English French German Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified
this widget by www.AllBlogTools.com

Un septiembre tranquilo

Bueno, finalmente me repuse de mi última decepción amorosa (que ya estaba bastante acostumbrado) y aquel resultó ser un septiembre bastante tranquilo. Fuimos (Moisés y yo) unas cuantas veces a ensayar con Don Falismin, aunque lo cierto es que no andábamos demasiado animados. Queríamos tocar en directo y Jose, el lider de la banda, consideraba que aún no estábamos preparados, en lo que tenía razón, especialmente en lo que a mi concierne, pues lo cierto es que apenas me había aprendido alguno de los temas a trancas y barrancas. El resto del grupo sonaba de fábula. Por mi parte estaba acostumbrado a nuestras improvisaciones en directo con el Manicomio y por aquel entonces no me parecía tan importante tener que sabernos los temas al dedillo. Con tener una ligera idea y poner buen cuidado de no meter la gamba era en mi parecer más que suficiente. Tiempo después comprendí que no era así, y que cuanto más ensayado se tuviera un concierto mejor que mejor.


Por lo demás, el tiempo pasaba plácidamente, rodeados de amigos y de la baska, con visitas algún domingo a la caseta de Quique en la Cuesta de Moyano, y cosas por el estilo. Y escuchando música en casa de Rulo siempre que se pudiera, lo que se había convertido ya en una tradición. Y oíamos, por ejemplo, el "Burn" de Deep Purple, que nos parecía algo más flojito que los anteriores. Mientras, me preparaba (es un decir, claro) para el nuevo curso. Empezaba tercero y y había escogido especialidad, Historia para más señas. También tomé una decisión importante que cambiaría mi apariencia para siempre. Decidí dejarme la barba. No, no se trataba de ninguna preferencia estética, sencillamente estaba hasta el gorro de afeitarme y ponerme la cara hecha un cristo. Asi que me dejé la barba, que tardó casi un mes en salirme y desde entonces soleo me la he afeitado en dos ocasiones y por muy poco tiempo. Con mis veinte añazos recien cumplidos estrenaba nuevo look (como se dice ahora) al que me acostumbré rapidamente. El pelo por la cara escondía mi nada prominente mentón y me daba un aspecto como más intelectual (o al menos eso me parecía a mí).

Y así fueron pasando los días. El verano terminaría y llegaría el otoño, que en Madrid es una estación larga y bastante agradable. Paseos por el parque de la Fuente del Berro, aunque muy pronto haríamos de otro parque, el que había justo delante de nuestro antiguo colegio, al lado de la M-30, que por aquella época nos parecía una cosa muy moderna, nuestro centro preferido de reunión. Allí, sentados en los bancos, chrlábamos, tocábamos la guitarra, cantábamos y otras cosas que no digo (pero que os podéis imaginar). A veces nos llevábamos un par de litros de cerveza bien fresquita y cuando terminábamos y nos marchábamos para el barrio, taníamos cuidado de dejar las botellas vacías en alguna de las papeleras que había por alrededor. Que seríamos jipis y rockeros progresivos de barrio periférico pero no éramos ningunos guarros.

No hay comentarios:

¡Compártelo!