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Una mirada es suficiente (si todo lo demás va bién)

Nos gustaba improvisar. Cuando ensayábamos o tocábamos en directo, nos gustaba improvisar. No todo. Llevábamos nuestros temas bien aprendidos, pero, si se daba la ocasión, nos gustaba improvisar. Nos sentíamos libres y creativos cuando improvisábamos. Y a veces conseguimos que sonara realmente bien. Pero no era sencillo. Improvisar era saber lo que iban a hacer los otros y, sobre todo, no cagarla.

Los que sepáis de que va el rollo, mejor iros a hacer otra cosa que no voy a descubriros nada nuevo. Para los demás he de decir que tampoco voy a escribir ahora el manual de la improvisación, así que si os aburre, también podéis ir a hacer lo que se os antoje. ¡Ah!, mira, ha quedado una persona. Te lo voy a explicar ( sí, a tí, que lo estás leyendo ahora, que yo ya se como se hace, y no me lo voy a explicar a mi mismo, pues sería una pérdida de tiempo además de una gilipollez).

Hay que estar en la onda, o inspirados, como dirían los poetas. Sin estas dos condiciones básicas, el fracaso está asegurado. Dicho de otra forma, en vez de sonar bién lo que se consigue es un bodrio (que también nos pasó en alguna ocasión, pero, eso si, las menos). ¿Que como se inspira uno?, ¡Que gracioso!, no hay una receta universal, que si no el mundo estaría repleto de inspiraciones y los de la industria discográfica en paro. Y es justamente al revés ¿no crees?.

Cada uno encuentra su punto a su manera, que para esto no hay reglas fijas, como acabo de decirte, pero lo que de verdad importa, es estar atento a lo que van a hacer los demás (no tu vecino, ni tu portera, los que están tocando contigo ¡hombre!). Pueden haber hecho un cambio de tonalidad o de acorde inesperados (porque están inspirados, de la manera que sea, ¡déjalo ya!) y a ti te pueden pasar dos cosas, a saber:

Una: que te pillen en bragas (es un decir, todavía no he conocido a un músico que toque en bragas, ni siquiera en los ensayos, que debe ser bastante incómodo), estabas mirando a la chavala esa de la primera fila, o sencillamente hoy no tienes un buen día (no hay que acomplejarse, nadie es perfecto). Solución: no precipitarse, hacer como si no hubiera pasado nada y esperar que lo repitan, que lo repetirán, pues ellos quieren que también intervengas, es más esperan que intervengas y abras nuevas vías a la improvisación, sino no serían tus colegas, y si no lo hacen, mejor búscate otro grupo o forma el tuyo propio para improvisar lo que te de la gana. Bien, repiten, apenas han pasado unos compases, ahora estás más al loro, ya has pillado por donde van y no tienes problemas para seguirles.

Dos: Estáis tan compenetrados que una sola mirada es suficiente. Por unas breves milésimas de segundo, intercambiáis una mirada y ya sabéis por donde va a ir la cosa. Lo demás es coser y cantar (o tocar), que no puede ser más sencillo, claro está, con la compenetración y la inspiración (como dirían los poetas) de por medio. Que no vale estar muy compenetrado y poco inspirado, porque las vas a pasar canutas, y tendrás serios problemas para que tu instrumento no desentone. Ni muy inspirado y poco compenetrado, ya que entonces, cada uno va a ir a su bola, y el resultado final puede ser espantoso. O un bodrio.

Bueno, pruébalo, ya verás, con dos veces que os salga bién, como te enganchas...

Blues del futuro

Eso, del futuro, que éramos también un güevo futuristas y nos iban las pelis como "2001. Una odisea espacial" (que ahí se colaron, ¿eh?, estamos en 2008 y de odisea nada, de momento, pero tampoco tiene mucha pinta de que si) y a mi los libros del Von Daniken y hasta me los creía y todo (de esto que no se entere nadie, por favor). Y estaba claro que en el futuro tenía que haber rock y blues, que ya nos encargaríamos, en todo caso nosotros.

Aunque lo nuestro era el rock psicodélico, progresivo y experimental, seguía molándonos un montón la música blues en general, y de vez en cuando nos marcábamos un tema en plan rock`n roll, un boogie o un bluesete lentorro. Esta tendencia, como se tendrá ocasión de comprobar (eso si, los que aguanten, que aún falta lo suyo) nos acompañó hasta nuestra última etapa. Un toque de Rhythm and Blues.

En esas estábamos, cuando salió el "Future Blues" de Canned Heat, que rápidamente fue proporcionado a nuestra reducida hermandad musical por Rulo, su seguidor más entusiasta. Un buen disco, aunque a mi me sigue gustando más su "Boogie wiht Canned Heat" o el magnífico "Halleluha", pero se dejaba oír. Es más muchos lo consideran la cumbre de su carrera musical, así que no me hagáis mucho caso.

El tema principal del disco ya lo he puesto en otra entrada, post o mensaje (como lo llaman en esta santa casa, que ésto de la nomenclatura -vaya palabro - es un follón y a ver si se ponen de acuerdo los blogeros, y los hacedores de blogs, que a mi "mensaje", por ejemplo, no me mola, que yo no dejo mensajes sin ton ni son), pero aquí os pongo el impresionante "Let´s work Together", un tema que ya habían interpretado en Woodstock, antes aún de la salida del álbum.

Otro excelente grupo de Blues y Boogie, era, el desconocidísimo aquí, Savoy Brown. Un grupo que había cambiado varias veces de formación en torno a su líder, el guitarrista Kim Simmonds, del que no teníamos ni puñetera idea de quién era. Claro que aquí se desconocían muchas cosas (no me tiréis de la lengua que la lista sería demasiado larga). En este caso se trataba de un grupo inglés en vez de americano como Canned Heat, que en la Rubia Albión esa también tenían su tradición de bluseros que no lo hacían nada mal, y si no fijarse en el John Mayall, por ejemplo, en Fleetwood Mac, que también nos molaban cantidad (los primeros, antes de hacerse horteras), o Alexis Corner, que esos si que no sabía nadie por estas tierras quienes demonios eran.

Conocímos a Savoy Brown gracias a Juanjo, que era bastante forofo del jazz y el blues, y que además tenía contactos, por mediación de algunos amiguetes, en la industria discográfica local. Para variar, llegábamos tarde. Era por lo menos su quinto LP (que ya me he cansado de decir álbum), aunque parece que los dos primeros (de eso nos enteramos más tarde) no habían tenido ningún éxito ni aquí (lo que no era nada raro), ni en ningún otro sitio (lo que ya era más preocupante). Se llamaba "Raw Sienna", que aún no he conseguido saber que carajo significa, y aquí le habían cambiado la portada, que les debió parecer muy jipi la otra, cosa muy típica por otra parte (lo de cambiar la portada y que les pareciese muy jipi la de allí).

¡Otro descubrimiento!. Y ya iban varios. Vamos, que casi éramos unos expertos en eso de descubrir grupos que iban por su tercer, cuarto o quinto LP. ¡Es lo que había!, y si no tenías contactos andabas listo pues todos estos no los solían poner en los 40 principales.

Era un disco realmente excepcional que aún conservo como un tesoro. Claro que yo conservo muchas cosas (menos el pelo en cierta parte de la cabeza) y ninguna es un tesoro, que si no de que iba yo a estar dando la ciberbarrila con esta historia en vez de trasegar un daikiri tras otro en algún paraíso exótico de esos, que ya que estoy allí no voy a beber Trinaranjus.

Todo llegará

Por lo visto, los lectores de este blog, que, para mi sorpresa los tiene y cada vez en mayor número, son más cortaos que yo con las chicas por aquel entonces (y ahora también, que ser cortao se lleva en la sangre o en los genes, vete tu a saber, y es una putada que no veas, que, aunque te sobrepongas y le eches morro a veces, en el fondo sigues siendo un cortao).

Lo digo sin ánimo alguno de mesnoscabo, y hasta con cariño, que no es para menos comprobar que hay gente por ahí, a lo largo y ancho de este planeta, que no encuentra otra cosa mejor que hacer que leer lo que se escribe aquí. O que, por la razón que sea, les mola la historia (absolutamente verídica) de la nube que vegeta, o sea de MOH.

MOH. Foto del Mago Jarragus

Pero el caso es, que aunque no dejan un comentario asi les maten, algunos correillos electrónicos me han llegado inquiriéndome sobre lo que parece ser la máxima curiosidad de algunos: ¿Cuando coño vamos a poder escuchar la música del grupo ese de las narices?, aunque, bien es cierto, redactados en otros términos y maneras.

