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Un jardín en las alturas

Ahora que estamos en verano, aunque hoy no se nota mucho aquí, la verdad (lo del calentamiento del planeta ¿no será al revés?, no se, no parece que se caliente, que para mi que se está enfriando,) me he acordado de la casa del Pato, bueno la de sus padres, pero para el caso es lo mismo. (Así, entre nosotros, no le hacía ni puñetera gracia que le llamáramos de esa guisa, un mote que le habíamos puesto, que el chaval se llamaba José Antonio, como media España, y era un buen tipo (y además no tenía la culpa de como se llamara) y tenía un hermano, bueno tenía más, pero éste, Guillermo, que era algo más mayor, terminó siendo tronquete nuestro).

El caso es que la casa era un ático con un pedazo de terraza que no veas, toda llena de plantitas, muy monas ellas, que parecía un jardín en las alturas. Y allí pasábamos muy buenos ratos, cuando no estábamos en casa de Rulo, y, sobre todo, cuando hacía buen tiempo y no estaban sus padres, que no era cosa de pelarse de frío en pleno invierno por muy buenas que fueran las vistas, ni de cortarse ante la presencia de sendos progenitores.

Algunas de las fotos que he puesto (mi sobrina Maya dice que ponga más, muuuuchas más) fueron sacadas allí con una cámara que era un portento de lo mala que era, que era del todo imposible que fuera peor, por ejemplo la de Juanjo y el ¡Escarramia!, y otras, o la que está justo aquí arriba, en la que la única que sale medio bien es Lourdes, que a los demás los han pillado como en un renuncio y ahora no me acuerdo, pero me parece que la foto la hice yo (¡glup!). Y como ya ha salido el sitio varias veces, alguno se va a pensar que es que vivíamos allí en plan comuna jipi y eso, que la caseta del fondo queda de lo más apropiado.

Pues no. Era la terraza de la casa de los padres de un amigo. En fín, que allí hacíamos nuestras fiestas y lo pasabamos en grande, que para eso eramos jóvemos, aunque no fueramos ricos ni famosos (todavía). Ya veces se juntaba toda la baska y la panda, ya que el sitio era amplio y se prestaba a semejantes tumultos , y oíamos música y tocábamos canciones y un día hasta nos hicimos una sangría (la que se bebe), y nos cogimos una curda la mar de salada, oyes.

Que éramos un grupo serio de rock psicodélico, progresivo y experimental (¡ah!, ¿lo había dicho ya?), pero precisamente por eso lo pasábamos dabuti con los amigos y no teníamos un pelo de muermos, si no más bien todo lo contrario.

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