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En plan acústico

Pues eso, en plan acústico andábamos, que al no tener local para ensayar es lo que pasa. Con la guitarrita española a cuestas a todas partes (o casi) que por tocar no quedara. En la plazoleta, en el parque del barrio, en los pinares de La Elipa, en la Fuente del Berro o en El Retiro, a dar la matraca con las guitarritas, que por oficio que no quede. Y cuando no estábamos tocando por ahí las guitarritas es que estábamos oyendo música, otra de nuestras aficiones favoritas (bueno, si, de vez en cuando, también estudíabamos un poco, pero bien poco ¿eh?, que cuando se ha visto que los estudiantes quieran estudiar).

En esas estábamos cuando Juan Lacal concibió la prodigiosa idea de dar un concierto acústico para flauta y guitarra. El tocaba la flauta, que no lo hacía mal el tío, oyes, y Quique la guitarra clásica (que queda mejor que "española", sin sabor a copla y todo eso), que se le daba dabuti, y yo me apunté por todo el careto o la jeró de técnico de sonido. ¡Si, si!, ¡de técnico de sonido! , ahí es ná, que iba a tener menos trabajo que un sastre en un camping nudista.


A todo esto, Juan Lacal estaba entusiasmado (la verdad es que casi siempre que lo he visto estaba entusiasmado) con el proyecto y no hacía sino repetirnos, ante nuestras miradas atónitas e incrédulas, que el sonido eléctrico estaba muerto, que lo que molaba era lo acústico, que ya estaba bién de atronar al personal con los amplis y esas mandángas, que donde estuviera la armonía y delicadeza de los instrumentos acústicos... ¡Eh!, ¡un momento!, pero tu ¿que clase de rockero eres, tío?. A lo que respondía que el rock estaba acabado y otras lindezas por el estilo, hasta que Quique, muy oportunemente le insinuó que si su reconversión a la música acústica no guardaría alguna relación (siquiera coyuntural) con el hecho de no tener un duro para comprar un buen equipo.

Bien, pues llegó el día del concierto, que el tío se lo había currado muy guapamente, y allí que se plantaron en medio del escenario los dos, flauta y guitarra clásica (o acústica, que también se puede decir, aunque no sea lo mismo, todo menos "española", que las guitarras que yo sepa no tienen patria ni pasaporte ni rollos de esos -seguro que sale alguno y me lo rebate- y a ver si alguien le ha preguntado al instrumento por la tierra de sus ancestros y sobre todo si este le ha respondido alguna vez), que no me acuerdo muy bien del sitio, pero me parece que no estaba lejos del Retiro, aunque a lo mejor Quique se acuerda mejor que yo (¿donde te has metido tronco?) que dos molleras, aunque sean de las nuestras, siempre hacen más que una.

Total, que empezó el concierto como si tal cosa y parecía que los dos no habían estado haciendo en toda su vida nada distinto, de lo bién que sonaba aquello, todo instrumental (que la música, me parece la había compuesto casi toda Juan, aunque a lo mejor también me equivoco en esto) y sonaba como muy del bosque (como la foto que he puesto arriba, que no se me ocurría otra cosa, sorry) y mitológico y hasta New Age, y eso que aún no se había inventado la música New Age (y si se había inventado no nos habíamos enterado) y ahora que lo pienso me parece que en aquella ocasión habían inventado ellos la música New Age pero no llegaron a percatarse del asunto, ¡lastima!, que ahora van por ahí diciendo que la han inventado otros.

Y yo estaba, sentadito en una silla, a los mandos de una etapa de potencia que alguien nos había prestado, que habíamos colocado justo delante del escenario, y a la que habíamos enchufado los dos micros y así le iba dando más volumen a uno o a otro, según el caso, metiendo un poco de rever y en ese plan. Y es una pena que tampoco haya registro sonoro de aquello (¿lo hay?).

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