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Con un palmo de narices

Estos ultimos días hemos tenido una especie de pequeña avalancha de visitas en el blog, más allá de la veintena o treintena de personas (que tampoco me he parado a contarlas, oyes) que nos visitan habitualmente. Visitas que además procedían de lugares desde los que hasta entonces no habían conectado con nosotros, y en los que normalmente no hablan en cristiano (o sea que no se entiende nada de lo que dicen cuando hablan, ¡manía que tienen!). Así que me puse la mar de contento pensando que poco a poco nos estábamos haciendo famosos, mira tú, incluso entre los giris de los sitios más raros, después de tantos años que han pasado, y que la cosa pintaba pero que muy dabuti.

Una vez más se ha demostrado, sin embargo, que soy un ingenuo como la copa de un pino (o de un abedul, si se prefiere). Mirando en el mapita que hay abajo (que es donde se señala la procedencia de las cien últimas visitas al blog, y que es el que os he puesto aquí mismo, que ya se que sois muy vagos para ir hasta abajo del todo a comprobarlo) empece a pinchar en las banderitas de cada uno de esos sitios nuevos desde los que de repente les había dado por visitarnos (¡que había gente nada menos que de Indonesia y Nueva Zelanda!, que no se puede decir que estén a la vuelta de la esquina precisamente) y cual no fuera mi sorpresa al ver que todos ellos sin excepción, habían llegado y se habían marchado echando najas. Ninguno había leido nada más que no fuera la página de inicio. Nada de curiosar un poco para ver de que va todo este rollo, no, salieron disparados como si les persiguiera el mismísimo diablo.



Como resulta que tengo una alta opinión de ese señor y de su trabajo (que parece que lo está haciendo endemoniadamente bien el tipo a juzgar como van las cosas por este mundo y últimamente parece que esté especialmente ocupado) pensé que seguramente estaría liado en fines más importantes que el de espantar a los posibles visistantes de este blog. Así que deseché sin más la probable causa. Y me puse a pensar... Bueno, solo un rato, que está muy mal visto y es algo propio de gente izquierdosa y contestataria de esa que siempre está dando la ñarra con la libertad, la justicia y otras tonterías similares.

Después de un rato, que ya digo que pensar mucho es malo y algunos dicen que hasta envejece (cosa que me permito poner en duda, que conozco mendas que no han pensado en su vida y están hechos un cascajo), fuí y caí en la cuenta (que tampoco es una mala manera de caer). ¡Se trataba de eso!, y yo, memo de mi, haciéndome ilusiones sobre el repentino aumento de nuestras visitas. Estaban buscando para regalar en estas fiestas el "Medal of Honor" que es un juego de esos de ordenadores cuyas siglas coinciden con el nombre de nuestro mítico grupo (la nube que vegeta). Que conste que nosostros nos llamabamos así mucho tiempo antes de que se inventara el ordenador personal y no pensamos cambiar de nombre, que lo nuestro es nombre y no siglas, ahora por el dichoso jueguecito ese por más seguidores y usuarios que tenga. En fín que se llevarían un buen chasco y más de un@ debío de quedarse con un palmo de narices, como decimos por aquí. Claro que nosotros tambíen nos hemos llevado un chasco así que estamos a la par.

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