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Cenando en el chino

Si ya se que hoy es algo absolutamente normal y que estaría fuera de lugar dedicarle atención al hecho en si de ir a cenar a un restaurante chino, que ahora los hay por todas partes, pero por aquellos años, estamos en 1972, no había tantos. Mejor dicho, no había casi ninguno, y si eso pasaba en Madrid que era la capital del país, imaginaos por ahí fuera. En Córdoba, por ejemplo, no se abrió el primero hasta mediados de los ochenta, o sea mucho después y fue objeto de gran regocijo para los cordobeses. Así que para nosotros, rockeros de barrio periferico que tampoco estábamos muy acostumbrados a ir por ahí de cenorrios, era todo un acontecimiento y de algo propio de alguna celebración especial. ¡Dabuti, al chino!.

Resulta que en el barrio teníamos un amigo, Esteban, que era chino (de que parte de China, ya no lo se, que el país es un rato grande) y su padre tenía un restaurante en la calle Reina, justo detrás de la Gran Vía, que aquí a pesar de la infame dictadura, seguímos todos los madrileños llamándola Gran Vía y nadie la llamaba Avda. de Jose Antonio como la habían bautizado los fascistas que mandaban, que se llamaba ·"Cantón" (hay como diez millones de resturantes chinos con este nombre por todo el mundo, sino mira en San Google, pero no creo que todos fueran de su padre) seguramente porque servían (iba a poner "daban", pero me he cortado porque dar no daban nada, que luego te lo cobraban antes de irte) comida cantonesa, que es una variedad de la comida china, pero por aquel entonces nosotros no estábamos al corriente de tales pormenores gastronómicos. Con ir a zampar, que estaba muy rico todo y era tela de exótico, bastaba.

Las veces que íbamos a cenar, que tampoco eran tantas, sino más bien escasas, que ya he dicho que era una especie de acontecimiento, Esteban, que estaba ayudando a su padre con el restaurante, salía a recibirnos muy contento y nos atendían dabuti. Era un local grande con muchas mesas y se comía muy bien, no como en otros chinos que abrieron más tarde y que eran bastante cutres y hasta un poco guarretes (por decirlo suavemente), aunque no todos. Este era uno de los mejores y era frecuente encontrarse allí con el "Ballet Lazarov" que eran unos mendas que salían bailando en la tele, pero que iban a cenar como todo kiski y no a darse un bailoteo, y de vez en cuando también había algún que otro famosillo.

Nos gustaba mezclar los platos y comerlo todo junto, en vez de engullirlos por separado. Y nada de un vino bueno ni pijerías similares, ni siquiera uno malo, birra, mucha birra, que desde sempre es bien sabido la predilección de los rockeros por la cerveza. Así que mucha birra, que no falte, y rollitos de primavera, arroz tres delicias, cerdo en salsa agridulce, Tallarines con gambas, pollo frito al no se qué y cosas por el estilo, que nos sabían a gloria.

Lo más engorroso de todo era lo de los dichosos palillos, que no había manera de pillar bocado con aquellos trastos y, claro, podías usar el tenedor (que para eso lo habían inventado los romanos, oyes) pero no quedaba como muy propio, aunque ahora se ve de lo más normal (comer con tenerdor en un restaurante chino). A Salva, en cambio, se le daba cojonudamente, sería por lo de las baquetas, que para eso era el batería del grupo y siempre estaba tocando sobre algo cuando no tenía la batería cerca, y el tio los usaba con una velocidad y limpieza que parecía que no hubiera comido en su vida de otra manera. Y no solo agarraba con ellos los trozos del cerdo agridulce sino que se zampaba también de la misma guisa el arroz tres delicias, ante el pasmo y el asombro de todos. Y hasta los rollitos de primavera, que no se como se las apañaba para trocearlos sin usar el cuchillo. Y por más que yo le pedía que me explicara como se hacía, riéndose me lo enseñaba y decía: "es muy facil, mira, este se sujeta con el índice y este otro lo mueves con el pulgar", a mi no me salía ni a tiros. Y sigue sin salirme (cazurro que es uno).

Tiempo después abrieron otro restaurante chino más cerca del barrio, por el final de Bami o la Elipa, no recuerdo bien, y también fuimos unas cuantas veces (tampoco me acuerdo del nombre, sorry, "Jardín... de lo que sea). Allí es donde vimos y bebimos por primera vez el licor de lagarto, ¡con lagarto y todo dentro de la botella!, que a los chinos les debe parecer muy normal pero a nosostros nos daba un poco de yuyu. Lo cierto es que me supo a garrafón que te cagas (bueno, no me gusta el licor de arroz, que se le va a hacer), así que no me extraña que el pobre bicho estuviera muerto dentro.

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