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Otra vez componiendo

La marcha de Salva a la mili, el no tener un local para ensayar, mi Panther que había petado , el no actuar por ahí, no eran precisamente ni de lejos las mejores circunstancias para componer nada. Y durante algún tiempo no compuse nada. Nada de nada. Pero ahora la cosa había cambiado. Mi nuevo y flamente Yamaha Electone de doble teclado allí plantado, en el salón de mi casa, era una tentación demasiado fuerte como para poder pasar tranquilamente de ella. Y no pasaba (de la tentación), así que lo tocaba siempre que podía (que era siempre que estaba en casa, que tampoco era mucho pues repartía mi tiempo entre la universidad y mis amigos). Y empecé a componer otra vez, de orejo, como siempre, sin partitura ni nada, de pura memoritea, que mis conocimientos músicales habían quedado truncados cuando me largué del Conservatorio de puro aburrimiento. Pero me apañaba a mi aire y componía. Vaya que si componía.


Puesto que tenía un pedazo de organo que sonaba mogollón de bien, me puse a componer música clásica. Es un decir. En realidad me puse a componer un concierto barroco, con sus tres partes y todo, para órgano Yamaha y grupo de rock progresivo y sinfónico. Y de orejo, como acabo de explicar. Para eso tenía en casa varios discos de Juan Sebastian Bach (que me molaba un puñao el tío), los conciertos de Brandemburdo, los conciertos para violín y orquesta (que es lo mismo, pero con violín), los conciertos para clave (que es lo mismo pero con clave) y hasta uno de fugas con la famosa "Tocata y fugaen Re m", que es esa que siempre ponen en las pelis antiguas de vampiros. Quería componer algo así como una mezcla de Emerson, Lake & Palmer y el "Concerto Grosso" de los New Trolls. Así que me puse a ello. A ratos, claro está. Por supuesto, no lo terminé nunca, pero si que compuse la primera parte del primer movimiento (andante) y la parte del medio del segundo movimiento (adaggio) y ahí se quedó la cosa. Del tercero nunca se llegó a saber nada. El resto ya iría fluyendo por si solo cuando me llegara la inspiración arrebatadora. Lo que pasa es que no me llegó jamás, que siempre me salía lo mismo y no sabía por donde seguir, así que al final decidí hacer lo mejor que se puede hacer en estos casos: no seguir por ningún lado y dejarlo como estaba. ¡Tampoco sonaba tan mal!, oyes, y siempre se podría aprovechar para alguno de esos temas largos y variados que nos gustaba interpretar.

Mientras, soñaba con un nuevo local de ensayo, y con nuevas actuaciones y conciertos, siempre que mi madre se relajara y se olvidara de eso de "este no lo vas a estar sacando por ahí como el otro, ¿eh?", que había costado un pastón y además era un mamotreto considerable para ir llevándolo y trayéndolo. Estaba claro que tenía que quedarse en el local de ensayo y a mi vieja no le hacía maldita la gracia, que decía que me lo podían mangar o cosas aún peores (que siempre ha tenido mucha imaginación para las cosas aún peores). Total, no había problema porque no había local de ensayo. ¡Cachis en los menges!, yo con ese pedazo de órgano de alucine y el grupo sin local de ensayo. Bueno, paciencia, ya encontraríamos algo y sobre todo ya encontraría la manera de convencer a mi vieja de que ese mueble tan bonito que quedaba tan elegante en nuestro salón tenía que quedarse en el local de ensayo. ¿Como?. No tenía ni puñetera idea, pero ya se me ocurríría algo...

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