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¿Y de Europa?

Poco, de Europa sabíamos bastante poco, la verdad. En el colegio nos habían enseñado que Europa fue una princesa fenicia a la que raptó Zeus (que por lo visto pasaba la mayor parte de su tiempo libre, que era mucho, que para eso era el mandamás del Olimpo ese -que luego me enteré que era un club de alterne que había cerca del barrio- enredando en amoríos en plan crápula, el tipo), para lo cual tuvo que convertirse en toro (de lo que podría deducirse que la tal Europa debía ser, en realidad, una vaca -sin ánimo de ofender y molestar a nadie, ¿eh?- aunque nunca se la represente como tal, y que al gachó le iba un puñao la animalofilia esa, o que estaba más salido que un adolescente). Que si, que en el colegio nos enseñaban cosas de esas antiguas, no como ahora que lo más que te dicen es que los griegos eran unos tipos muy raros que andaban todo el día envueltos en una sábana (uno para cada uno, eso si) y que, como no tenían otra cosa mejor que hacer, que para eso lo hacían todo los esclavos, fueron e inventaron la Filosofía.


A pesar de que mucha de la música que escuchábamos, que nos molaba y que imitábamos (mejor o peor) era de grupos europeos, como Jethro Tull, Pink Floyd, Led Zeppelin, King Crimson o Deep Purple, no sabíamos mucho de Europa, salvo que estaba ahí afuera, y tampoco era cosa de creerse, por simple prudencia, lo que contaba la propaganda oficial, que al parecer eran todos los europeos y europeas una panda de decadentes democratas afeminados, libertinos, librepensadores, masones y no se cuantas cosas más, y que nos tenían envidia, porque aquí se vivía mucho mejor, que ya se había encargado el caudillo de eso, y que esa y no otra era la razón por la que se venían todos los años de vacaciones y lo que les jodía de verdad era no poder quedarse. ¡Anda ya!, ya sería menos.

Nuestro principal vínculo con Europa era el primo de Rulo, Susi, que cuando venía, de vez en cuando, a pasar una temporada por aquí nos contaba como iban las cosas por Londres y flipábamos de lo lindo. Luego conocímos a un europeo, belga en realidad, un tal Guido que apareció por el barrio con su buga fardón y su aire de guaperas y su melenita rubia. Como a las chicas se les iban los ojos el menda nos cayó, desde un principio, francamente mal. Otro europeo que conocimos fue un francés que nos estafó para que le pintáramos el piso que le había alquilado el padre de Juan Carlos (episodio digno de una entrega para el solo), así que tampoco le cogimos mucho aprecio que digamos. Pero, pese a todo, seguimos sin tener prejuicios que guaperas y gente chunga la hay por todas partes.

Luego Antonio "el Ruso", que se había pirado para no hacer la mili, se pasó bastante tiempo en Londres y llegó a aprender el inglés y todo, lo que a nosostros nos parecía una gran azaña, pero eso nos lo contó después, cuando volvió de un largo viaje que le llevó hasta el Nepal. La verdad es que no éramos muy viajeros, no por falta de ganas sino de oportunidades, a pesar de lo cual Guillermo se piró para Amsterdam con lo puesto y volvió la mar de contento. Entre las cosas que nos contó, con una alucinámos cantidad y es que la primera noche se fue a dormir a un parque (que no encontraba la dirección que le habían dado) y cuando ya estaba todo sobao en un banco, le despertaron las linternas de unos guripas en la cara, así que se acojonó bastante, que aquí los guripas acojonaban, que para eso estaban, para acojonar, pero aquellos le indicaron muy amablemente que podía pasar mejor la noche en una residencia juvenil que había por allí cerca y hasta la cual le acompañaron y todo. ¡Coño!, ¡si que eran raros lo esuropeos esos!, que aquí le habrían acompañado a la comisaría para molerle a palos y aplicarle la ley de vagos y maleantes.

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