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No bicycle

Pues no, no se montar en bicicleta, ¿que pasa?, ¿pasa algo?, y, por supuesto tampoco se montar en moto, cosa esta más rara para un rockero, razón por la cual no les iba a algunas chicas que estaban locas por las motos, que más de una (y de dos) he conocido (la verdad es que éramos unos rokeros sin moto, pues ninguno de los cuatro tuvo nunca una, bueno, a lo mejor era porque también éramos muy jipis, y los jipis son mas de furgoneta vieja, ya se sabe, aunque tampoco teníamos, que con el "seiscientos" del Bola ya íbamos apañados). Y no sé, por la sencilla razón de que no tuve la oportunidad de aprender, no porque sea imbecil o algo por el estilo, como estarán sospechando algunos (que siempre están por ahí los mal pensados que sospechan lo peor). Y no tuve la oportunidad de aprender porque nunca tuve una bicicleta, oyes, que si la hubiera tenido pues ya habría terminado aprendiendo, antes o después, a fuerza de trompazos como todo el mundo, que todavía no conozco a nadie, y mira que he conocido baska de todo tipo y pelaje durante todo este tiempo, que haya nacido sabiendo montar en bici.


La verdad es que miento, bueno solo un poquito, porque si que tuve una bici un corto periodo de tiempo de mi infancia. Pero es como si no la hubiera tenido. En realidad fue peor que eso. Me explico. Me la regaló mi abuelo paterno cuando tenía siete u ocho años (yo, no mi abuelo) y era de color verde (que de eso si me acuerdo) de lo más maja. Solía darme vueltas con ella por el salón de mi casa y a veces conseguía bajar a montar un rato a la calle. La cosa se torció cuande le dije a mi vieja que quería quitar las dos ruedecitas esas que tenía atrás y aprender a montar a pelo. Por lo visto supuso que era la cosa más peligrosa del mundo y que me iba a romper la crisma seguro (además de pensar que era un completo idiota y el niño más torpe del mundo). Así que fue y se la regaló a mis primos tan campante, que se pusieron la tira de contentos y se la cargaron en un par de semanas porque según ellos era una mierda, pero mis tíos les compraron otra, y yo me quedé (a pesar de mis protestas) con cara de gilipollas pero sin bici. Y durante mucho tiempo se la tuve bien guardada a la vieja, que eso no se le hace a uno, que te puede salir un trauma de esos y quedarte tocao del coco para el resto de tu vida (aunque de eso me enteré más tarde, entonces solo me daba una rabia tremenda que me hubieran quitado la bici por la cara).

Y no hubo ninguna más. Así que crecí sin saber montar en bici y los posteriores intentos para aprender tampoco es que fueran muy alentadores. La verdad es que ya le había ido perdiendo el interés (al igual que nunca me interesó jugar al futbol, deporte, entre otros muchos, para el que estoy especialemente no capacitado). Sin embargo, nado bien, no os vayáis a creer, aunque también aprendí tarde, entre otras cosas porque en Madrid no había mar, y creo que sigue sin haberlo, ni siquiera un río que mereciera ese nombre, que lo de llamar río al Manzanares es más que un eufemismo (en realidad es una pasada), y era bastante jodido aprender a nadar en la bañera de casa. Tampoco había piscinas cerca, así que me tuve que esperar y aprender de mayorcito, ya con dieciseis añitos, en el Canoe (que por cierto, costaba un pasta).

Volviendo a la bici, en una ocasión que andábamos por el campo en casa de no me acuerdo ahora quién, Emeterio se empeñó en que me enseñaba a montar con una que había por ahí en un pispas y se puso tan pesado el tío que no hubo manera de negarse. Así que me monté, yo delante y el detrás. Yo le iba dando a los pedales y el, a mi espalda, guiaba el manillar, alargando eso si lo brazos, hasta que ya íbamos lanzados y dijo, "¡ahora cojeló tu!". Lo cogí y la galla que nos metimos contra la cerca de un prado que no se que hacía por allí fue de antología. Afortunadamente, salvo unos rasguños y arañazos, no nos pasó nada más grave a los dos, ni a la bici, pero ya no volvió a decirme nunca que él me enseñaba a montar, que perseverante, lo que se dice persevarante no estuvo, a pesar del entusiamo inicial con que había encarado la cosa. En fin, que se le va a hacer, ¡gracias Emeterio!, tío.

Como no es una historia muy de rokeros (ni de jipis) nunca hicimos una canción sobre el asunto.

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