Bueno, todo llegará, a su debido momento. De las primeras actuaciones no queda registro alguno, si no son los recuerdos que cada uno de los que allí estuvieron conservan en su mollera. Luego, la cosa va mejorando, que algunas cintas (de casete, por supuesto) hay, pero que aún no hemos llegado a ese punto de la historia que se narra. ¡Todo se andará!. Que hay que procesarlas, porque muchas veces el sonido (de las cintas), que no la música que hay en ellas, es espantoso, y en eso ando liado desde hace un tiempo, a ratos libres, eso si, que uno curra como todo quisqui (que tiene la suerte de currar) y de por medio están también otros compromisos sociales de esos.

Además, no se publicará ninguna sin el permiso previo de los otros tres (de MOH, no van a ser de los Mosqueteros esos) que también estoy en ello, si bien con más pausa, aunque no creo que tengan inconveniente si se hacen las cosas bien. O sea, con su registro como mandan los cánones, que tu la puedas escuchar todas las veces que te de la gana (si es que te da por ahí, que eso ya es cosa tuya) o bajártelas incluso y pasárselas a tus amiguetes y conocidos (que también es cosa tuya, y a tu propio riesgo), pero sabiendo que son nuestras, que no te vamos a cobrar un céntimo de euro por ellas, pero las hemos compuesto nosotros -para bien o para mal, que de todo habrá quién opine- y que las puedes disfrutar lo que quieras, o acordarte de todos nuestros..., pero sabiendo que son de MOH.

Que somos un puñao enrollaos pero no somos idiotas (ni tampoco lo éramos antes) y no tenemos ganas de que algún espabilao, que haberlos los hay, venga luego diciendo que son suyas (que todo puede pasar y cosas más raras se han visto). Aún así, esta historia no ha hecho sino arrancar, así que aún falta un trecho para que lleguemos al momento en que las dichosas cintas (de casete) puedan mostrar, ante el pasmo del mundo (y "pasmo" es un término con un contenido semántico muy amplio) como rayos sonábamos. Paciencia, todo llegará...

La Psicodelia (II): Cerca del comienzo

No preocuparse, que no voy a volver a empezar desde el principio lo que ya he contado. Se trata del título de un álbum de uno de los grupos mas raros y extraordinarios que haya podido escuchar nunca. Hacían una mezcla de hard rock y psicodelia, eran americanos de la costa este y se llamaban Vanilla Fudge. Y el disco "Near the beginning". Ya el nombre del grupo intrigaba lo suyo, que es un juego de palabras con doble sentido. "Fudge" es una chapuza, el grupo no, quiero decir que inglés significa eso "chapuza", pero también es el nombre que se le da a un dulce, normalmente de chocolate, así que en este caso la alusión a la vainilla terminaba de rizar el rizo.

No era su primer álbum. Por no se que extraña razón nunca llegábamos a conocer a un grupo en sus principios, sino cuando ya había sacado dos o tres discos por ahí fuera, en este caso el tercero, ¡Ah, ya me acuerdo!, era el dichoso país en el que vivíamos, que era todo muy moderno y de la máxima actualidad. Nos pasó con Jethro, Pink Floyd, Deep Purple y ahora con Vanilla Fudge, aunque no nos había ocurrido con Emerson, Lake & Palmer, que a esos les seguimos desde el primer álbum.

El caso es que los Vanilla Fudge hacían una música de lo más curiosa, con muchas mezclas de diferentes estilos, pero con un toque muy personal, y también utilizaban el órgano como un instrumento solista, así que yo encantado. Al principio tardó un poco en acostumbrarseme el orejo, que tenían algunos temas verdaderamente raros (para lo que habíamos oído hasta entonces). Pero una cosa estaba clara, tocaban que daba miedo de lo buenos que eran.

Había uno que a mi particularmente me tenía encandilado, se llamaba "Some Velvet Morning" y es una de las piezas más bellas que se ha compuesto en la música rock. No ha habido forma de pillarla en el YouTube, ni en ninguna otra parte, así que os quedáis con las ganas. En cambio, os pongo este, que aunque no venía en el mismo disco, es ideal para que os hagáis una idea de como sonaba aquel grupo.

Así que más de una tarde nos sumergimos en los evocadores paisajes psicodélicos que dibujaban en nuestra desbocada imaginación Vanilla Fudge con su extraordinaria música, y viajábamos, sin movernos del cuarto del Rulo, que es donde estábamos normalmente cuando no estábamos en otro sitio, hacia dimensiones interiores y muy lejanas y nos sentíamos muy bien y a gusto, y comprendíamos cosas que de otra forma no se comprenden bien. Y aprendíamos nuevas músicas.

Escuchar la música que nos gustaba oir, era un ritual. Un ritual que se repetía casi cada tarde. Un ritual de hermandad, aunque entonces no tuvieramos clara conciencia de ello, y de iniciación en los misterios del sonido y la armonia. La música nos elevaba y nos trasportaba, era algo serio, además de divertido, y la tratabamos como tal. No consumíamos música, escuchábamos música, con el mayor detenimiento, lo que exigía siempre un ambiente adecuado, o sea el cuarto de Rulo, y con el mayor placer.

Amores y desamores

Los mios, que no voy a contar los de los demás sin su consentimiento ¿no te parece?. Que los cuenten ellos, en todo caso, si lo tienen a bien o les viene en gana.

El caso es que yo seguía siendo bastante enamoradizo, que no faldero (no confundir, por favor), que lo mío era un síndrome eminentemente platónico -o sea, jodido- que siempre he sido un tímido contumaz, aunque no lo parezca (¿que si que lo parezco?, oye, y tú ¿como lo sabes?, ¿acaso me conoces?, ¿me has visto alguna vez?, ¿hemos comido juntos?, bueno pues eso, ya está bien de interrupciones ¿no?, ah, ¿que me estoy interrumpiendo yo mismo?. ¡No puede ser!. ¡Han vuelto!, las voces ¡han vuelto!).

Bueno, a lo que iba (se han ido las voces, menos mal), resulta que era más cortao que las mangas de un chaleco y no ligaba ni pa trás (ni pa delante, tampoco). Pero era muy enamoradizo y proclive a que me encandilaran las miradas tiernas de las chicas, que a decir verdad, tampoco me dirigían muchas. Que no sé si es que era un feto malparido (que se decía entonces como el no va más de la fealdad), que era soso, que tampoco mucho, oyes, que uno tenía su gracejo, de vez en cuando, o que siempre me quedaba en el rincón, como el Roger Wayers de Pink Floyd, que lo leí el otro día en una estrevista que le hacían al tío (¡Que alivio saber con el tiempo que no era el único!).

Va a ser eso. Puro corte. Y la tendencia platónica de las narices que a veces entraba en grave conflicto con mis hormonas masculinas (que ternerlas, las tenía). Además, yo era sumamente exigente, vamos un disfraz para ocultar la timidez, y alguna encerrona que me prepararon para ver si ligaba de una puñetera vez -y no iba siempre de carabina- obtuvo idefectiblemente (que no se que significa, pero queda muy bien) al final el mismo resultado: nada de nada.

Incluso cuando una chica me tiraba los tejos, lo que ocurría muy raramente, pero alguna vez llegó a pasar, la cagué con el dichoso corte. Que me enrollaba a darles palique, en vez de lanzarme al morreo, como hacían los otros (y el resto del mundo, bueno, la mitad masculina del resto del mundo) y, claro, terminaba aburriéndolas con tanta charla, y me dejaban más plantado que un geranio en un balcón de Andalucía.

Lo que no quiere decir que no tuviera amigas. Si que las tenía, y muy buenas amigas. En general mis amigas eran las novias de mis colegas o sus hermanas, Pilar, Carmen, Lourdes, Delia, Yayu, aunque también estaban las amigas del barrio y la baska, Ana, Menchu, Mamen o Pilar (que es otra). Con unas tenía más trato que con otras, pero eran mis amigas. Y también les daba la barrila con el palique, que siempre he sido muy paliquero -por eso trabajo de lo que trabajo- pero a diferencia de las otras, ellas no se lo tomaban a mal. Eran mis amigas.

Bueno, la verdad es que había en la Facultad una chica que me traía loco, mejor dicho nos traía locos a muchos, y yo, no sé como me lo monté, que un día, por fin, le di un beso (largo, eso si) en la estación de metro de Moncloa. (Que vi girar los planetas, las estrellas y todas las cosas esas que se dice que se ven). El sitio, por otro lado, no podía ser más romántico, no me negareis. Que me costó lo mio, oyes, pero al final me lancé. Y quedamos para el día siguiente (que esa noche era la Verbena de la Paloma, como lo estáis leyendo, ¡toma ya rock duro!, pero yo no podía ir, y se fueron el resto de la panda de mi Facultad, no confundir con la baska).

