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Finales de noviembre (reposición por el morro)

Para estos finales de mes nada más a güevo que una canción de Sandy Denny, que venía en un albúm doble que se había pillado el Rulo y se llamaba "El Pea", y que había sido grabado enteramente por gente de la Island Records. El título de la canción era "Late november" y pertenecía, aunque de eso nos enteramos luego, a un disco mágnifico que grabó en 1971, cuando ya había dejado Fairport Convention, y que se llamaba "The North Star Grassman and the Ravens", sencillamente genial.

Resulta que oíamos el disco de Rulo en todas partes, que nos había dado fuerte oyes, en su casa por supuesto, pero además lo habíamos grabado en una cinta de casete y lo escuchábamos aquí y allá, que tenía un montonazo de temas muy guapos y enrollaos. La canción de Sandy Denny, que a mi desde el principio me dejó conmocionado por su belleza, era la segunda de la cara A del primer disco, después del no menos magnífico "Empty Pages" de Traffic, un grupo a donde había ido a parar el teclista Steve Winwood, que antes había tocado en el Spencer Davis Group. Así que era la segunda que escuchábamos cuando Rulo ponía el disco o cualquiera de nosostros la cinta de casete.


No me negareís que es un temazo de los buenos y además tiene, no sé, como un lírica especial, además de su maravillosa voz, que me recordaba algo a la de Grace Slick de los Jefferson Airplane, pero mucho más suave y cálida sin perder por ello nada de fuerza. Como digo, escuchábamos la cinta en cualquier parte y aún recuerdo una tarde de otoño en el coche del Eme, perdidos en mitad de un campo en medio de ninguna parte, y la sensación de ser transportado por la canción de Sandy Denny, que luego cantó con Led Zeppelin en su cuarto album en "The Battle of Evermore".

Luego, un día en casa de un conocido de Quique que nos había propuesto tocar los tres en la fiesta de fin de curso de su colegio que estaba en Alcalá de Henáres (cosa que al final hicimos por aquello de que tocar era tocar aunque fuera en plan acústico y no sacáramos un duro, aunque a comer nos invitaron) escuchamos el albúm entero, que el tipo era forofo, y flipamos de lo lindo. Así que ahora no puedo resistirme a la tentación de poneros otros video de la Sandy. Este en directo con su anterior banda, Fotheringay, con la que había grabado otro disco estupendo pero que duró muy poquito (la banda, no el disco) pero sonaba igual de bien.


P.D. Pues eso, que no teníamos ganas de currarnos el blog este finde y hemos puesto un post de hace un año (un poco tuneado, eso si) por todo el morro, sorry.

Una guitarra nueva

Habia dejado mi viejo y cascado Panther, junto con mi Hoffner eléctrica y mi ampli en el local de Don Falismin aquel verano y nunca volví a por ellos. No echaba de menos mi viejo órgano con el que había aprendido a tocar, porque ahora tenia un flamante Yamaha de doble teclado en mi casa que molaba un mogollón del bueno. De mi vieja guitarra eléctrica, más antigua aún que el Panther, tampoco me acordaba mucho y cuando lo hacía de lo que me acordaba es que era bastante durilla (por no decir otra cosa), comparada con las guitarras que había probado luego por ahí, y no tenía ganas de volver a despellejarme los dedos (justamente por las llemas que es lo más blandito y lo que más duele), que ya me los había despellejado bastante al principio (cuando comenzamos con lo del grupo). ¿Y el ampli?, bueno pues que solo tenía cuarenta watios de potencia y con eso no ibas a ningún lado (y menos tocando rock progresivo y sinfónico).

Sin embargo echaba de menos tocar la guitarra, ya que mi trayectoria musical había empezado con ella, ya que lo del teclado vino después (como sabrán tod@s aquell@s que siguen este blog y ell@s sabrán porqué, que a mi no se me ocurre ni me alcanza). No era cosa de pillarse una guitarra eléctrica por la sencilla razón de que no tenía pelas ni para una de segunda mano. Y luego estaba lo del ampli, que una guitarra eléctrica si su amplificador pues que no tiene mucha utilidad, oyes, que no se oye un carajo y tampoco era cosa de enchufarla a la radio, como se hacía antes, que las radios modernas, o sea los transistores a pilas, no estaban preparados y en eso habíamos salido perdiendo claramente, para que luego digan que toda mejora tecnológica es un avance, que a veces si y a veces no, pero no me voy a enrollar más con esto que veo por ahí a algun@s que están a punto de la desbandada (¡poca paciencia tiene el personal!).

