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Un marxista convencido

Si, si, yo ya era por aquella época un marxista convencido. ¿El Capital?, no, que va. ¿Materialismo histórico o dialéctico?, no tampoco (eso llegaría más tarde), que todo eso estaba aquí muy mal visto por nuestras autoridades patrias y además resultaba especialemente peligroso, aunque jovenzuelos como éramos tampoco teníamos un sentido muy preciso del peligro. Me refiero al otro marxismo, el de los geniales Hermanos Marx, con lo que no he parado en todo este tiempo (y han pasado un puñao de años, oyes) de troncharme de risa. No es que no tuviera conciencia política, es que sencillamente no sabía aún lo que era eso. Por supuesto me jodía que los "grises" nos persiguieran como a conejos por la Universidad cada dos por tres, y tenía bastante claro que vivíamos en una dictadura hedionda, pero no había pasado de ese punto. Todo habría de llegar... Mientras tanto, mi marxismo no iba a cambiar el mundo pero podía alegrarme el día (o la tarde).

No, ahora, me refiero a que me pirraba el cine de los Hermanos Marx, con su humor absurdo y loco que a mi me parecía tan moderno y actual. Aunque lo cierto es que no aguantaba, y sigo sin aguantarlos, los solos de arpa de Harpo (¡anda mira!, acabo de caer en la similitud de los nombres. ¿Le pondrían Harpo porque tocaba el arpa?. Que en inglés arpa se dice "harp", que me he enterado muy a conciencia. Bueno, solo he tardado unos ciencuenta años en darme cuenta, no esta mál ¿eh?) que era una manía que tenía en tío, que en todas las pelis suyas, viniera o no a cuento -mayormente no venía- te endilgaba un solo de arpa de las narices que en mi opinión solo servía para cargarse el ritmo de la película. Si lo que querían es que supiéramos que el tipo tocaba fetén el dichoso instrumento, hubiera sido más gracioso (y menos cansino para los oidos) que en algún momento de cada película vistiera una camiseta con una leyenda del estilo: ¡eh!, que yo toco muy bién el arpa. ¡Un respeto!".

Pero en fín, dejando a un lado los tediosos solos de arpa de Harpo, que yo aprovechaba para ir al tigre, echarme un truja en el pasillo, o ir al bar a pillarme unas palomitas (que entonces no te clavaban el dineral que cuestan ahora, que más que palomitas parece que te estén dando perlas y lapizlázuli), lo cierto es que me molaban un montón las pelis de los Marx, Groucho, Chico, Harpo y Zeppo (que ya he dicho que a don Carlos y a su amigo Federico no los conocía aún por aquel entonces). Que los tíos bacilaban que daba gusto verlos y mi menda no ha visto bacilar a nadie en el cine con más gracia y ocurrencia que ellos. Y debe ser algo genético (que me gustaran los Marx), ya que algún tiempo despues mi hijo, que era a la sazón un enano de cuatro o cinco añitos, no paraba de ponerse en el vídeo sus peliculas y hasta se las aprendió de memoria.

Recuerdo que en una ocasión nos ibamos al cine la baska y no nos poníamos de acuerdo sobre que pelis ir a ver (en los cines de barrio de entonces echaban dos en sesión contínua, así que si te habían gustado podías repetir por el mismo precio, un chollo que ha desaparecido hace tiempo). Que si a mi esta no me gusta, que si esta otra ya la he visto yo varias veces y en este plan. Así que se me hincharon las narices y allí que les dejé plantados con la discusión. Me metí en el Carlton, un cine que estaba en la calle Ayala, no lejos de nuestro barrio) que ponían programa doble de los Marx: "Un día en las carreras" y "Tienda de locos" y me lo pasé pipa yo solito, que con aquella compañía en la pantalla, viendo como bacilaban a la pobre Margaret Dumont, que se ve que no se enteraba muy bien de que iba la cosa, y a quién se pusiera por delante, no se necesitaba más.

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