Total, que resultó que el Bola, que no estaba al corriente de mi lance amoroso, y era asiduo el tío de la panda de mi Facultad (que estudiaba Derecho, pero se pasaba más tiempo en mi Facultad que en la suya) además de ser uno de la baska (¡ventajista!) tuvo la magnífica idea de declararse esa misma noche a la misma chica que yo había besado (largamente, eso si) en la estación de metro de Moncloa, así que ella, que sabía que eramos muy buenos amigos, pensó que la estábamos vacilando o que éramos unos caraduras (por no decir otra cosa), que no era el caso, y allí mismo terminó aquel singular romance. No, si suerte no nos faltaba ( a ninguno de los dos).

En fin, el Bola y yo seguimos siendo amigos, pero sin novias y un poquito más descompuestos (que las hormonas apretaban lo suyo). Y... ¿que demonios tiene que ver esto con la música y con MOH?, Pues musho, tiene que ver, que los estados de ánimo y lo hormonales también influyen a la hora de tocar, que está demostrado, pero, ¿que digo?, que cuando tocábamos nos olvidábamos de todo y lo pasábamos cojonudamente bien. Lo malo es que no podíamos estar tocando todo el día.

(Tampoco hay foticos esta vez, sorry)

Concerto Grosso

Un Concerto Grosso, que no es exactamente un concierto gordo. Se trata de un concierto en el que participan una gran orquesta y un pequeño grupo de instrumentos solistas que se van dando la réplica. No, no se me ha ido la olla (todavía), este sigue siendo el blog de MOH, y, por tanto, del rock psicodélico, progresivo y experimental de aquel mítico grupo madrileño (¡ah!, ¿que me estoy poniendo pesadito con lo del rock psicodelico, progresivo y experimental?. Que va, aún no sabes tu lo pesadito que me puedo llegar a poner).

¿Se puede mezclar el rock duro con la música barroca?. ¿Se puede mezclar a Led Zeppelin o Deep Purple con Vivaldi o Juan Sebastian Bach?. Bien, en principio se puede mezclar todo (menos el agua y el aceite, como es sabido y que no viene al caso), si se mezcla hasta el vino con coca cola, que se llama calimocho, ¡mayor despropósito!. En cualquier caso y en cualquier casa, el resultado dependerá de como se hace: Una birria o un disco magnífico. Esa es la diferencia. De por medio, el talento, que para esto de mezclar no siempre abunda, como con el calimocho.

Había precedentes, un tal Walter Carlos había sacado un disco con la música de Bach interpretada en un sintetizador (de los de entonces, que eran monofónicos, oyes, lo que todavía tiene más mérito). Fue el responsable de que muchos jóvenes rockeros se acercasen a la música clásica con otro ojos (no como Waldo de los Ríos que fue responsable, el solito, de intentar cargarse la música clásica).

Los New Trolls, un grupo italiano de rock progresivo, muy poco conocido por estos lares, entonces ya y ahora también, lo hicieron -lo de mezclar, ya sabes- de una manera genial. El disco en cuestión se llamaba "Concerto Grosso", y como casi siempre lo deglutimos (musicalmente hablando) en casa de Rulo, que estábamos tanto tiempo en casa de Rulo que su madre nos debía haber adoptado, a poco que hubiera tenido algo de sensibilidad y, sobre todo, que se hubiera enterado de que nos pasábamos allí las horas muertas (y las no tan muertas, también).

¡Que alucine!. Un grupo italiano -piénsese (que de vez en cuando no hace daño, pero sin abusar) que aquí de la música de Italia lo que nos sonaba eran cosas como Domenico Modugno (vaya apellido que usaba el tipo), Adriano Celentano, Rita Pavone y Gigliola Cinquetti (la que no tenía edad para amarnos, mira tú por donde) o sea, una panda de horteras de tomo y lomo, que así es como lo veíamos nosotros desde nuestra atalaya de jipis enrollaos e irredentos.

Pero esta vez no, resulta que había un grupo italiano que hacía una mezcla de rock duro y progresivo y lo combinaba con música barroca y no veas como sonaban. La cara A de su LP, era el susodicho concierto grosso, tal y como mandan los cánones con sus respectivos movimientos, "Allegro", "Adagio y "Cadenza-Andante con Moto" y un último tema "Shadows" dedicado a Jimi Hendrix. En la otra cara una larga improvisación del grupo en el estudio. ¡Justo lo que nos hacía falta!. Con lo aficionados que éramos a las improvisaciones.

Así que durante un tiempo, "Concerto Grosso" fue uno de los discos que más escuchábamos, mientras soñábamos con hacer nuestra propia combinación de música clásica, preferentemente barroca, que es la que tiene más marcha, con nuestro rock psicodélico, experimental y progresivo (ah, si, lo de pesadito... bueno). El caso es que con el tiempo lo conseguimos, si compusimos nuestra propia suite con música barraca y todo (y medieval, y renacentista, ¿que os habeís creído?) pero ya hablaré de ello en su momento.

Aquí en, en este nuestro país, los Canarios intentaron lo mismo con las "Cuatro Estaciones de Vivaldi", que nos comimos el concierto y técnicamente sonaba muy bien, con el Teddy Bautista a los teclados (para mi que lo tenía grabado) pero era más frio que el hocico de un perro, que por ahí no iban las cosas, y se les daba mejor el soul spanish ese. O sea, una birria.

Profunda Púrpura

O Púrpura Profunda, como se prefiera. O sea, Deep Purple. ¡Nada menos que Deep Purple!. Los creadores del Hard Rock británico junto con Led Zeppelin. Los genuinos antecedentes de los que luego se llamaría "Heavy", y que nosotros por aquella época conocíamos como "rock duro". Otra de nuestras influencias, ya que al fín y al cabo éramos rockeros, aunque, eso si, psicodélicos, progresivos y experimentales.

A los Zeppelin ya los conocíamos, pero Deep Purple fue un descubrimiento. Sobre todo para mi. ¡Un grupo de rock duro en el que uno de sus músicos, el John Lord, tocaba el órgano!. Si, ya se que los Zeppelin también usaban el órgano de vez en cuando, pero en los Deep Purple era uno de los instrumentos solistas. Eso solo había pasado hasta entonces con Emerson, Lake and Palmer, que de hecho apenas usaban la guitarra y todos los solos se basaban en los teclados. Si, bueno, antes estaban The Nice, donde también había tocado Keith Emerson, pero aquí apenas se los había oído. Que andábamos pelín desparejos de la vanguardia musical.

Por supuesto, Pink Floyd, usaban mucho los teclados, y de una manera simple y genial, pero el instrumento solista era la guitarra, primero la de Syd Barret y luego la de David Gilmour. De los teclados de Pink Floyd salía un sonido envolvente y evocador que arropaba magníficamente al resto del grupo. Esto era muy diferente. Por primera vez el órgano y la guitarra se alternaban como instrumentos solistas. Ya no quería ser Keith Emerson (bueno la verdad es que no me hubiera importado) ahora quería ser el John Lord de MOH.

Lo tenía crudo. El tal Juan Señor, como le hubiéramos llamado por aquí -que lo de los nombres en sus idiomas es muy importante, pues como algún tiempo más tarde me hizo ver mi amigo Jaime, no es lo mismo llamarse Francis Bacon que Paco Panceta, oyes, que no es lo mismo, te pongas como te pongas- tocaba que te cagas. Cojonúdamente, y yo, para que nos vamos a engañar, nunca he sido un gran instrumentista. Tenía mis ocurrencias, eso sí, pero nada de virguerías y aquel tipo, igual que el Emerson, era lo que se dice un virguero.

Aunque nunca me llegué a aproximar ni un poquito a la técnica que ambos estilaban, lo de Deep Purple me sirvió para comprender que el órgano, bueno los teclados (pero es que yo no tenía teclados, solo tenía mi Panther) podían tener un papel importante como instrumento solista en un grupo de rock. Ahora solo faltaba estar a la altura. Y aquí es donde me quedé un tanto enano, que algún solo, cortito, me marcaba de vez en cuando, pero la cosa, ni yo, no dábamos para más. Muy guapos los Deep Purple, pero ¡como molan los Pink Floyd!.

Otro que se enganchó a la Profunda Púrpura fue el Rulo, que le molaba un puñao el bajista (no me acuerdo como se llamaba el tipo - aunque en aquellos tiempos nos sabíamos de memoria el nombre de todos los músicos de casi todos los grupos- lo buscas en San Google y listo). El Quique se aprendió la guitarra solista de "Lazy", uno se sus temazos, y nuestro amigo Cesar andaba colgao con el cantante, el Ian Gillan, que de ese si me acuerdo, que subía que te cagas e interpretó a nuestro o vuestro señor (Jesucristo) en Jesucristo Superstar, la ópera rock, que luego en la peli lo cambiaron por Ted Neeley y la cagaron. ¡Mira!, otro. Que no estaba a la altura el muchacho por más que se esforzaba. Pero de eso ya escribiré otro día.

