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¡Se jodio el invento!

Por si fuera poco con que Salva se hubiera ido a la mili y nos quedásemos sin batería, aún habían de venir más desgracias, que nunca vienen solas y por ser rockero no estás a salvo de ellas, ni mucho menos; no se porque razón pero estás expuesto a ellas como el común de los mortales. Un día que no me acuerdo bien que estábamos haciendo, pero nada malo ni ilegal seguro, se nos changó el Panther. Si, si, mi flamante Panther 100 de la marca Elka, tal que se fundió. No había forma de encenderlo y el olorcillo a chamuscado que soltaba no presagiaba nada bueno.

¡Se jodió el invento!. El teclado, el único que teníamos, ¡a tomar por c... !, así que nos quedamos descompuestos, sin batería y ahora sin teclado. La cosa de arreglarlo estaba chunga, que al ser un artilugio extranjero había que mandarlo allende las fronteras patrias, correr con los gastos de envio y esperar pacientemente a que te le devolvieran arreglado y soltar una pasta gansa entre unas cosas y otras, lo que no encajaba nada armoniosamente con nuestras raquíticas economías (sobre todo con la mía).

¡Mi Panther, coño!, que se me ha quemado mi Panther, ¡me cago en la... ! y ¿ahora que hacemos?, que un teclista sin teclado es algo muy tonto y como sin oficio de provecho y la mayoría de nuestros temas tenían partes de teclado, que ya me había encargado yo de ello, que para eso quería ser el Keith Emerson y el John Lord (juntos a ser posible) del barrio. Y ahora, que pasados los primeros meses de conmoción y desconcierto tras la marcha de Salva, habíamos decidido buscar un batería suplente y que ya había alguna actuación por ahí a la vista.



Organo Panther 100 de Elka

En esto nos acordamos del amigo del Bola, Mauricio, que entendía el tío un güevo de electrónica y ya nos había hecho un apaño en la discoteca (del cole) - si flipas con esto es que eres nuevo en el blog-, así que le preguntamos. Y nos dijo que tranquilos, que seguramente había sido la fuente de alimentación, que entonces no se llamaba así todavía sino "transformador", con el tute que le habíamos dado al instrumento (¿tute?, ¿que tute?) y que el se encargaba de mirarlo (y arreglarlo si podía).

Así fue, se lo llevó para su taller, que estaba en la trastienda de una perfumería con la que se ganaba la vida, que al parecer eso de la electrónica en un país como el nuestro aún no tenía mucha salida, y unas dos semanas después ya estaba arreglado el trasto. Que en eso se había convertido mi querido Panther (también el nombrecito se las traía, aunque por aquel entonces no habíamos reparado en ello, que a poco que nos hubiéramos descuidado nos habrían llamado los nazis para invadir otra vez Polonia) en un trasto.

Que si, que ahora ya se encendía y sonaba y todo, ¡menos mal!, pero ya no volvió a ser el mismo, que con el arreglo había cogido como un tono trompetero que se le pegaba a todos los registros en plan agudo, como de trompeta de banda de pueblo, oyes, que no quedaba muy rockero ni muy progresivo. Pero funcionaba, al menos, y Mauricio, que era un tío cojonudo, me cobró acorde a mis paupérrimas posibilides económicas, o sea que casi me lo arregló por la cara.

Bueno ya estábamos de nuevo preparados, ¿cual sería la próxima?.


P.D. La fotico no es di mi viejo Panther (que a saber donde andará), sino que la he pillado de Internet, ¡que los tíos siguen fabricando el mismo modelo después de casi cuarenta años!, y con el mismo color y todo, ¡toma ya innovación y tecnología punta de esa!.

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