Así que me decidí por pillarme una guitarra española, que me gusta llamarla más así que "clasica", y me fuí con el Quique una tarde a Leturriaga (que ahora no me acuerdo si fue a Leturriaga o a la Unión Musical, que para el caso...) y allí estuvimos un buen rato, que nos sacaron unas cuantas que se apañaban a mi modesto presupuesto (que tampoco iba a comprarme la guitarra de Paco de Lucía, ni la del Maestro Segovia, ni aún la de Narciso Yepes) y Quique, que era el que mejor la tocaba con diferencia (pero con mucha difrencia) las fue probando tranquilamente hasta que al final dijo: ¡esta!, y la pillamos y nos volvimos para el barrio tan contentos. Que ya teníamos otra vez guitarra española (y aún la conservo que ha salido cojonuda y con ella ha aprendido a tocar mi cuñado y aún ahora todavía la toca mi hijo y eso que un invierno que hizó una rasca que no veas y que me la había olvidado en el cuarto de abajo se me rajó por el mastil y hubo que hacerle un apaño) y podía volver a dar el coñazo en plan cantautor, que distraía mucho mientras no hubiera local para ensayar. Y en esas estábamos.

Una de monstruos

Aquel otoño del 74 fuimos una noche al cine Canciller, que era uno de los mejores cines del barrio, en plan estreno y todo, oyes, a ver "El jovencito Frankenstein", una peli de Mel Brooks con Gene Wilder, Peter Boyle y Marty Feldman (el "ojos de huevo") en el reparto y nos partimos de la risa. Vamos, que nos estuvimos riendo más de una semana seguida. Mucho tiempo después, nos sigue pareciendo una de las mejores pelis de Mel Brooks, que ya se había distinguido por ser el productor del "Superagente 86" que también era bastante desternillante (aunque mi menda, como no había tele en casa, solo había visto algunos capítulos en casa de algún amigo), junto con "La última locura" y "Que asco de vida". Las otras no molan tanto (por lo menos a nosotros, que ya sabemos que hay gustos para todos y seguro que hay alguien por ahí que le gustan más alguna de las otras, pero no vamos a discutir por eso ¿eh?). Aquí abajo podéis ver la secuenciua en que el Dr. Frankestein se encuentra con Igor (seguramente una de las mejores de la peli, junto con la del ciego, la pártida de dardos y en fín, ¡tantas otras!).



Bueno, pues resulta que hemos encontrado un sitio de esos donde su puede volver a ver por la cara, así que si a alguien le apetece (y no la tiene en casa, o la tiene en video y se le escacharró el aparato hace tiempo), ya sabe, solo tiene que pinchar en este link:

http://www.divxonline.info/pelicula-divx/299/El-jovencito-Frankenstein-1974/

Y a lo mejor cae esta noche y todo.

¡Ya hemos vuelto!

Ya estamos otra vez aquí, que nos hemos tenido, por cuestiones del curro, que bajar unos días al moro (¡que no!, que no somos camellos, ni nada de eso, oyes, que tenemos unos curros bastante respetables para unos viejos rockeros como nosotros), no al de aquí enfrente, sino al que caé un poco más a la derecha (en el mapa, claro), o a la izquierda según desde donde se mire, y hemos estado allí y nos hemos dado una jartá de currar con madrugones a diario, que había que levantarse a las seis y media de la mañana (que es una putada como un piano, que llevamos muy mal eso de madrugar, que nunca ha sido cosas de rockeros ni de gente desaliñada como nosotros). Pero bueno, que también nos hemos zampado algún cuscus que otro (que están buenos, pero estarían aún mejor si le pusieran algo de gorrino, pero ya se sabe, que al bicho le tienen mucha tirria por ahí y no quiren ni verlo ni olerlo, y ni que decir de zamparlo) y nos hemos bebido algunos tés de menta de esos con sus piñones y todo.

Y que ya estamos de vuelta, dispuestos a seguir dando la tabarra con la cosa esta del Manicomio, que ya le hemos cogido el gustillo y no hay quién nos pare. Así que, una vez que se nos pasa la cagalera que nos hemos traido de recuerdo, pues que seguiremos por aquí, como siempre, para deleite de algun@s y deseparación de otr@s (que son tont@s, oyes, que si no les va el rollo, con no volver a leernos ya lo tienen arreglado). Pues eso, que hasta muy pronto, que esta va de mosqueo y para deciros que no nos hemos rajado ni nada, asi que seguimos en la brecha (que no sabemos muy bién que es lo que quiere decir, porque aquí no hay ninguna brecha por ningún lado, pero es algo que hemos visto que se suele usar en estos casos).

