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...pero antes (algunos momentos de gloria)

Antes de que nos cortaran el rollo abruptamente con lo de la p... mili, habíamos tenido nuestros momentos de gloria. Bueno, lo siento, ya se que no lo estoy narrando en orden, pero lo cuento como me acuerdo ¿vale?.

Uno de esos conciertos memorables fue en la sede del equipo de baloncesto Estudiantes (esto también me lo ha soplado Quique, que yo ya no me acordaba del sitio), ¡nada menos que el Estudiantes!, oyes, que ya nos codeábamos con la cream de la cream. Era algo especial para nosotros. La despedida (temporal) de Carmelo, el cuñado de Quique y nuestro mentor espiritual y muchas cosas más, que iba a estar ausente, por motivos ajenos a su voluntad, una temporada.

Mira tu por donde ya no teníamos local de ensayo. Que lo de la discoteca de la asociación de antiguos alumnos de nuestro antiguo colegio habia estado bien un tiempo, casi dos añitos de nada, pero al final acabamos hasta el gorro (que cambiaron al cura que lo llevaba) y nos fuimos igual que habíamos llegado, ¡con los bártulos y la música a otra parte!.

Así que ese día tuvimos que ir a uno de esos locales cutres que se alquilaban para ensayar por horas. ¡Y menos mal que los había!, aunque no muchos. Y allí nos plantamos los cuatro por la mañana con Carmelo, y lo cojimos, creo, por dos horas. Fue suficiente. ¡Estábamos inspirados!. El ensayo resultó realmente bien, a pesar de que el equipo que había en el local de marras era una mierda. Tocamos a gusto, relajados y con muy buenas vibraciones, como se decía entonces. Y muy compenetrados, que hasta improvisamos y nos entendíamos a la primera.

¡Dos horas!. Y luego un concierto. Esa fue toda la preparación, pues llevábamos algunos meses sin tocar juntos. Pero lo habíamos preparado hasta el mínimo detalle. Se habría el telón y el escenario aparecía a oscuras. Poco a poco se iba iluminando suavemente y allí estábamos nosotros, sentados, con nuestros instrumentos. Quique empezaba con un tema suave de guitarra acústica, luego nos incorporábamos todos en una fuga de resonancias bachianas (de Bach, Juan Sebastian, para más señas), luego sin solución de continuidad, un tema que sonaba a música medieval, luego uno pinkfloyesc0, todo unido, sin pausas, y así hasta unos veinte minutos.

¡Que gozada!, tocamos realmente bien. A pesar del pequeño inconveniente del principio. A Quique, vaya ud. a saber porqué, se le había olvidado que tenía que empezar él. Así que todos mirándole, y él, como que no sabía porque le mirábamos. Cuchicheos, y por fin Salva que se anima y le da la entrada a la voz de ¡empieza ya! (o algo así). Bueno, la gente pensó que estaba todo preparado, y lo cierto es que cuando terminamos aplaudieron a rabiar (es uno de esos conciertos que tengo grabados en la mollera y que no olvidaré nunca). Así que no debimos hacerlo tan mal.

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