English French German Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified
this widget by www.AllBlogTools.com

Un verano entre huertos... (El avispero)

Había llegado el momento de instalarnos en la residencia campestre que la madre de Salva nos había preparado, así que aquella mañama, un par de días después de mi llegada, alguien (que ya no me acuerdo bien quien era) nos acercó en su buga ya que estaba a tomar por..., lejos del pueblo. Se trataba de una casa de labranza en medio de un finca agrícola, o sea el sitio donde se guardan los aperos y todas esas cosas y también se puede descansar si se te hizo tarde para volver al pueblo. Era amplia, con dos habitaciones grandes separadas entre sí por una gran puerta. La primera de ella, según se accedía desde la entrada en el campo, tenía hasta una chimenea y todo. La madre de Salva la había limpiado cuidadosamente y había instalado  un pedazo de colchón de gomaespuma tamaño matrimonio para que pudiéramos dormir los tres comodamente. Tampoco necsitábamos mucho más.

¡Dabuti!, soltamos los bártulos y nos instalamos en un pis pas (tampoco es que lleváramos encima la vajilla y la mantelería del palacio de Buckingham ni una guardarropía  abundante). Así que salimos a dar un vistazo a los alrededores donde, cerca, había un gran algarrobo, que como todo el mundo sabe es un árbol que da una sombra estupenda y unas manbchas que no salen con nada (como te pringues con las algarrobas), aunque esto último nos traía más bien al fresco. Según nos acercábamos de nuevo a la casa que habría de ser nuestro refugio, empezamos a sentir unos zumbidos alrededor.  Como que justo encima del dintel (que es lo que hay encima de las puertas) de la entrada había un avispero del tamaño de un balón de reglamento y allí estaban las avispas saliendo y entrando como si tal cosa. Miradas entre nosotros y miradas torvas de nuevo al avispero. Estaba claro que había que hacer algo o tarde o temprano aquellos bichos nos iban a poner como un acerico.

Así que, después de un breve intercambio de opiniones, decidimos que lo mejor que se podía hacer era pegarle fuego, para lo cual había que tomar antes una serie de precauciones. Era previsible que los bichos aquellos no se lo tomaran a bien y salieran bastante enfadados dispuestos a clavarle el aguijón a todo lo que se meneaba. No menearse tampoco parecía una opción adecuada, así que pensamos como protegernos de sus picaduras. ¡Ya está!, nos cubriríamos brazos y piernas con papeles de periódicos enrollados (en la casa había unos cuantos) y nos taparíamos la cabeza com bolsas de plástico transparente a las que previamente haríamos unos pequeños agujeros (o bujeros, mismamente) para poder respirar. Con palos de madera y más periódicos fabricamos una especie de tea rudimentaría. Nos pertrechamos de la manera indicada, prendimos fuego la tea y con mucho cuidadito la arrimamos al avispero. ¡Funcionó!, mucho humo y miles de zumbidos pero conseguimos que no nos picara ninguna. Eso si, teníamos una pinta lamentable con aquella indumentaria, pero estábamos por fín a salvo de picaduras.

No hay comentarios:

¡Compártelo!