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La Boite del Pintor

Estaba en Goya 79 y era una de las mejores discotecas de Madrid. Bueno la verdad es que tampoco había muchas por aquella época, que aquí también las discotecas habían llegado tarde como todo lo demás. La primera se inaguró en la calle de Don Ramón de la Cruz, rapidamente rebautizada coomo "Moncho Street" por los pijos al uso, esa especie a la que detestábamos. Ya no me acuerdo como se llamaba (si alguno lo sabe no estaría mal un soplo, please) y además creo que nunca llegamos a ir a ella (yo por lo menos, que me acuerde).

"El Pintor", era una discoteca con clase, o sea de pijos, pero tenía la ventaja de que su discjokey (entonces se llamaban así y ponían música de grupos en vez de destrozar lo que otros han compuesto) pinchaba buena música. Juanjo, nuestro amigo del barrio, el de la baska, no el nuevo batería que reemplazaba a Salva mientras estuviera en la mili, era un asiduo (le conocía el portero, los camareros, el pincha, y creo que hasta el dueño, ¡hasta tenía botella propia con su nombre y todo el tío!, lo que nos parecía toda una grandiosa hazaña) y en ocasiones nos invitaba (como no solíamos tener un duro casi siempre le tocaba a él) a tomar un cubata (yo un "San Francisco", que era mi copa preferida por aquel entonces) y echar un bailongo.

Así que entrábamos, precedidos por Juanjo, bajábamos la estrecha escalinata y ya estábamos allí, todo muy moderno, con sus luces y la bola giartoria y todo en la pista (como tienen que ser) que flipabas un güevo, y con la consumición te regalaban una cajetilla de cerillas de publicidad (que de eso me acuerdo), que es esa misma que estáis viendo (bueno la misma no, que esta la he pillao por ahí en la internet esa).

¡Había que vernos!, con las greñas y las pintas de jipis undreground que nos gastábamos, en medio de aquellas chicas bien, muy monas ellas, y los chicos tan atildaditos. Pero las copas eran buenas (no echaban garrafa) y la música más que aceptable. Así que, ¡ala!, a la pista de baile a mover el esqueleto y desmadranos un poco. Juanjo solía marcarse un par de numeritos a lo Joe Cocker, que le salía dabuti, oyes (si no sabes de que va no merece la pena que te lo explique, porque tampoco te vas a coscar de mucho) y el resto hacíamos lo que podíamos. ¿Ligar?, ni una mierda, que yo recuerde, bueno, él sí, quiero decir nosotros, que en eso seguíamos, sobre todo yo, lo que ya era nuestra pauta habitual.

Un día el pincha, o sea el discjokey, me dejó entrar en su cabina con Juanjo (ya he dicho que se conocían) y aluciné de lo lindo. ¡Yo quería ser discjokey!, además de rockero y jipi underground greñudo. Que siempre me había ido lo de poner los discos en los guateques (así por lo menos, ya que no me comía una rosca, escuchaba lo que yo quería, y no la mierda esa de los Bee Gees o el puto sonido "chicle" de los c... ). ¡Como mola!, claro que yo ya sabía algo del negocio, no en vano me apropié de las tareas del pincha en la disco del cole y además, lo más importante, mucho antes ya había pinchado en un infecto garito situado en el sótano de un bareto del barrio. Pero eso lo cuento otro día (si es que me apetece).

P.D. Resulta que el sitio en cuestión todavía existe, despues de haber sufrido un incendio en el 81. En la actualidad tienen cuatro barras y dos pistas de baile (o sea que ha crecido igual que nosotros, que yo no recuerdo tanto derroche). ¡Gracias San Google!.

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