Guru Maharishi (va a ser que no)

Era veranito. Y alguien había llenado el barrio de octavillas de un tal Guro Mahandulila, bueno, no me acuerdo como se hacía llamar el tipo, así que usaré el de los Beatles y los jipis, el Maharishi ese, que era todo meditación y amor universal y un día le pillaron cepillándose unas cuantas titis (por lo del amor universal, seguro) y los de Liverpool se desengancharon de aquel rollo (menos el Harrison, que era contumaz y siguió una temporada con la brasa hindú), pero, como si nada, que el tío era imperturbable y siguió dando la matraca con lo suyo y murió a los noventa y tantos y muy rico, como todos los gurus, ya es sabido. (Seguro que hay alguien que se mosquea, sorry, soy alérgico a las tomaduras de pelo)

El caso es que nosotros estábamos por principio destinados a convertirnos en fieles seguidores del guru Mahandulila ese, o como se llamase, que para eso nos había entrado la vena por lo oriental, y más concretamente por la India, después de escuchar el Sargent Peppers, que hasta me había apostado mil pelas (de entonces) con Alfredo, más conocido como "el Chila", un tronquete del barrio y del cole, que cuando cumpliera los 18 me iba a ir a la India, y él, que no hay lo que hay que tener, y yo, que te digo que si, y en ese plan. (Por cierto, cumplí los 18, no fuí nunca a la India y "el Chila", como que se hizo el tonto y no se acordó más de la apuesta, majete el tio ¿eh?).

Y además habíamos oído al Ravi Shankar, que era algo muy propio de unos jipis como nosotros, tocando el sitar, dale que te dale, que había tocado con los Beatles y con quién se apuntase, y flipábamos mogollóm. Así, que una tarde de aquel veranito nos acercamos al antro del guru ese, que en realidad era un chalecito que tenía el tipo, o sus acólitos, bien mirado, en Arturo Soria que no estaba lejos del barrio, y nos fuimos para allá andando tranquilamente.

Llegamos, y nos recibieron en la entrada unos pavos, todos con sus túnicas blancas y muy jipies ellos, y había que quitarse los zapatos y luego entrabas en un jardín y te aplastabas en el suelo, sobre unos cojines (eso si) y te tragabas la charla que te daban. Que si el amor universal, que si la manera de pillarlo, que si lo supérfluo de las cosas materiales, que si el guru nos quería a todos un güevo, y que si nos apuntábamos seríamos felices para siempre jamás. Y allí estábamos nosotros, Quique, Rulo, Salva, Juanjo, creo que también Cesar, y yo entre perplejos y deslumbrados, pues que había una tía que hablaba de vez en cuando y estaba muy, jipiosamente, buena.

Así que se acabó la sesión, y nos fuimos para el barrio en un mar de dudas, que si no se, que el Juanjo decía que si te hacían feliz para siempre ¿porqué no probarlo? y al final decidimos que volveríamos otro día a ver si nos decidíamos o qué, que por lo visto había que alejarse del mundanal ruido, y eso aun no lo teníamos ni un poquito de claro. Que eramos jipis, pero también urbanitas de nacimiento, y lo de estar todo el día con el trantra y el mantra, como que no.

Así que volvimos, a los pocos días, otra tarde de aquel veranito, pero esta vez llevábamos refuerzos en el plano astral. Nos acompañaba el Carmelo, que era el cuñado de Quique, un tío muy enrrollao que sabía mogollón de cosas de teosofía y espiritismo, y de filosofías orientales y de los gurus también. Y nada más llegar, en la entrada del chalecito, que como he dicho había que quitarse los zapatos para pasar al jardín, según nos íbamos descalzando le dieron a él solamente un barrita de sándalo (que es como un incienso muy exótico y oriental) encendida, y que ya podíamos pasar.

Total, que el Carmelo se pilló un rebote que no veas, que pensaba que les había parecido que le olían los pinreles (o los pieses, en su defecto) y por eso le habían dado el sándalo, y que a él no le olían los pinreles (ni los pieses) y que eran unos mamarrachos de aupa y otras cosas por el estilo, y que aquello tenía muy poco que ver con la meditación trascendental y con el amor universal de los c... . El caso es que le dió un punto crítico, que estuvo mosqueado toda la charla, y nosotros como que empezábamos a oír algo raro en lo que decían, como que no nos cuadraba mucho, que si el guru te da la felicidad, que menos que darle tú todo lo que tienes para que él pueda seguir dando felicidad, ¡que el tío se quería quedar con nuestra pasta!. Así ya puede ser el Maharashi, ese, que quiere decir "Gran Vidente", que visión no le faltaba al menda desde luego.

En fin, nos fuimos muy decepcionados y nunca más volvimos a aquel lugar, incluido Juanjo, que en principio era el más proclive, que era una comedura de coco, y para comeduras de coco ya teníamos bastante con el país en el que vivíamos. Más tarde, Carmelo llegó a ir a la India, con unos amigos, y se volvió todo espeluznado de lo que había visto allí, muchos jipis gilipollas y mucha miseria y una indiferencia general a lo que pasaba, que es tu karma tronco y te aguantas, pero que a él no le molaba aquello ni un poquito. O al menos eso es lo que nos contó. Le creímos entonces y le sigo creyendo ahora.

...a la consiensia ecológica esa

El caso es que de tanto ir al campiri, que tampoco ibamos tanto, mejor dicho, de las ganas de campiri que teníamos se nos acabó cambiando (poco a poco) la forma de pensar. Nos hicimos conscientes. Bueno, conscientes ya eramos algunos desde que teníamos uso de razón, que vete tu a saber cuando nos pasó eso. Nos hicimos conscientes de que había un equilibrio en la naturaleza esa que tanto nos molaba y que parecía que nos lo estábamos cargando con nuestros inventos y nuestros cachivaches. Y que lo dejábamos todo hecho una mierda.

Que además la música que oíamos ayudaba, que algunos de nuestros grupos preferidos ya estaban dando el cante sobre el asunto, y aunque cantaban en inglés, ¡que manía!, y no nos enterábamos mucho de lo que decían sus letras, pues que debió ser por ósmosis, o un procedimiento similar, que nosotros, sin entender más que tres o cuatro palabras sueltas (que hasta ahí llegábamos) nos íbamos empapando de consiensia sobre lo chungo que era cargarse el equilibrio que la naturaleza había dispuesto desde los tiempos de Matusalen, sino antes.

Que mira tu por donde ahí estaban Spirit con su bella "Nature's Way" que es la que he puesto justo arriba, de un vídeo que he pillao en el YouTube, que es un chollo, oyes, que si no a ver como me las había apañado para que entedieraís lo que os estoy diciendo. Pero había más, que estaban Jethro Tull con su magnifica "Wond'ring again", que es algo más que una canción ecológica (ahora lo se, que antes ni me enteraba, pero nos enrrollaba que no veas) y que enseguida os la pongo, en cuanto la encuentre, y si a alguno no le gusta que se haga revisar el orejo rápidamente, no vaya a ser grave la cosa.

¡Esta es!. Si, ya me he coscao que el vídeo en cuestión no da para mucho, o para nada, vamos, que no hay vídeo, pero el que quiera espectáculo que se vaya a ver Le Circe du Soleil, que aquí estamos hablando de música, de naturaleza y de consiensia. Y si alguno quiere ver y oír una version posterior, para que veáis que no estoy hablando de la Edad de las Cavernas, aquí os dejo este enlace: http://es.youtube.com/watch?v=HqdY5rsLdRw

Y luego llegaría Kat Stevens, con su maravilloso "¿Donde van a jugar los niños?", bueno, en inglés, eso si, para variar, pero que no nos faltaban estímulos, y aprendimos a distinguir un secarral de un campo muy raro, y que había que conservar lo bueno que teníamos, y para nosotros el campo, los árboles, las flores, los ríos, las montañas, estaba muy claro que eran algo realmente bueno. Y seguimos pensando lo mismo.

(Y si dejáis un comentario, mejor, que tampoco os va a salir una hernia)

De ¡como mola el campiri!...

Es curioso, desde que nos volvimos jipis nos entró una gran afición por el campiri. No, no es ninguna marca de licor, el campiri, hombre, el campo, la naturaleza esa, las flores y los bichos y todo lo demás, que la ciudad es un muermo, oyes, y eso que somos de barrio. ¡Como mola el campiri!, tronco, ¿que no?, ya te digo, pues eso. Que cada vez que podíamos, que tampoco eran muchas nos pirábamos para el campiri, a ver los árboles y las plantas y el paisaje, ¡que es una pasada!.

