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La Conciencia Cósmica de las narices

Al principio la psicodelia era cosa de unos pocos, de un círculo reservado de iniciados que estaban en el ajo. Con el tiempo se fue ampliando y llegó un momento que jipis y psicodélicos estaban a la orden del día. Abundaban como setas y empezaron también a abundar expresiones como "estar en el rollo", y sobre todo empezó a aludirse frecuentemente a la Conciencia Cósmica esa, que nunca he sabido muy bien que demonios es, pero que te decían que era formar parte del Todo y sentirte Uno con el Todo, y Todo en Uno, y tal que así.

Lo gracioso del asunto es que quienes prodigaban tales consejos espirituales no eran maestros chamanes surgidos de lo profundo de la Amazonia, que aquí aún no sabíamos muy bien quienes eran los chamanes esos por la sencilla razón de que aún no se habían puesto de moda, sino algún tipo o tipa (que en esto de la insensatez no se distingue en géneros) que se había fumado unos cuantos canutos, tomado lo que le habían dicho que era un tripi y, en el mejor de los casos, se había leído el "Siddharta" del Herman Heese, que aquí causó furor entre los que solían leer poco o nada, y a lo peor también el "Lobo Estepario".


La rueda del Karma

Y ¡ale!, pertrechados de tan valioso bagaje de experiencias y conocimientos andaban por aquí y por allí dando la barrila al personal sobre la necesidad de encontrar la "visión interior", la "iluminación", que con esto tenían auténtica manía, oyes, que para mi que estaban a sueldo de las compañias de electricidad, y de llegar a adquirir la "Conciencia Cósmica" de las narices, que por más que te esforzabas no había manera, que conciencia si que teníamos si, pero que fuera cósmica ya era más dudoso, y sobre todo que ellos supieran en realidad de lo que hablaban.

Pero claro, estaban arropados por los insignes precedentes, tu, que si gente como los Beatles, el Jiimy Hendrix, los Doors o la Janis Joplin habían flipado con esas cosas y los medios para alcanzarlas hasta quedar permanentemente fundidos en un fraternal abrazo con el resto del Universo, ellos ya sabían ya de lo que estaban hablando y quién demonios eras tu para saber si Jim Morrison o Bob Dylan tenían o no tenían razón. Así que dale que te pego con la matraca en plan Timothy Leary de barrio y mísiticos de pacotilla y eran una verdadera plaga. Si te cogían por banda te soltaban un par de frases que atribuían a alguno de los antes mencionados y, venga, a "iluminarse" y "concienciarse cósmicamente", entre expresiones de "que rollo más guapo", "como mola ti@" o "sigue a tu karma", que yo, por más que lo intentaba no veía el karma ese por ningún lado y, claro, así era difícil seguirlo.

Y finalmente resultó que algunos de los famosos precursores terminaron palmándola de muy mala manera y otros enganchados miserablemente, lo que en cierta forma nos puso en alerta, (¡mucho ojo con los pasotes!), así que tanta "iluminación" y tanta "conciencia cósmica" no les había ayudado en nada y a lo mejor es que había sido todo un gran engaño en la loca vorágine que terminó con tanta gente tan joven en tan poco tiempo. Que alcanzar la "iluminación" y la "conciencia cósmica" parecía demasiado fácil, un juego de la percepción inducido por medios químicos, si no fuera por que al final podía estarte esperando la Muerte. Muy chungo. Era para mosquearse y para mandar a freír gaitas a todos esos palizas.

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