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Tendría que hacerse algo...

...con el festival de Eurovisión de los c... Lo mejor sería celebrarlo cada quince años en una gruta bien profunda del planeta más alejado de la galaxia, pero bién pensado tal vez pudiera ser el origen de un conflicto interestelar. ¿Y si lo prohibimos?. ¡Eso!, ¡que lo prohiba alguien!, por el bien de la Humanidad, ¡suprimirlo por decreto!, alguien competente y con autoridad para estas cosas, no se, la ONU, la OTAN, la OMS o la FAO (ya puestos). Y eso que no somos partidarios de las prohibiciones. Más bien somos más del "vive y deja vivir", pero seguro que podemos encontrar precedentes. La prohibición contra la tortura, por ejemplo, o contra la pena de muerte (a estas dos nos apuntamos sin pensarlo). O la prohibición contra el mal gusto, que no figura en ninguna ley nacional ni internacional (aunque debería), pero debe de formar parte del Derecho Natural. Y la prohibición contra la barrila incesante y chabacana que seguro que forma parte también del orden natural de las cosas. Solo así se explica, que las grandes civilizaciones del pasado, desde los sumerios a los aztecas, pasando por egipcios, griegos, romanos, árabes, chinos, etc, y todos los pueblos primitivos de la tierra se hayan librado de semejante horror.

Solo de esta manera, con una prohibición en toda regla salvaríamos a la música del sádico asesinato a que, con premeditación y alevosía, se la somete cada año ¡desde 1956!. ¡Como no va a estar jodido el siglo!, los dos, el pasado y el presente, que a este paso cada vez hay más países que participan en el puñetero aquelarre (por cierto, ¿desde cuando Azerbayan es Europa?, que aquí te vas a tomar una birra con los tronquetes y a la vuelta ya hay doce o catorce paises más en el festival de marras dispuestos a amargarte la vida a conciencia). Y de paso, salvaguardaríamos el buen gusto, la finura en los modales y los tímpanos del personal (que no es poco). Pues ¿no van y dicen que los heavies son unos horteras?, comparados con los que berrean, gritan (sobre todo, gritan) y dan volteretas en Eurovisión, son unos dandys de lo más pulcro y lo más fino. De paso, habría que destruir la máquina infernal (por muy escondida que la tengan) con la que se componen las canciones (por llamarlas de alguna manera), una y otra vez, año tras año, con los mismos acordes y estribillos, y los mismos sonsonetes, que todas son el mismo rollo y no hay una sola que se salve.

Lo dicho, habría que prohibirlo a ver si conseguimos salvar a la civilización occidental, que si no, estamos jodidos. ¡Pero bien jodidos!. Que es más contagioso que la gripe gorrina esa, y mucho más peligroso, oyes, que te endiñan la barrila eurovisiva a nada que te despistes y no estés bien alerta y al loro y huyas como alma que lleva el mismísimo diablo (que tiene mucho mejor gusto, musicalmente hablando) de emisoras de radio, canales de televisión (públicos o de pago, que no te libras por pagar, no) y de cualquier sitio público de esos que te endilgan la matraca por que sí, por que les da la gana (a lo mejor es que quieren que no vuelvas), o sea que al final no puedes salir de casa y te vas consumiendo de innanición. Que al principio eran quince países los que cometían cada año tales desmanes impunemente y ahora ¡son cuarenta y dos!, y como sigamos así nos cargamos el planeta, que no va a ver un lugar seguro ni un país a salvo, por apartado que sea, para poder refugiarse.

¿Que qué tiene que ver con la historia de MOH?, ¡nos lleva persiguiendo toda la puñetera vida!.

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