¿Que si era una preocupación ecológica?, Eco... ¿que?, ¿Mande?. Por aquellos tiempos el palabro ese aún no circulaba por nuestros pagos. Que nos molaba lo natural y nos jodía lo mecánico y lo artificial, bueno, menos las guitarras eléctricas y los amplis, que para eso éramos un grupo de rock psicodélico, progresivo y experimental, que tampoco éramos el trio Los Panchos, que lo nuestro venía del underground ese, que sin la electricidad sonaba muy mal y no había manera de meter bulla. Vamos, que no sonaba. Y además, que nos había costado un güevo tener nuestro equipo to electrónico, para ahora tocar la flauta y el caramillo. Pues, no.

La verdad es que lo de ser jipis y pirarse al campiri cada vez que se pudiese formaba parte del mismo estilo de vida. ¡Maneras de vivir!, que dirían algunos luego, pero que a nosotros ya se nos había ocurrido antes, que eramos y fuimos unos anticipaos y unos icomprendidos. Lo cierto es que no siempre podíamos pirarnos al campiri. Algunas veces si. El Emeterio, un colega de la Baska, tenía un seiscientos descapotable color naranja que era un flipe, ¡no íbamos a ir en burro, hombre!, y el Quique tuvo un tiempo una especie de mini ranchera que cabíamos tropecientos, y Juanto también tenía buga, y luego Juan, así que, de vez en cuando, nos íbamos al "castillo" de Torrelodones, donde mira tu por donde he terminado yo viviendo muy cerca (a veces de noche, a flipar con las estrellas y toda lo movida sideral) y otras veces nos íbamos por el Henares (que es un rtío, para el que no lo sepa) y Guadalajara y hasta Hita (donde el arcipreste) en una ocasión, y siempre nos llevábamos la musiqueli a cuestas con algún casete, que tampoco ese ingenio estaba reñido con nuestro amor por lo natural y la floresta.

A veces teníamos más suerte y podíamos pirarnos a la casa que tenía la medre de Rulo en un pueblo de la Sierra de Gredos, aunque era muy peligroso, en serio, porque los del lugar, o sea los lugareños, que eran un tanto hoscos, además de un tanto toscos y mal encaraos, se liaban a pedradas con nosotros en cuanto nos bajabamos del autobús con las greñas que llevabamos al grito de ¡maricones!. Que éramos unos incomprendidos, sobre todo en la España rural (y casposa) esa.

Y cuando no podíamos ir al campiri, pues al parque, que en el barrio tenáimos dos muy cerca, o al Retiro o a la Casa de Campo, que en eso, la verdad, Madrid molaba. Pero molaba más el campiri. Que éramos de buen conformar y no hacía falta que hubiese un bosque de abedules, ni lagos, ni montañas, que tampoco vivíamos en Suiza, y con los pinares de La Elipa bastaba muchas veces.

¡Adios Oda (en Re m)!

Nuestra puesta de largo, aún para los amigos y los amigos de los amigos, nos infundió mucha confianza, por no llamarlo de otra manera. Vamos, que estábamos con el subidón. Una cosa quedaba clara, se cerraba una etapa y comenzaba otra. Apenas habían pasado tres años y pico y los primeros MOH, aquellos chavales de barrio que querían tener su propio grupo de rock, se habían convertido en un grupo de rock, psicodélico, progresivo y experimental, de verdad. No era ningún juego. Ni una manera de ligar con las chicas (no es que no quisiéramos ligar con ellas, no). Era lo que más nos llenaba. ¡Tocar nuestra música!.

Nos sentíamos como flotando en ese nube que vegeta, que según Rulo, era MOH. ¡Eramos un grupo serio!, aunque de momento nos nos conociesen más que nuestros amigos y los amigos de nuestros amigos, y algún despistadillo por ahí que hub¡era asistido a uno de los festivales en los que habíamos tocado. Por cierto, ¡se acabaron los festivales!. A partir de ahora conciertos, solos o con grupos de nuestra misma honda, per no más festivales por favor.

Y adiós también a nuestros temas de los MOH chavalillos. Eran entrañables y aún guardo un grato recuerdo de alguno, no de todos, que también teníamos nuestros bodrios, pero ¡adiós a todos aquellos temas!", incluida la mítica "Oda en Re m", que durante mucho tiempo había sido algo así cono nuestro buque insignia (¡que símil mas malo para unos músicos! ¿no?.. Buque insignia o tema estrella, llamarlo como queráis, antes lo tocábamos mucho. Desde nuestra puesta de largo no lo volvimos tocar más.




Esta de aquí no es sino una recreación actual de nuestra "Oda en Re m", hecha en mi casa, con el GarageBand y mis viejos teclados, ¡nada de ProTools!, ni inventos semejantes ¿queda claro?. No se ha conservado ninguna grabación de aquel tiempo. He intentado respetar al máximo el espíritu original de aquel tema, lo que no ha sido fácil, por toda una serie de razones e inconvenientes. Aquí hago yo todos los instrumentos, lo que deja bastante que desear, para lo que no sea la melodía principal del órgano. Salva se hacía un solo de batería, Rulo uno de bajo y Quique se enrollaba con la guitarra solista. Bueno, no exactamente por ese orden. Entre solo y solo, yo volvía a dar la matraca con mi fabuloso Panther y la melodía principal.

Por supuesto, no había una sección de cuerda ni nada que se le pareciese. ¡Ya me hubiera gustado a mi entonces tener un melotron de esos!, como los Moody Blues, para poder marcarme los violines. Pero no, lo que en la versión actual hecha en mi casa con el Gar.. ¡ejem!, yo lo hacía entonces con mi órgano Panther en un registro que quería parecerse a las cuerdas, aunque no era un melotrón, pero que a nosotros nos sonaba más que a gloria.

El caso es que, oída ahora, tampoco suena tan mal, que teníamos apenas dieciseis añitos cuando la compusimos y empezamos a tocarla a troche y moche. Pero, ¡se acabó!. Adiós a la "Oda", nuestro tema estrella en los primeros años, adiós por supuesto a las baladitas tipo "Recuerdos", adiós a "Esther was Blue", aunque esa la rescatámos tiempo después, y adios a mi querida "Ma belle Christine". Eramos un grupo serio y solo tocábamos música seria (al menos eso es lo que pensábamos nosotros).

Puesta de largo

Pertrechados con nuestra música, nuestra pinta de jipis y las ganas que teníamos de hacer algo importante, decidimos que había llegado el momento. También hay que decir que la conyuntura (vaya palabro) se nos presentaba propicia (vaya cursilería). El caso es que teníamos local para ensayar y un sitio donde podíamos actuar cuando quisiéramos. ¡Vaya chollo!. Se trataba de nuestra discoteca, donde solíamos pasar los fines de semanas y las fiestas.

No es que tuvieramos una discoteca, se trataba de la discoteca de la Asociación de Antiguos Alumnos del que había sido nuestro colegio (Salva, Rulo y yo habíamos estudiado en aquel sitio) y como ya dije en otro lugar, nos habíamos hecho con la dirección de la susodicha asociación y, por ende, con la discoteca. ¡Que si!, que había una discoteca para los antiguos alumnos del cole en el cole. Con su barra de bar, sus luces de colores parpadeantes y su cabina de disjokey y todo. Por lo visto los curas habían pensado que así, nos alejarían del peligro de la carne que acechaba en las demás discotecas, las de verdad. Era pequeñita, pero para nosotros suficiente.

Así que preparamos un concierto que sería nuestra presentación oficial como un grupo serio. MOH, en directo. Nada de festivales y de compartir actuación con otros grupos. Un concierto de MOH, en directo. Teníamos equipo, teníamos repertorio y, sobre todo, ¡teníamos muchas ganas!. Ensayamos los temas hasta que nos los supimos realmente bien. Todos eran nuestros. Nada de versiones. Todo música de MOH. Compuesta por nosotros. E interpretada por nosotros, en un concierto para nosotros solos, en directo.

Invitamos a los amigos -yo traje compañeros de la Facultad- y aquello se llenó. Preparamos un folleto explicativo de los que íbamos a tocar. Y montamos una escenificación. Despues de la presentación de rigor como grupo revelación del momento, salíamos de la cabina del discjokey - no había otro sitio por donde salir- y atravesando el pasillo central que dividía los reservados - aunque no os lo creáis, en la discoteca de los curas no había mesas sino pequeños reservados ¿en que estarían pensando?- llegábamos al fondo, donde en un pequeño escenario nos esperaban los instrumentos ya preparados.

La primera parte del concierto la ocupaba entera la "Synfonia experimental nº 1", que venía a durar unos veinte minutos. Un tema largo, con muchos cambios, y todo él instrumental, en el que las influencias de Emerson, Lake & Palmer y Pink Floyd estaban muy presentes. La segunda parte, varios temas más cortos y una colaboración especial, nuestro amigo Cesar subió al escenario, cogió una guitarra y se marcó el "Johnny be Good".

