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Un nuevo batería (¡por fin!)

Pues sí, al final encontramos un nuevo batería para reemplazar a Salva mientras estuviera en la puñetera mili. Se llamaba Juanjo (no confundir con el otro Juanjo, el de la baska), y era un chavalote muy majete, y además tocaba bastante bien (de hecho se aprendió bastante pronto nuestros temas, y algunos eran complicados con muchos cambios de ritmo y eso), que solo tenía un pequeño defecto: rajaba el tío sin parar. Aunque eso sí, era sumamente educado y cortés y como se daba cuenta del efecto que tenía sobre nuestras molleras su interminable cháchara, a menudo, demasiado a menudo, se disculpaba con un "¡perdón!, soy un pesado ¿no?". Lo que todavía nos desquiciaba más.

Claro que en aquella época nosotros nos habíamos vuelto poco comunicativos (o que habíamos encontrado otra forma de comunicarnos), a pesar de que nos pásabamos el día, o su mayor parte, juntos, y solo proferíamos de vez en cuando alguna frase lapidaria del tipo de "¡como mola tíos!", ¡que alucine tu!, ¡que rollo más guapo! o ¡joder, como mola tios!, que habíamos llegado a un estado de ensimismamiento en el que las palabras estaban de más y con cuatro frases nos decíamos lo que nos queríamos decir (que tampoco era mucho, tal era la comunión psiquica en la que andábamos metidos).

Durante una temporada el más ensimismado fue Rulo, que había que hacer un esfuerzo que te cagas para sacarle una palabra y no os digo una frase, que al parecer había abrazado con entusiasmo la vida contemplativa y estaba tan feliz el hombre. Tan solo habría la boca para exclamar sus alabanzas, por lo general breves, sobre tal o cual color que había visto en un árbol o en un seto, que es lo que tiene tener alma de pintor, oyes. Cuando se le pasó, al cabo del tiempo, no paró de largar durante unos cuantos meses, como si quisiera recuperar el tiempo en que había estado sin decir ni mu.

Volviendo a Juanjo, nuestro nuevo batería, que se acabó convirtiendo más tarde en un músico profesional (¡eh!, tío, si andas por ahí y por casualidad lees esto un saludo muy grande) con el hicimos algunas actuaciones memorables. Ahora que lo pienso, todas fueron memorables, algunas porque no estuvieron nada mal, otras porque fueron un desastre y también en alguna ocasión porque el sitio y la compañia no eran precisamente de lo más propicio (mejor dicho, no eran nada propicios). Pero de eso hablaré en otra ocasión.

Bien, teníamos un nuevo batería con el que no nos llevábamos mal (a pesar de que hablara sin parar, menos cuando tocaba) que tenía su propio instrumento y que le daba a las baquetas bastante bien. Pero seguíamos teniendo un problema. ¿Cual?. No teníamos local para ensayar, que es lo peor que le puede pasar a un grupo de rock después de no saber tocar y sonar a rayos. De hecho ensayábamos de prestado o alquilábamos uno de los locales de Mario Gómez, un tipo que se dedicaba a alquilar equipo y locales de ensayo a grupos como el nuestro (con la loable intención de sacarles la poca pasta que tenían) cuando se presentaba una ocasión de tocar. Pero costaba dinero (se pagaba por horas, como en otros "servicios" menos recomendables -este tampoco lo era mucho- y que podrían haber compartido tugurio) y si no recuerdo mal, ya he explicado que nuestra economía no era muy bollante precisamente que digamos.

P.D. Sorry, tampoco tengo ninguna foto de Juanjo, así que que le vamos a hacer, hoy va tal cual.

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