Estamos de vuelta en un pis pas (o casi)

Pues nada, que vamos a estar ausentes uno días, pocos (¡mira!, ya hay alguién por ahí que se está alegrando), porque tenemos un montón de curro, oyes y no nos va a dar tiempo pa na. Esperamos que no sea más que una semanita, así que pronto (que el tiempo pasa volando menos cuando estas currando) estaremos de vuelta, en un pis pas vamos, o casi, para seguir dando la barrila como es habitual. Mientras tanto, podéis echarle una miradita (o varias) a este blog tan majete que hemos encontrado por ahí (bueno, por ahí no, lo hemos encontrado en internet, para ser exactos). Se llama la terraza progresiva y mola mogollón: http://laterrazaprogresiva.blogspot.com/

Y también os podéis ver este video de los Jefferson Airplane (unas de nuestras bandas favoritas de siempre) tocando en una terraza (que la cosa hoy va de terrazas, a lo que parece) y en plena calle, que es una cosa rarisma, pero está muy bién:



¡Anda!, y ahora resulta que nos entran dudas de quienes habrían sido los primeros (en tocar en una terraza) si los Beatles o la panda de jipis estos. Bueno, pero eso cuando volvamos en unos días.

De concierto en concierto (pero menos)

Debió de ser más o menos por aquel entonces (otoño de 1974) cuando los Soft Machine vinieron a Madrid y dieron un concierto una noche en M&M, el único garito que se atrevía a hacer esas cosas por aquel entonces. Digo que debió de ser por aquella época, porque recuerdo los comentarios de Moisés sobre el batería y fundador de la banda, Robert Wyatt, que, al parecer, tocaba algunos temas a cuatro baquetas, estos es con dos baquetas en cada mano (aunque ahora no estoy seguro que no fuera John Marshall, que entró en el grupo en el 73, después de que Wyatt se hubiera marchado). También recuerdo que hacía frío pero no era invierno (había aún hojas en los árboles, lo cual es un indicio bastante seguro, al menos entonces que ahora ya no es fiable), y puesto que habíamos conocido a Moises aquella primavera, debíamos estar en otoño (y a esto se le llama agudeza mental). Lo que ya no recuerdo tan bién es quien fue al concierto. Yo desde luego, no, aunque creo que si fueron Quique y Juanjo que vinieron flipando de lo lindo. No en vano era una de nuestras bandas favoritas.

De alguna manera, aquello vino a inagurar lo de los conciertos de grupos extranjeros, de los que hasta entonces andábamos más que escasos. Otro grupo al que vimos por aquella época (y en esta ocasión si que fui yo al concierto) fueron Blood, Sweat & Tears, que también nos molaban lo suyo, aunque no hicieran rock progresivo ni psicodélico y estuvieran mucho más cerca del jazz. Pero es que el jazz mola, tú. En aquella ocasión fiomos toda la baska a verlos al teatro Monumental, que estaba (y supongo que seguirá estando) en la Plaza de Antón Martín, cerca de Atocha, uno de nuestros lugares de encuentro favoritos por aquelllo de que al lado, justo al lado, está (y estaba la Cuesta de Moyano), y era una especie de segundo barrio para nosotros. El concierto en cuestión fue una pasada, que aquella gente tocaba de puta madre, oyes, y sonaban en directo mejor y con más fuerza que en los discos (que nos los habíamos oido todos).

Por cierto que en el Monumental también fuimos a un concierto del John McLaughlin y la Mahavisnu Orchestra que fue un peñazo que no veas. Para empezar los tíos tardaron más de media hora en salir al escenario (sin teloneros ni nada) y la baska empezó a impacientarse. Luego, cuando por fín aparecieron, va el menda, que iba de místico por la vida y vestido con túnica y tod, y pide unos minutos silencio para meditar y rezar. ¡Y se lió la gorda!, que le llamaron de todo, pero nada bonito. Así que empezaron a tocar, pero aquello sonaba fatal y se les veía como desganados y a mitad del concierto fuimos y algunos nos marchamos. Y ahora que lo pienso, pues no se si esto ya lo había contado, que a veces se me va la olla y me hago un lío. Bueno, pues no sé, si lo había contado ya os aguantáis.

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