Luego supimos que habíamos deslumbrado. En todos los sentidos. Algunos amigos pacatos de algunos amigos, que la noticia del concierto se había extendido mucho, decían que habíamos tocado drogados. ¡Era mentira!. ¡En serio!. Tomamos una copa antes y nada más, pues queríamos que las cosas salieran bien. Uno de mis compañeros de la Facultad, que iba de crítico musical, nos dijo que la había gustado mucho, pero que no entendía el título de "Synfonia..., bueno , ese, porque aquel tema no tenía la estructura de una sinfonía. Nos le quedamos mirando como si fuera un marciano.

Hubo muchos aplausos. Y hasta se grabó -en casete, eso sí,- primer concierto serio de MOH. Por supuesto esa grabación se ha perdido, y solo los privilegiados que asistieron aquel día, pueden tener una idea de como fue la cosa. Muy bien, la cosa fue muy bien. Nos habíamos demostrado que éramos capaces de dar un concierto nosotros solitos. Aquello fue un ensayo, para los amigos y los amigos de los amigos. Pero desde entonces no pensábamos en otra cosa. Había sido nuestra puesta de largo.

P.D. No solo se perdió la grabación, sino tambien las fotos, que las hubo (auque alguna tiene que quedar por ahí, en algún sitio... ) por lo que esta vez tambien va sin adornos. ¡Que se le va a hacer!.

Muuusssho jipi

Allí estábamos MOH. Comienzos de los años setenta (ha pasado una prorrada de tiempo, ¿eh?) con nuestra música, cada vez más psicodélica, progresiva y experimental. Y con nuestras pintas. Porque había que vernos las pintas que llevábamos. Pelos muy largos, botas camperas por encima de los pantalones vaqueros. Vamos que estábamos hechos unos jipis, con un poco de retraso sí, porque la verdad es que en el resto del mundo (civilizado) los jipis comenzaban a estar de capa caída. Pero nosotros no, tan contentos. Al fin y al cabo aquí, en este país, todo iba con un cierto retraso.

Bueno, eramos unos jipis un poco particulares, del terruño como quien dice, no es que fueramos idénticos a los jipis californianos esos. No teníamos comunas, ni practicábamos el amor libre (aunque ganas no nos faltaban) ni hacíamos muchas de las cosas que hacían o habían hecho aquellos jipis de allende los mares. En realidad, vivíamos en casa con nuestros padres íbamos al trabajo o a estudiar a la universidad (cuando íbamos) y eso sí, éramos MOH, la nube que vegeta, y teníamos una pinta de jipis que no veas.

Toni y mi menda

En el barrio eramos los jipis y no teníamos competencia. Bueno estaban los de Bami, que eran más jipis que nosotros y hasta habían estado en Amsterdam y todo. Si, si, los que nos habían choriceado las chicas de la panda, perdón, la baska, unos añitos atrás. En nuestro descargo diré que también eran mayores que nosotros y además no eran del barrio. ¡Que se j....!. Y las chicas, con el tiempo, los habían plantado y ya no iban con ellos, ni con nosotros tampoco, que había chicas nuevas en nuestra baska, pero nos hicimos amigos otra vez, porque ahora ¡eramos todos jipis!.

La verdad es que era un motivo de orgullo, unas señas de identidad y un claro signo de disconformidad (la pinta que llevábamos). Cuando una señora mayor se nos quedaba mirando por la pinta, lo cual sucedía con frecuencia, nosotros le sosteníamos la mirada con cara de mala leche y hasta nos volvíamos para mirarla cuando ya se alejaba. ¡Que se había creído la tía esa!. Lo mismo en el metro o en el autobús ¡era un desafío constante!. Con el tiempo se nos fue pasando, no la pinta, sino lo de sostener la mirada y empezamos a pasar del asunto. Además, con el tiempo, empezó a verse más gente con pinta de jipis y la gente se fue poco a poco acostumbrando.

En el fondo éramos bastante inofensivos y casi hasta tiernos. Nos molaba la música, nuestra pinta, el grupo, por supuesto, que estaba por encima de todo, y solo queríamos que nos dejaran tranquilos. A nuestro rollo.

En mi caso particular no lo tuve difícil. Mi vieja siempre había sido bastante liberal y no le importaba que llevara los pelos muy largos, ceñidos en ocasiones con una cinta, como un piel roja, botas de montar por encima de los vaqueros (¡hasta en verano y a pesar de calor!) un viejo zurrón militar -que se había puesto de moda entre los jipis, por lo menos entre los que yo conocía- y nunca me dijo nada al respecto. Nada de ¡córtate esas greñas! o ¡ a ver si te quitas esa pinta de zarrapastroso que llevas!. O no le importaba o lo disimulaba muy bien.

No fue así siempre para los otros. Broncas en casa al principio. Cortes de pelo, tijeras en mano, a traición en algunos casos. En fin el consabido rollo de los padres que creen que su hijo se va a convertir en un delincuente o un degenerado. ¡Que curioso!, Había más delincuentes y degenerados con buena pinta, traje de chaqueta y corbata incluidos, pero eso sí, en las pelis siguen poniendo a los malos con pinta de jipis ¡Serán gilipollas!. En fín, que sí hubo una pequeña guerra familiar para imponer nuestro estilo de vida y nuestras pintas, de la que finalmente salimos triunfantes casi todos. Pero es que no se podía ser de un grupo de música psicodélica, progresiva y experimental y no tener pinta de jipis. Que iba todo en el mismo saco.

Oscurecido por las nubes

No, no estoy refiriéndome al tiempecito que ha estado haciendo las últimas semanas, aunque tal vez debiera. Es el título de un álbum de Pink Floyd en español (el título, Pink Floyd jamás llegó a cantar en español). ¿Que a que viene esto?. Bueno, Pink Floyd fue otra de nuestras influencias, yo diría que, en algunos momentos, más que notable influencia.

No obstante conocimos a Pink Floyd bastante tarde. Vale, a ellos, personalmente, no hemos llegado a conocerlos nunca, me estaba refiriendo a que, aunque habíamos oído hablar de Pink Floyd, tardamos algún tiempo en escuchar su música. Antes habíamos oido a Jethro Tull, por ejemplo. Eran las típicas facilidades de aquel maravilloso país en el que vivíamos hacia todo lo nuevo, sobre todo si venía de fuera.

La primera vez que oí hablar de Pink Floyd fue a José un chaval del barrio, bueno de la parte alta del barrio -que el barrio tenía dos partes: la parte alta y la ampliación, que es donde vivíamos nosotros- que se había fabricado el tío una stratocaster, si, si, como lo estáis leyendo, se había hecho una stratocaster (es una guitarra, de Fender para más señas, pero él la llamaba la pepekaster) con estas manitas, bueno con las suyas, y sus abalorios y, aunque aún no nos conocíamos, se había plantado en el local para probarla. ¡Que flipe!.

Luego resulto que Rulo y Jose coincidían por las mañanas en el microbus (ver Wikipedia, que ya me estoy cansando de explicar algunas cosas) al ir al curro, que Rulo además de estudiar por las tardes, curraba por las mañanas, no como otros, que no estudiábamos ni por las tardes ni por las mañanas. Bien, pues fue gracias a Jose que oímos hablar de Pînk Floyd por primera vez, que no aún escuchar su música, aunque creo recordar que en una actuación en un colegio mayor, donde nos habíamos puesto a improvisar, al final subió un chaval al escenario excitadísimo, diciéndonos que sonábamos igual que Pink Floyd. Se había tomado algo, seguro. Como aún no sabíamos de que iba la cosa lo interpretamos como un cumplido.

Jose nos habló de Pink Floyd y yo con el tiempo me llegué a casar con su hermana, sin que ninguno de los tres lo supiera al principio (no que nos habíamos casado, sino que era la hermana de Jose), cosas de la vida, y del amor. ¿Que no viene muy acuento?. Bueno, pero como el que escribe soy yo...

Y por fin accedimos a su música: "Meddle", "Atom Heart Mother", "Relics" fueron los albunes que íbamos escuchando una y otra vez y alucinado, literalmente, en colores. Se apreciará que nos habíamos saltado la etapa más psicodelica de los Floyd, la de sus primeros discos, pero pillamos al grupo en uno de sus mejores momentos.. Y luego llegó el impresionante "Obscured by Clouds, que era la banda sonora de la peli francesa "La Vallée", del que Quique y yo nos quedamos colgados, y que estaba anunciando un cambio que se revelaría, tiempo después, con "Dark side of the Moon". Pero para eso aún faltaban algunos años.

