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De concierto en concierto (pero menos)

Debió de ser más o menos por aquel entonces (otoño de 1974) cuando los Soft Machine vinieron a Madrid y dieron un concierto una noche en M&M, el único garito que se atrevía a hacer esas cosas por aquel entonces. Digo que debió de ser por aquella época, porque recuerdo los comentarios de Moisés sobre el batería y fundador de la banda, Robert Wyatt, que, al parecer, tocaba algunos temas a cuatro baquetas, estos es con dos baquetas en cada mano (aunque ahora no estoy seguro que no fuera John Marshall, que entró en el grupo en el 73, después de que Wyatt se hubiera marchado). También recuerdo que hacía frío pero no era invierno (había aún hojas en los árboles, lo cual es un indicio bastante seguro, al menos entonces que ahora ya no es fiable), y puesto que habíamos conocido a Moises aquella primavera, debíamos estar en otoño (y a esto se le llama agudeza mental). Lo que ya no recuerdo tan bién es quien fue al concierto. Yo desde luego, no, aunque creo que si fueron Quique y Juanjo que vinieron flipando de lo lindo. No en vano era una de nuestras bandas favoritas.

De alguna manera, aquello vino a inagurar lo de los conciertos de grupos extranjeros, de los que hasta entonces andábamos más que escasos. Otro grupo al que vimos por aquella época (y en esta ocasión si que fui yo al concierto) fueron Blood, Sweat & Tears, que también nos molaban lo suyo, aunque no hicieran rock progresivo ni psicodélico y estuvieran mucho más cerca del jazz. Pero es que el jazz mola, tú. En aquella ocasión fiomos toda la baska a verlos al teatro Monumental, que estaba (y supongo que seguirá estando) en la Plaza de Antón Martín, cerca de Atocha, uno de nuestros lugares de encuentro favoritos por aquelllo de que al lado, justo al lado, está (y estaba la Cuesta de Moyano), y era una especie de segundo barrio para nosotros. El concierto en cuestión fue una pasada, que aquella gente tocaba de puta madre, oyes, y sonaban en directo mejor y con más fuerza que en los discos (que nos los habíamos oido todos).

Por cierto que en el Monumental también fuimos a un concierto del John McLaughlin y la Mahavisnu Orchestra que fue un peñazo que no veas. Para empezar los tíos tardaron más de media hora en salir al escenario (sin teloneros ni nada) y la baska empezó a impacientarse. Luego, cuando por fín aparecieron, va el menda, que iba de místico por la vida y vestido con túnica y tod, y pide unos minutos silencio para meditar y rezar. ¡Y se lió la gorda!, que le llamaron de todo, pero nada bonito. Así que empezaron a tocar, pero aquello sonaba fatal y se les veía como desganados y a mitad del concierto fuimos y algunos nos marchamos. Y ahora que lo pienso, pues no se si esto ya lo había contado, que a veces se me va la olla y me hago un lío. Bueno, pues no sé, si lo había contado ya os aguantáis.

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