta calle, que si hacía buen tiempo no era cosa chunga, pues nos íbamos a la plazoleta o al parque. Lo jodido era desde noviembre hasta marzo, ambos dos incluidos, oyes, que en Madrid ya se sabe: nueve meses de invierno y tres de infierno (cosas del puñetero clima continental ese de las narices).

Así que nada, bien abrigaditos y al relente que no había otra alternativa. De más jovencillos habíamos alquilado, por una muy módica cantidad más las consumiciones, el sótano de un bareto para pasar el invierno y allí nos reuníamos hasta con tocata y todo. Luego fuimos a otro que tenía un pequeño reservado en el piso de arriba y también frecuentamos un tercero que también tenía unas mesas en el piso superior, y así pasábamos las tardes gélidas al abrigo del mal tiempo. No solía durar mucho. O se cansaban los dueños de que estuvieramos horas con unas pocas consumiciones o nos acabábamos cansando nosotros. Pues nada, a la puta calle, que le vamos a hacer.

Recuerdo un día que habíamos ido a dar una vuelta por el antiguo barrio de Rulo, que hacía un frío del carajo bendito. Estábamos congelados y no teníamos ni un duro para entrar en un bar y estar un rato calentitos, así que acabamos metidos en una cabina de teléfono hasta que se nos pasara un poco la rasca. Ibamos Cesar y mi menda, y creo que el tercero era el mismo Rulo. Otras veces nos metíamos un rato en el portal de alguién, por ejemplo en el de Salva, por aquello de que los porteros nos conocían y que su hijo, Juan, "Juanito", había sido "pipa" del grupo en sus mismísimos comienzos.

Pero no nos quedábamos en casa, no. Preferíamos estar juntos y congelarnos en la puta calle que no quedar para vernos. Cosas de la juventud y sobre todo de la amistad, que era como si no estuviéramos completos si no estábamos con los otros aunque fuera pasando frío. Y vueltas y vueltas al barrio, que andado se notaba menos que si te quedabas parado, y una vuelta más y risas y coñas, que aunque hiciera frio no nos iba a cortar el rollo, y de repente, por puro bacile, nos parábamos y nos poníamos todos a mirar muy serios hacia lo alto, y señalábamos con la mano, como si estuviera ocurriendo algo extraordinario, hasta que al final se hacía un corro de gente mirando, y entonces echábamos a reir a lo bestia, y seguíamos con lo nuestro (una vueltecita más).

En la puta calle oyes, y a veces, si había suerte, pues nos metíamos en el "seiscientos" de la madre del Bola, cuando podía pillarlo, o en el coche de Pilar, la novia de Salva, o en el mini ranchera que tuvo Quique una temporada, o en el de Juanjo o en el de Juan, que también era de su padre pero se lo dejaba de vez en cuando, así aparcados y todo para quitarnos un rato el frío, y no gastar gasofa y que tampoco teníamos a donde ir (aunque fuera en coche), si no éramos muchos y cabíamos dentro. Y recuerdo un día en el coche de Juanjo, que estábamos aparcados en el Barrio Blanco, cercano al nuestro, y estana tambien Manolo, su hermano, y nuestra amiga Chus, que no se muy bien que hacíamos, pero algo esperábamos, y caía una manta de agua del copón, que eso era aún más jodido, cuando llovía, y entonces nos metíamos en los soportales de la plazoleta.

Si no llovía, ¡a la puta calle! a gastar zapato y seguir con lo de las vueltas, por la Avda. Donostiarra y Virgen del Coro, que en Virgen de Lourdes hacía aún más frío y también una ventolera de espanto, que es como si estuviera en mitad de un páramo y mucho no le faltaba la verdad. Y las manos heladas hasta con guantes que costaba un güevo encender un truja. Y apurábamos el tiempo hasta el último minuto, por mucho frio que hiciese, que era como si no fuéramos a vernos nunca más en la vida y no quisiéramos despedirnos, y no al mismo día siguiente como era lo habitual. Cosas de amigos.

Su tabaco, gracias

Jodido fumeque. La verdad es que no me inicié pronto con los trujas, aunque había tenido un intento fallido de preadolescente de esos, o sea de niñato. Con catorce añitos Salva y yo compramos un par de cigarros rubios al tipo que vendía tabaco suelto (entonces se vendía también así, suelto, pillabas los trujas que querías y listo) además de chucherias y cosas por el estilo en la esquina de la Avda. Donostiarra con Virgen de la Alegría. Con nuestro botín recién adquirido nos fuimos al descampado detrás del Sampas (para que nos nos viera nadie y diera el chivatazo en casa), les prendimos fuego, dimos una calada y ¡puag!, ¡que asco!, que mal sabía aquello (eran "Bisontes", para más señas) que mal nos sentó y que mareo nos pillamos. Así que pasó bastante tiempo hasta que nos decidiéramos a probar otra vez.



La verdad es que no volví a fumar hasta la univesidad, donde un compañero de clase se encargó de "iniciarme" dejándome un cigarro junto a la hoja en que tomaba apuntes cada vez que él se encendía uno (¡la madre que lo... !), lo que ocurría con bastante frecuencia. Si, se podía fumar en clase (en el cole nos dejaron fumar en el último curso, el famoso "preu", aunque solo en un rincón del patio destinado a tal efecto) y prácticamente en todas partes y también le vendían tabaco a los chavalines (¡muy sano todo!). Aunque al principio pasaba de cojerlos, y luego, sin más, los tiraba al suelo, el seguía erre que erre, que debía tener comisión de la Tabacalera, me imagino yo, total que finalmente acabé cogiendo uno y fumándomelo, y así es como me enganché, de la manera más tonta (ahora solo fumo puritos -puritos, no purazos- y pocos).

Por aquella época todos los demás ya fumaban, así que creo que fuí el último en incorporarme al vicio del tabaco, aunque tenía cuidado de no fumar en casa para que no se mosquease la vieja que no había fumado nunca y no quería que yo fumase. Las chicas solían fumar tabaco suave y mentolado que a mi me sabía a rallos (prefería el negro) y los chicos se repartían entre los que fumaban rubio (Bisonte y Lola, sobre todo) y negro (Rex o Ducados, salvo el bestia de Antonio "el Ruso" que fumaba Habanos, negro fortísimo). Y es que estaba bien visto lo de fumar, y era de mayores, no como ahora que pareces un apestado y un terrorista de la salud, así que fumábamos incluso cuando estábamos tocando (una caladita y dejábamos el cigarro pillado entre dos cuerdas en el clavijero).

Un día que estábamos en casa de Juanjo, se derramó sobre el último paquete de tabaco que teníamos una cerveza o un cubata y fue y se mojó todo. ¡Que espanto!, sin tabaco y además eran las tantas y estaba todo cerrado, así que no se podía ir a por más. Pues nada, que pilló Juanjo un secador de pelo y los fue secando uno a uno (los cigarros, que estaban empapaditos) con mucho cuiadado y mucha paciencia y se acabaron secando pero cogieron una pinta de lo más raro, como si ya se los hubieran fumado aunque estuvieran enteritos, y lo peor es que también sabían a demonios (que no creo que nadie se haya fumado un demonio pero tampoco deben saber muy bien). Pero ¡que se le iba a hacer!, que era tabaco al fin y al cabo (que peor sabía la picadura o sopilcaldo), que ya se sabe lo chungo que puede resultar el dichoso mono.


P.D. El dibujo de arriba lo he pillado de un blog que se llama "Mis pequeños descubrimientos". Si no quieres que lo use en este, dímelo y pondré otra cosa.

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