En el Conservatorio

Pues si, al final me apunté al Conservatorio. Mejor dicho, al Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, detrás del Teatro Real, que es donde yo vivía (en el Teatro Real no, en Madrid). Tampoco iba a irme a Viena o a Paris ¿no?. La idea era, como ya dije, llegar a tocar como Keith Emerson. Pero en poco tiempo. Que era muy joven y tenía prisa. ¡Hay que ver lo ingenuo que puede uno llegar a ser!. O lo desinformado que estaba. Resulta que después de chuparme una cola del copón para matricularme de solfeo, que era lo imprescindible para poder empezar a estudiar piano algún día, nos tiramos todo el curso con el DO, DO, RE, RE, MI, MI, FA, LA, SOL, FA, MI, que a mi, la verdad no me llegaba mucho. ¡Que tenía prisa leñes!. Tenía que triunfar antes de cumplir los veinte, y aquello se eternizaba.


Quique también se apuntó, pero en otro horario, así que no coincidíamos. Yo por la mañana iba a la Facultad a estudiar, bueno, eso se decía, 1º de Filosofía y Letras, y por la tarde, tres días a la semana al conservatorio. La profe no estaba mal (hablo de sus competencias pedagógicas, claro) pero el sistema a mi me parecía una birria. '¡Que yo no quería ser Beethoven, hombre!, solo quería tocar los teclados como Keith Emerosn en mi grupo de rock progresivo y experimental.

Ah, ¿si?, pues te vas a esperar un poco. Que primero había que tener tercero o cuarto de solfeo aprobado y luego ya te podías matricular en primero de piano, que de organo y teclados electrónicos, na de na. ¡Que frustración!. En fin, aguanté todo el curso como pude, que para eso me había matriculado y chupado la cola del copón, pero al final, aunque creo que me lo sabía (tampoco era tan complicado el primero de solfeo) no me presenté al examen. Ya tenía claro que por ahí no iba a seguir.

Además me habían zumbado tres asignaturas en la Universidad, griego entre ellas, ¡que yo sacaba sobresalientes en griego en el cole! (si, soy de letras ¿que pasa?) y eso no podía seguir así. La verdad es que me había fumado unas cuantas clases ( y otras cosas que no vienen a cuento), bueno unas cuantas docenas de clases, en fín creo que algún día llegué a ir a clase, pero por lo visto no era suficiente. Que la vieja se estaba gastando un pastón con mis estudios y yo, ale, a catear tan tranquilamente. En realidad eso me importaba bastante menos que la perspectiva de una larga carrera de diez años en el conservatorio para poder llegar a tocar decentemente. Así que me rajé. Y no tenía otras alternativas. Que por aquel entonces lo de los talleres de música aún no se habían inventado. Y si se habían inventado por ahí fuera en España no nos habíamos enterado.

Autodidacta de nuevo. Y a echarle mucho morro. A suplir con imaginación la falta de técnica y conocimientos. Y a practicar en casa como pudiera en mi Panther. Pero al final me aburría de tocar solo, y cogía de nuevo la guitarra. Está comprobado. Es más fácil tocar medio mal la guitarra que tocar mal el piano. Y como también iba de cantautor, pues así me consolaba.

Contaminación! (Opera rock inacabada... )

... o apenas esbozada, como se prefiera.

Una día fuimos a uno de los cines del barrio, que había muchos (de sesión continua) y eran baratos por lo que solíamos ir a menudo a pasar el rato. En aquella ocasión vimos una peli que se llamaba ¡Contaminación! que mostraba un futuro muy chungo donde todo estaba hecho un asco, el orden social se había ido al carajo y primaba la ley del más fuerte, armas en la mano. Aunque seguramente hoy el film en cuestión me parecería un bodrio no puedo dejar de reconocer su carácter anticipatorio. Por aquellos tiempos nadie hablaba todavía de la contaminación de marras, lo de los ecosistemas aún no se había inventado, o al menos la baska en general no se había enterado de su existencia y por supuesto lo del calentamiento del globo no se estilaba (Si "calentamiento" o mejor "calentón" y "globo", pero aplicado a otros menesteres, sobre los que ahora no voy a entretenerme, que ya me entretuve entonces bastante).

El caso es que salimos del cine todo compungidos y medio horripilados con un pequeño brote de eso que hoy llamaríamos "consiensia ecologica" y que para nosotros solo era "sensibilidad". ¡Que eramos muy sensibles, oyes!. ¡Había que hacer algo!, ¡'Tomar cartas en el asunto!, y sobre todo impedir que el planeta se fuera al carajo, porque si algo teníamos claro es que también nos iríamos al carajo nosotros. ¡Con la juventud recién estrenada y la cantidad de proyectos por realizar!.

Proyectos, proyectos teníamos bastantes. El caso es que para algunos no teníamos ni puñetera idea de como lo íbamos a hacer. Menos mal que Juanjo nos dio, para este la solución: ¡Haríamos una ópera rock sobre el tema! ¡Y se llamaría "Contaminación!". ¡Toma ya originalidad creadora!. Como no había ninguna duda de que pronto íbamos a ser muy famosos gracias a nuestras extraordinarias dotes musicales, esa sería nuestra contribución a la preservación del planeta (y de nosotros). Un pequeño problemilla ¿Como demonios se hacía una opera rock?.

Bien. Teníamos el precedente de "Tommy" de Who y de "Arthur" de los Kinks, menos conocida pero igualmente magnífica. Así que no había que amilanarse. Si ellos habían podido, nosotros también. ¡Que coño!. Enseguida Juanjo tomó las riendas y decidió que el libreto los escribiríamos él y yo a pachas. Así que nos pusimos manos a la obra. Otro problemilla menor. ¿Como diantres se escribe un libreto?. Ahí tuvo una buena idea. Primero necesitábamos un esquema de la obra, Piénsese que había que escribir primero la letra, muuuuuucha letra, y luego ponerle la música. O sea, al revés de lo que hacíamos siempre.

Para inspirarnos, Juanjo me llevó al aeropuerto de Barajas, que era un sitio donde le gustaba ir a tomarse unos gintonics y ver despegar los aviones. Hoy le habrían tomado por un peligroso terrorista. Así que allí nos plantamos, bloc en mano dispuestos a no salir sin tener claro que es lo que iba a pasar (en líneas generales) en nuestra próxima y famosa opera rock. Y lo cierto es que al final, después de dos o tres gintonic, teníamos un boceto bastante aceptable. ¡Eramos unos genios!, aunque en nuestras casas no se hubieran aún dado cuenta.

Bueno, era un boceto. Había unas quince canciones que había que escribir, cada una con su letra, y luego la música que tenía que ser totalmente innovadora y... Tras dos reuniones más nos arrugamos. Mucho curro. Había que darle mucho al tarro y ¡tampoco teníamos tanto tiempo, hombre!, que el que no curraba, estudiaba, o eso se supone que es lo en que nos ocupábamos, aparte de ser un grupo de rock progresivo, así que, al final, se quedó todo en agua de borrajas. ¡Que le vamos a hacer!. El mundo se ha visto privado de una magna obra que habría revolucionado la música de nuestro tiempo. Aún así seguíamos trabajando en otras cosas, y pronto tendríamos nuestra puesta de largo.

P.D. Pues no, no he puesto fotos, ni videos, porque no he encontrado nada que sirviera o viniera al caso. Pero tranquilos, hay una hoja de reclamaciones a disposición...

Experience

Poco a poco cada vez íbamos tocando mejor. Dicho de otra forma, ya empezábamos a sonar bien, de vez en cuando. A Rulo le había dado fuerte con el bajo y cuando no podíamos ensayar practicaba en su casa, solo, o acompañando algún disco. Le había cogido el tranquillo. Quique había descubierto la guitarra clásica en un libro antiguo de minuetos y la verdad es que no se le daba nada mal. Salva estaba hecho un fiera y yo le daba en mi casa al Panther a mi manera.

Como no tenía ni puñetera idea de como se tocaba aquello, empecé por pasar los acordes de la guitarra, que esos si me los sabía (unos cuantos), al teclado. ¿Que como lo hacía?. Pues me miraba que tres notas componían el acorde y luego las buscaba en el órgano y las ejecutaba con la mano izquierda mientras que con la derecha iba tanteando la melodía. ¡Resultaba!. Claro que tenía una manera muy peculiar de ejecutar los acordes que luego dejó flipando a más de uno.

Además, nuestras preferencias musicales estaban evolucionado deprisa. Queríamos hacer música experimental. Oíamos a la Jimmi Hendrix Experience y a Emerson, Lake & Palmer, cuyo primer disco, y luego el segundo "Tarkus" nos causó un fuerte impacto. No digamos la version de "Cuadros de una exposición" y su magnífico "Trilogy". ¡Yo quería tocar el teclado como Keith Emerson!. Lo malo es que no tenía ni puñetera idea. Así que me puse al tajo. A mi manera. Como no conocía a nadie que diera clases de piano ni tampoco tenía pelas para pagarle, ni piano, pues lo hice a mi bola. Escuchaba los discos de las fugas de Bach, que alguno tenía por casa, e intentaba imitarlo. ¡Que el pobre Juan Sebastian me perdone!.


