English French German Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified
this widget by www.AllBlogTools.com

Un verano con el Bola (I)

Aquel verano, mi amigo Jose Ignacio, más conocido como "Bola", o cariñosamente "Bolita", unos de los miembros fundadores de las baska por derecho propio, me invitó a pasar unos días con su familia en una urbanización de chalecitos que sus padres tenían en Avila. Y allá que nos fuimos en el coche de su padre, un seat 1500, el Bola, su padre (que no se apartaba para dejar adelantar a nadie en la carretera, que el hombre decía que él iba a la velocidad que marcaba la ley, aunque fuera por el carril izquierdo, y que se apañaran los otros, que no parecían muy contentos a juzgar por los bocinazos y los improperios, por llamarlo de alguna manera suave, que le dedicaban una vez que al fín conseguían adelantarle) y mi menda lerenda, todo contento de tener unas vacaciones como es debido,y no quedarme todo el puñetero mes de agosto en Madtid, solo y muerto de aburrimiento. Cuando por fín llegamos, su madre nos estaba esperando (el Bola y yo habíamos sido amigos desde el colegio y su familia me conocía bien) y nos dió una calurosa bienvenida.

Aquel sitio me pareció una maravilla (no olvidarse que yo era de la "Conce", un barrio periférico, y el Bola del Parque de las Avenidas, al otro lado de la M-30, un sitio, como diría, mucho más "señorial"), con sus largas avenidas ajardinadas, sus chalecitos pareados (que debían ser de los primeros, que aún no había estallado la moda del "pareado" como pasó luego, y esto era un sitio de vacaciones, no olvidarse), la piscina de la urbanización, que no estaba nada mal, con su bareto y todo, un montón de chicos y chicas de nuestra edad, y hasta una especie de club social donde podíamos irnos a tomarnos unas birras por las noches, o como pasó,alguna vez,algo un poco más fuerte (bueno, lo contaré cuendo llegue el momento, no apresurarse). ¡Un chollo, oyes!, y por todo el careto además, que como era invitado no me iba a costar un duro (que si me tenía que pagar yo las vacaciones ya andaba bien apañado).

Así que allí estaba, dispuesto a pasármelo pipa, y además el Bola tenía una guitarra y un montón de amigas (de vacaciones, de esas que solo ves de verano en verano) y yo dispuesto a envainar por un tiempo mis aires de rockero zarrapastroso para volver a vestirme el traje de cantautor un tanto desesperado y romántico que, como es bien sabido, a las chicas es algo que les mola mogollón (tampoco es que tuviera muchas esperanzas al respecto, vista mi trayectoria de los últimos años, bueno, de siempre, pero ¡había que intentarlo!). Después de instalarme en una habitación con literas en donde dormíamos el Bola, sus dos hermanos y mi menda (de la que su padre que tenía la curiosa costumbre, cosa que descubriría a la mañana siguiente que ya andábamos con resaca, de tirarlos, literalmete, de la cama para despertarlos, cosa que no hacía conmigo seguramente por aquello de que era el invitado, pero daba lo mismo que me depertaba igual con el estruendo que montaba el hombre con su refinada práctica, nos sacaba cada mañana a eso de las nueve), salimos dar una vuelta. ¡Ah!, ¡que maravilla!, no había duda de que me lo iba a pasar en grande.

No hay comentarios:

¡Compártelo!