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Buscando un bateria

Salva estaba en la mili (muy a nuestro pesar y al suyo, que es lo que tienen esas cosas), y nosostros compuestos y sin batería. Las distintas soluciones que habíamos probado como trío no funcionaban, como ya he contado en otro post (o entrada, o como queráis llamarlo), y ¿como se puede tener un grupo de rock sin batería?. No se puede, no, sencillamente. No hay manera. Si fuera folk, o incluso blues acústico, vale, pero rock no. No cuela. Y no queríamos reconvertirnos en un grupo de folk, que para eso ya estaba Cábala, ni de blues acústico, que para eso ya estaba el parque del barrio o los pinares de La Elipa, mudos testigos de nuestras sesiones estivales de blues "unpluged", como se dice ahora.

Así que nos pusimos a buscar un batería que reemplazara a Salva mientras estuviera en el servicio militar. La cosa no era sencilla pues Salva era un bateria fenomenal. Si, ¡fenomenal!. No, no es que nos cegara ser sus amigos, es la verdad y vosostros mismos lo podeís comprobar si escucháis alguno de nuestros temas (lo ideal es que los escucharais todos). ¿Que donde están?, ¡vaya!, ¿aún andamos así de despistados?, bueno pues podéis encontrarlos (y de paso decirnos que os parecen) en los post (o entradas o como queráis llamarlo) etiquetados como "Nuestra Música".

Además tenía que ser alguien de nuestro rollo, que congeniáramos y esas cosas, aunque estaba claro que si, con suerte, consegíamos encontrar alguien que tocara la bateria y nos molara (y nosostros le moláramos a él), nunca podría llegar a ser tan tronco como lo era Salva. Como ya he dicho se trataba de una solución de compromiso. Hicimos correr la voz entre nuestros contactos del incipiente mundillo rockero, psicodélico, progresivo y underground madrileño.

Pero no era facil encontrar un buen batería. Y menos un batería del nivel de Salva. Por una curiosa razón que por aquel entonces se nos escapaba, había guitarristas, mejores o peores, a porrillo, cantantes, algunos bajistas y hasta algún que otro teclista, pero los baterías escaseaban. Así que empezamos a desanimarnos. Para que la cosa estuviera más completita hacia tiempo que habíamos dejado nuestro local de ensayo en la discoteca del cole, por lo que tampoco tocábamos demasiado. Estábamos en el dique seco y era jodido. Muy jodido.

Eran malos tiempos e intentábamos capearlos de la mejor manera. No sería la primera ni la última vez que el dichoso servicio militar se había cargado un grupo de rock en este país. Pero nosostros ni siquiera lo considerábamos como una posibilidad. Por supuesto que esperaríamos a que Salva terminara la mili, pero también queríamos tocar mientras tanto y no solo en el parque del barrio o en los pinares de La Elipa. Queríamos tocar a lo grande, como ya habíamos hecho en varias ocasiones. Se nos había metido el gusanillo y etábamos totalmente enganchados. ¡Tocar en directo! (y para eso hay que ensayar), donde sea y como sea. ¿Hay algo que le enganche más a un rockero?.

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