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¡Menuda resaca!

Lo típico. El primer día del nuevo año empezaba con una buena resaca. Mejor dicho con un resacón de espanto después de haber estado toda la noche oyendo música, bebiendo, fumando, bailando (en ocasiones), en fín de juerga hasta las tantas como es lo típico de esa noche. No recuerdo muy bien donde la pasamos aquel año, no se si fue en casa de Carmelo o en otro sitio, ahora no consigo acordarme. Un año, no se si fue este, Carmelo nos invitó a su casa y allá que nos plantamos, en el metro claro, con nuestro Ummaguma debajo del brazo, que acabábamos de pillarlo (ya conté que habíamos descubierto a Pink Floyd un tanto tardíamente) y flipábamos cantidad con él. También estaban sus amigos, que eran mayores que nosostros y les iban más los Kinks y los Animals (que no es que estuvieran mal, pero a nosostros nos parecían de la Prehistoria), aunque Carmelo estaba empeñado en que oyeran "Eugenia, ten cuidado con ese hacha" y no paró hasta conseguirlo. Una y no más, que nos les iba ese rollo a los muy tarras, así que terminamos cada grupo en un cuarto y a lo suyo. Pero no se si fue aquel año, que no consigo acordarme y a veces me parece que si y otras que no.

En una ocasión, recuerdo que no me acosté en todo el día. Habíamos acabado la juerga y Rulo, el Bola, Pato y yo nos metímos en una matinal de la Gran Vía a ver una de dibujos animados, y nos quedamos sobados en el cine, pero acostarme, no me acosté en todo el día. Por la tarde fuimos unos cuantos a las Cuevas de Sésamo, en la calle Príncipe, que era una especie de tugurio un tanto literario, con citas por las paredes y pianucho incluido, y un tanto claustrofóbico, o al menos a mi me lo parecía (y eso que no he tenido claustrofobia en mi vida), y pillé una especie de colocón rarísismo sin haberme tomado nada, mezcla de los últimos coletazos de la resaca y de no haber dormido (salvo en el cine) como es debido en las últimas cuarenta horas. Pero tampoco me acuerdo ahora si fue ese año. Por cierto que el local parece que existe todavia, aunque no se si tendrá el mismo aspecto que por aquel entonces.

Pasamos muchos más Años Nuevos juntos, como aquel en casa de Juan, en el que Emeterio, que estaba haciendo la mili se piró del cuartel sin permiso y se vino tan campante al cotarro vestido de militroncho y todo, que pensamos que le iban a meter un puro que no veas, pero parece que tuvo suerte y no se enteraron de que había desertado por aquella noche. Y algunas otros más, que ya lo iré contando a su debido tiempo (y si consigo acordarme) que nos es plan de hacer ahora la lista completa, pero siempre había una cosa en común, hubieramos estado donde hubiéramos estado, la resaca que teníamos luego. Que raro ¿eh?. Pero lo que no hicimos nunca, y si lo llegamos a hacer no me acuerdo, es ir a tomar las uvas a la Puerta del Sol, con otro millón y medio de madrileños, que el gentío siempre nos ha espantado un poco, menos en los conciertos de rock. Raritos que éramos.

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