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El misterio de las catedrales

Pues si, que le vamos a hacer, animado de mi vena romántica y de la mano de mi amigo Juanjo me dio por leer a Fulcanelli y su "Misterio de las catedrales". Pura alquimía, mística de la buena de un autor que escribe bajo seudónimo y que dieron a conocer al gran público Louis Pauwels y Jacques Bergier en su "Retorno de los Brujos", que había sido un éxito de ventas y ellos habían ganado una pasta gansa. Esoterismo culto para iniciados. Que antes ya me había dado por Mesmer y el magnetismo universal, gracias a unos libros antiguos que me había regalado Qique, que era todo muy científico, y hasta hicimos algunos experimentos de magnetización para ver quienes eran "sensibles" y cosas por el estilo, y resultó que Salva era el más sensible de todos y Yayu, la hermana pequeña de Quique y nuestra amiga, podía ver lo que estaba haciendo Pato en otra habitación, una vez convenientemente magnetizada (no es broma, que nos acojonamos y no lo volvimos a hacer más).

Pero esto era distinto. Otra ciencia, otros conocimientos. La verdad es que me leí el libro de Fulcanelli varias veces y no me entere de mucho más que las catedrales góticas de toda Europa encierran en su arte códigos secretos de un saber antiguo que si estas al loro puedes llegar a desvelar. Pues o yo no estaba al loro, o me estaba volviendo memo, porque desvelar, lo que se dice desvelar, no desvelé ninguno (ni Fulcanelli, tampoco). Y eso que nos dio por visistar la catedral de Toledo, que al fin y al cabo no estaba lejos, y Juanjo, de vez en cuando tenía que ir por cuestiones de su curro a visitar la Real Fábrica de Antigüedades (que yo flipé cuando me enteré que las antigüedades se fabricaban), y yo le esperaba dándome un garbeo por las murallas y luego los dos nos íbamos a la catedral a alucinar con Fulcanelli.



Y a la vuelta les dábamos la matraca a la baska, y a quien se terciara, que a labia no nos ganaba nadie, con el dichoso Fulcanelli, los Siete Arcanos de marras, los Saberes Ocultos, el Santo Grial y en este plan, que aún no comprendo muy bien como nos aguantaban la barrila que les metíamos con la dichosa alquimia de las narices y el conocimiento esotérico ese, que o erán muy buenos amigos y nos seguían el rollo o quedaban profundamente narcotizados por nuestra cháchara, pero por más que nos esforzáramos mucho conocimiento no llegamos a tener del tema por más pasión que le poníamos.

De "Las moradas filosofales", su otro libro, me enteré aún menos, y eso que yo era de letras de siempre, por puro horror a las matemáticas, y no se me daba mál la filosofía que en el cole sacaba buenas notas en esa asignatura y en primer año de Facultad, donmde me daba clase nada menos que Luis Cencillo, me presenté voluntario para hacer un trabajo y una exposición filosófica sobre "La libertad", que resultó un bodrio ininteligible y pretencioso (la libertad no, mi exposición).

Que el tal Fulcanelli, sea quien fuere, utilizaba un lenguaje entre críptico y metafórico, solo apto para iniciados, que no te enterabas de nada oyes, y digo, yo, si ya eres un iniciado, para que puñetas necesitas los dichosos libros del tal Fulcanelli (sea quién fuere el gachó), y si no le eres te va a dar igual, que por mucho que los leas no te vas a enterar de nada, colega. Al final consideré que el verdadero misterio era porqué el tal Fulcanelli (fuera quién fuese) había escrito los dos libros a no ser que nos las quisiera hacer pasar moradas (conducta impropia de un alquimista, por otra parte).

Bueno, por lo menos me sirvió para despertarme la curiosidad por el arte medieval, el gótico, el románico (ni favorito) y todo eso, que bien pensado no está mal, que aunque uno sea un roquero de tomo y lomo no tiene porqué ser un gañán al uso, y que un poco de cultura no le sienta mal a nadie y menos a un jovenzuelo inquieto y bastante ingénuo como era yo por aquel entonces. Y eso que yo he seguido teniendo cierto ramalazo místico pero en plan laico, como el Aldous Huxley ese, o el Robert Graves, solo que a mi manera, que no es que pretenda ahora compararme con tan preclaros ingenios y mentes despejadas, que a veces no por mucho ingenio se me despeja la mente. Pero quedé vacunado de Fulcanelli, alquimias, esoterismo y otras yerbas del mismo tenor y desde entonces me la han traído al pairo todas las teorias sobre los Templarios, el Santo Grial, el Código Da Vinci y similares. Que ya tuve bastante, mira tú por donde.

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