Nunca llegué a tocar una fuga entera, ni nada parecido, pero si algunos trocitos pequeños que podían dar el pego. Lo combinaba con algunos arpegios interpretados a toda leche (que si, que me había aprendido algunos arpegios de esos, no muchos, pero a mi me parecía suficiente), le metía un par de acordes ascendentes que sonaban a música de peli de romanos ¡y daba el pego!. ¡Estaba emocionadisimo!, me había convertido en el Emerson del barrio. Aquello fue el núcleo de lo que luego se llamaría "Synfonía experimetal nº 1", un tema largo, con muchos cambios que duraba casi veinte minutos. Y totalmente instrumental. ¿Pretencioso?, No, que tontería....

Vuelta patrás: Lo que no se verá nunca

Vuelta al presente pasado. Pues si, difícilmente podréis ver una actuación de MOH porque no hay ninguna filmada. Bastante trabajo tengo con conseguir las fotos que quedan (que tampoco son muchas). De ahí la leyenda. ¿Pero este grupo llegó a existir alguna vez -se preguntaran algunos- más allá de la enfebrecida imaginación del tipo este que escribe?. Pues si, existió, hay testigos que pueden confirmarlo, aunque sobre la salud mental de alguno no pondría yo la mano en el fuego (ni en el fuego, ni en ningún otro sitio).

Y queda algo de su música, viejas grabaciones con medios mas que rudimentarios, pero que pueden darnos una idea de como sonaban. Se pondrán en su momento (lo prometo) que todavía me las estoy currando para mejorar el sonido captado con aquellos trastos (casetes, creo que se llamaban).

Lo que si puedo poner como primicia es una recreación moderna de unos de nuestros primeros temas, de antes de la época underground y psicodélica y todo eso. Vamos, de cuando empezábamos. Se trata de una baladita -ya dije que yo, al principio era un poco de baladitas- cuyo nombre es "Recuerdos". Original ¿eh?. La cantaba en ingles, con letra compuesta por mi mesmo, así que ya podéis imaginar que clase de ingles era, y Quique hacia la introducción y la "coda" con la harmónica.

En este recreación, hecha en mi casa con el GarageBand y mis viejos teclados, la he convertido en un tema instrumental, ya que uno no está para dar el cante desde hace tiempo. Los solos de piano eléctrico tampoco estaban en la versión original, que aún no teníamos teclado, ni el violín, ni la trompeta. ¿Que en que se parece?. Hombre, en la melodía principal, que ya es algo, y en el espíritu pekenikero que por aquella época nos embargaba. Y era un poquillo más rápida. (El final me ha quedado algo chungo, que se le va a hacer...)


Bueno, si, ya se, pero es que solo teníamos dieciseis añitos cuando la compusimos. Luego la cosa fue mejorando.

(Si algún listillo pretende apropiársela, que ya hay que tener ganas y estar desesperao de la vida, que sepa que está bajo una licencia de CreativeCommons, de esas)

Así que si te mola, primero ves al médico corriendo, a ver si es que te estás quedando sord@. Segundo, descartado lo primero -me alegro, oyes-, haz que un especialista te revise la mollera, por si acaso. Si no te encuentran na, y aún así persistes en el empeño, puedes dar la tabarra a tus amiguetes que seguro que se acordarán de tus... Bueno. ¡Tu mism@!.

Un salto palante en el tiempo: La saga continúa

En este ocasión no voy a hablar de MOH , sin que sirva de precedente ni motivo de muermo alguno. Más bien se trata de un regreso al futuro, al que tampoco pienso, por ahora, estar regresando mucho. Pero la ocasión lo requiere. Así que, sumergiéndome en los enmarañados vericuetos del espacio-tiempo, que para eso está, me planto aquí en un pis-pas para dar noticia de algo extraordinario: ¡Mi sobrino Juan (el del sombrero) y su grupo, tocando en directo, y nada mal!:

Thrashcription - Seek and Destroy

¡Oido al parche!, ¡La nueva generación está en marcha!, ¡Enhorabuena muchachos!

"Carolina"

Pues no, no es el nombre de alguna novieta o de una amiga muy especial, ni tan sin quiera de una amiga nada especial. El "Carolina" era un antro. ¡Un respeto!, ¿eh?, que algunos antros pueden ser lugares muy dignos. Sino véase toda la literatura sobre religiones antiguas que abunda en referencias al "antro del dios tal" o el "antro de la diosa cual". Este, sencillamente era hortera. Se trataba de una sala de fiestas, si, si, no una discoteca no, ni una boite, como la "Boite del Pintor", que tanto le gustada a Juanjo y a donde nos invitaba a menudo (ya dije que manejaba pasta). ¡Una sala de Fiestas!.

Los más jóvenes, si hay alguno que lea este blog, os preguntaréis qué demonios es eso. Bien. Una sala de fiestas, es un local donde se va a bailar, preferiblemente los éxitos más horteras del momento y alguno de años anteriores, al son de una orquesta. ¡Tampoco hace falta que sea la Sinfónica de Londres!. Con que sepan tocar el repertorio basta. En aquella época, abundaban las salas de fiesta. En el barrio, por ejemplo había una, el "Club Canciller" donde a menudo el cartel de la entrada anunciaba a unos tal "Escobarino y los Xuyos". Como lo estáis leyendo. Estaba claro que alguién era gallego allí, pero aún así, subsistían muchas incógnitas. Muchas veces me he interrogado sobre el sentido de tan logrado nombre para una orquesta de sala de fiestas, pero aún me intrigaba más la razón por la cual aquel sumé había decidido que su nombre artístico fuera "Escobarino". A no ser que se tratara de un homenaje encubierto al gran Manolo, que todo puede ser, oyes.

Salva, live at "Carolina"

El "Carolina", antro hortera donde los hubiese, estaba por Cuatro Caminos. Resulta que el padre de Salva (que pensabais, ¿que no iba a volver a salir?) era, como ya dije músico profesional (y de los buenos). Y españolito, también. Y claro, como todo españolito con familia por aquel entonces estaba pluriempleado. Vamos, que el hombre tocaba los sábados en el mencionado antro en una orquesta formada, por lo demás, por muy buenos músicos, de conservatorio y todo ¿eh?, pero que tenían que buscarse la vida. Resulta que un día se quedaron, por lo que fuera, que nunca tuve mayor interés en averiguarlo, sin batería, o baterista, que también se le llamaba así por aquellos años, y el buen señor pensó que quién mejor que su hijo, Salva, que la verdad, cada día tocaba mejor, para reemplazarle.

Resultado, el pobre Salva se vio de pronto abocado a cortarse las melenas, que ya lucía, como todos, unas considerables greñas por aquel entonces, ¡pero es que el antro era muy fino!, y a dedicar todos los sábados de su vida y las nocheviejas también a tocar en la orquesta de su viejo. Así que más de un sábado, Rulo, Quique y yo nos íbamos dando un paseito de nada, sobre todo cuando el tiempo acompañaba, hasta el dichoso "Carolina" a esperar a que Salva terminará de tocar con la orquesta. Como éramos los amigos del batería se nos permitía esperarle en camerinos, que hasta de eso tenían, lo cual estaba bien por una parte, ya que nos permitía alejarnos de la curiosa fauna que poblaba la pista de baile, y por otra no tan bién, porque encerrados en el cuartucho nos tragábamos parte de exitosos repertorio, como, por ejemplo ¡Bailemos el Bin-Bon!. ¡Nosotros!, unos músicos de lo más underground que ya aspirábamos a psicodélicos.

Un día al bajista de la orquesta del "Carolina" le debió de dar un arrechucho o algo, ya que el padre de Salva, ni corto ni perezoso, fue y reclutó para cubrir la vacante a Rulo. Bueno era una cosa temporal, y estaba claro que el Mago Jarragus podía tocar horteradas los sábados en un antro como aquel, pero a lo que no estaba dispuesto, ni mucho menos, era a cortarse las greñas, que también le lucían lo suyo. Así que, tipo práctico, se compró una peluca cortita y antes de salir al escenario se afanaba en ocultar sus abundantes guedejas bajo el singular artilugio. ¡Era para verlo!. Claro que de eso yo también tengo que contar lo mio y lo del casco de motoriasta antipedradas, pero eso otro día ¿vale?, además tampoco tiene una relación directa con el grupo. Terminada la sesión, ambos volvían, como quién no quiere la cosa, al otro lado del espejo, donde ya nos habíamos acostumbrado a morar tan guapamente. ¡Ah, que tiempos!.

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