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Y por fin llegó la primavera

Aquel invierno del 75 tocaba a su fin. Y como suele pasar, después del invierno llegó la primavera, bueno es un decir, que notarse, lo que se dice notarse, no se notó hasta algún tiempo después, como también suele suceder en Madrid. ¡Pero ya era primavera! (aunque no se notase todavía, de hecho solo era primavera en El Corte Inglés) lo que significaba que estábamos más cerca del verano y de las vacaciones (y del buen tiempo, bueno es otro decir, que aquí en verano hace una chicharrera que te cruje, como ya hemos contado en otras ocasiones). Recuerdo que aquella primavera me apunté con Carmen, una compañera de clase que habría de convertirse en una de mis mejores amigas, de "becario" (entonces aún no se le llamaba asi, pero era casi lo mismo, menos lo de cobrar, que no cobrábamos un duro) en el Museo Arqueológico Nacional. Y allí que nos íbamos por las trades a echar un par de horas en un cuartucho para ayudar a siglar (porner un numerico) a un mogollón de útiles del Neolítico (raspadores, puntas de flechas y cosas como esas) para un tipo que estaba haciendo una tesina con todo aquello.

¿Que que más cosas pasaron aquella primavera?, pues no se, espera que me acuerde. ¡Ah, si!, a finales del mes de abril cayó Saigón con lo que se acababa la Guerra de Vietnan (recuérdese que nosotros siempre habíamos sido pro Vietcong, así que nos alegramos un puñao). Parece ser que unas semanitas antes el Gili Puertas había fundado Microsoft, pero de eso no nos enteramos entonces, sino mucho más tade, cuando tocó sufrir el resultado de su genial inventiva (por decirlo de alguna manera, aunque "copiota" podría ser otra). Y volviendo a este país nuestro, los fachas (que por estos pagos viene a significar "fascitas de mierda") de Falange van y se convierten en una asociación política (que era un invento del régimen para disimular y hacer ver que esto también era muy democrático, pero "Made in Spain"). Afortunadamente ni entonces, ni luego se han comido una rosca, lo que dice bastante del buen juicio de la peña en general y de la ciudadanía en particular. Por mi parte seguía sin enamorarme locamente de ninguna chica,  y es que después del último palo sufrido había quedado bastante curado de espanto. ¡Y eso que ya era primavera! (pero como he dicho, aún no se notaba).

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